Necrológicas

El arte de la Dramaturgia en Magallanes

Viernes 8 de Julio del 2022
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Víctor Hernández
Sociedad de
Escritores
de Magallanes

 

Parte IV

Como dijimos, en las décadas del cincuenta y sesenta del siglo pasado se observaba el despertar de la actividad dramática y teatral en Magallanes con la creación del Teatro Experimental Católico (Tec) y la aparición del grupo Excelsior. Con ellos, despuntaban, además, los cuadros artísticos de los campamentos de Enap en Tierra del Fuego. En noviembre de 1965, a raíz de la venida al austro del director del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (Ituch), el también actor y dramaturgo Domingo Tessier, el diario La Prensa Austral hacía un extenso análisis de los grupos teatrales de Magallanes.

En la nota se destacaba el hecho que el Ituch había extendido una invitación al recién creado Instituto de Teatro de Porvenir para participar en el Sexto Festival de Teatro Aficionado realizado en Santiago. En relación a los conjuntos enapinos, se informaba que en Cullen existía una agrupación de catorce integrantes que practicaban teatro; mientras, que, en la localidad de Manantiales se había conformado un taller artístico con doce miembros que en sus horas libres ensayaban artes escénicas y que pronto, se esperaba el retorno a las tablas del grupo experimental de Cerro Sombrero, que recordemos, había debutado en la escena teatral en noviembre de 1960.

Las nuevas academias

Varias instituciones culturales influyeron con su presencia y con la participación de académicos y docentes en la consolidación de las nuevas experiencias teatrales y dramatúrgicas. Una de ellas, fue la Casa de la Cultura fundada el 2 de septiembre de 1964, organismo que cobijaba a los intérpretes de las distintas disciplinas artísticas de la provincia. Nacida bajo el alero del Departamento de Extensión Cultural de la Ilustre Municipalidad de Magallanes en las postrimerías de la administración de Ernesto Guajardo Gómez, no fue, sin embargo, hasta los comienzos de la primera alcaldía de Carlos González Yaksic en que la Corporación decidió materializar la iniciativa apoyando a los creadores, primero, entregándoles un espacio provisorio y luego, con el compromiso de adquirir la antigua casona que fuera domicilio particular de José Montes Pello. Después de varias tratativas, se redactó un proyecto de ley presentado y defendido en el Congreso Nacional por el diputado Alfredo Lorca Valencia, que, redundó finalmente en una autorización del poder legislativo al municipio de Punta Arenas para comprar el antiguo palacio de estilo neoclásico italiano diseñado por el arquitecto Miguel Bonifetti en 1920, lo que se concretó conforme a la ley Nº16.449, el 27 de junio de 1966.

La Casa de la Cultura aglutinó en primera instancia a las agrupaciones que se encontraban reunidas como organizaciones sin fines de lucro y con varios años de funcionamiento. Era el caso del Centro de Escritores Magallánicos, la Academia Libre de Artes Plásticas y la Sociedad Arqueológica de Magallanes. Meses más tarde, se incorporaron aficionados de la música, la escultura, la fotografía, la danza, y de las artes escénicas.

En esta condición, se produjo, el 2 de septiembre de 1966 el segundo aniversario de la Casa de la Cultura con una serie de eventos de gran importancia. Astrid Fugellie Gezan leyó las composiciones inéditas que más tarde dieron vida a su primer libro, “Poemas”, editado a fines de ese año. A su vez, el grupo coral vinculado al nuevo organismo municipal y dirigido por el profesor Leandro Lanfranco, hizo su debut en el recinto de Plaza Muñoz Gamero interpretando algunas piezas de George Gershwin y de Osmán Pérez Freire. En tanto, el dramaturgo Juan Ursic Ljubetic dictaba una conferencia denominada “Historia y filosofía del teatro”, que se agregaba a la serie de representaciones que el cuadro teatral de la Casa de la Cultura había consumado en agosto, en el Cine Palace de Puerto Natales, realizando montajes para las versiones “Fin de febrero” de Alejandro Sieveking y “La breva pelá”, de Gloria Moreno.

Un segundo hito cultural que se vivió en esos años, fueron las delegaciones de profesores universitarios que personalizaron a las diversas Escuelas de Temporada de Invierno. Desde 1951, llegaron al austro anualmente, los principales cuerpos académicos de la Universidad de Chile ofreciendo ciclos de conferencias en todas las áreas del saber que duraban habitualmente, dos a tres semanas; se efectuaban talleres de arte, ciencia o literatura y se ofrecían cursos gratuitos para toda la comunidad, que solía hacer una verdadera fiesta regional de aquellas actividades.

A contar de 1958, otros planteles universitarios comenzaron a llegar al austro como la U. de Concepción, la U. Técnica del Estado y la Pontificia U. Católica de Chile ofreciendo sus propias versiones de Escuelas de Temporada de Invierno. La gran afluencia de público en estas tradicionales fiestas de la cultura y del espíritu, motivaron años más tarde a los docentes de la U. Católica de Valparaíso a inaugurar una Escuela de Temporada de Verano en 1972. Durante este período, en el ámbito de la dramaturgia y del teatro, fueron frecuentes las visitas a la región de Isidora Aguirre, Pedro de la Barra, Mauricio Davison, Enrique Gajardo, Raúl Montenegro, Roberto Navarrete, Enrique Noisvander, Alicia Vega y Domingo Tessier.

La influencia ejercida por estos docentes fue notable, no sólo para motivar a los cuadros artísticos consolidados en Punta Arenas a profundizar en nuevas técnicas de dramaturgia y en el conocimiento de autores y de obras vanguardistas, sino también, para inspirar al interior de Tierra del Fuego a la comunidad petrolera, para que estudiaran la posibilidad de generar sus propias experiencias teatrales. De esta manera, junto a los ya mencionados grupos de Cullen y Manantiales, resurgió a fines de 1966, el Teatro Experimental de Cerro Sombrero representando en distintas locaciones las obras “Vladimiro” de René Rojas y “Nadie puede creerlo” de Enrique Bunster.

Un tercer factor que generó un incremento de la actividad dramatúrgica fue el asentamiento gradual de la Universidad Técnica del Estado (Ute) en el austro, a contar de mayo de 1961. En esta línea como sabemos, en Santiago se había conformado al interior de aquella institución de educación superior, el grupo de teatro Teknos en 1958, que claramente se diferenciaba de otros teatros universitarios, el Experimental, (1941) de la U. de Chile; el de Ensayo, (1943) de la U. Católica y el de Concepción, (1945) por la revisión de contenidos y por su propuesta estética.

El Teknos tuvo al menos, tres elementos que lo hicieron únicos: el primero de ellos, el objetivo de llevar el teatro a todo el país y sacarlo de los escenarios tradicionales; segundo, relacionar a los elementos que distinguían a esa universidad, la industria y la tecnología, con el mundo del arte y de la cultura. Por ejemplo, era común ver a estudiantes de ingeniería en ejecución, de electrónica o de construcción, colaborando en el diseño de las escenografías. Y tercero, el Teknos produjo representaciones de obras con marcado acento social y político.

En Magallanes, lentamente comenzaron a saberse noticias del trabajo escénico del Teknos, que para mediados de la década del sesenta había producido alrededor de veinte montajes. Había también, una conexión de tipo sentimental. El director del conjunto universitario santiaguino era el profesor y poeta Raúl Rivera, que durante muchos años había trabajado ejerciendo el magisterio en Puerto Natales.

Conocedores de la labor artística que se realizaba en la capital, en Magallanes varios alumnos de distintas carreras se agruparon y decidieron constituir, en el invierno de 1965, bajo el alero del Departamento de Extensión Cultural de la Ute, sede Punta Arenas, un grupo teatral. El incipiente taller artístico fue confiado a Paulino González que combinaba sus actividades académicas dictando charlas sobre dramaturgia en la Casa de la Cultura.

Por aquel entonces, se apreciaba un incremento evidente de la actividad teatral y dramatúrgica en toda la provincia. Distintas agrupaciones artísticas y culturales concentradas principalmente en la Casa de la Cultura, comenzaron a impulsar desde agosto de 1966 una intensa campaña en los medios escritos y radiales, solicitando a las autoridades de gobierno la construcción de un teatro de bolsillo o teatro de cámara, de doscientas butacas, con el propósito de hacer montajes diurnos y vespertinos para un amplio espectro de público y evitar así, ocupar el gimnasio Cubierto o el Teatro Politeama.

Dentro de esta dinámica cultural, el Teknos planificó una primera venida al austro en noviembre de 1967 para presentar “Pan caliente”, la celebrada obra dramática de la creadora magallánica María Asunción Requena, con Adriano Castillo, María Duvauchelle, Maité Fernández, Gabriela Medina y Víctor Mix en el reparto; y estrenar en forma exclusiva la obra “El pequeño Malcolm y su lucha contra los eunucos”, obra del dramaturgo inglés David Halliwell, con un elenco compuesto por Igor Cantillana, Adriano Castillo, Gladys del Río, Juan Quezada y Patricio Villanueva.

La Prensa Austral hizo el siguiente juicio crítico de la obra de Requena: “La pieza teatral que enteró siete meses en la sala Bulnes de Santiago, con capacidad para ciento setenta espectadores, se ambienta en una población callampa. Allá han ido a parar obreros recogedores de basura, un jubilado, lavanderas y también una chica escolar. La muestra sin duda alguna, está bien construida. Gracias a la combinación de la lavandera, que viene a ser la relatora de la pieza y del juego de escenas, la obra se conforma en un todo homogéneo. Los personajes populares están bien trabajados por lo que la labor en general es buena. La dirección de Raúl Rivera, para una obra chilena bien escrita es acertada. Su dominio y la experiencia de años, logró que el conjunto se afinara muy bien y concluyera su presentación de anoche en buena forma. Los aplausos cariñosos del público fueron la mejor expresión de lo que decimos”.

A su vez, un ansioso Raúl Rivera declaraba a los medios sobre la composición del Teknos y de las expectativas forjadas con esta primera visita a Magallanes:

“En los años que tenemos de vida hemos puesto en escena entre otras obras, ‘Niño de Oro’, ‘Roquerío’, ‘El farsante del oeste’, ‘Escape libre’ por citar algunas. Estas y otras las hemos hecho ver a los públicos de norte a sur del país en zonas en donde la Ute tiene sedes. Así hemos recorrido ciudades como Valdivia, Talca, Linares, La Serena. Estamos un poco nerviosos, hay que admitirlo, por el estreno que anunciamos para mañana del ‘Pequeño Malcolm y su lucha contra los eunucos’. Ustedes comprenderán que es una cosa normal. No sabemos cómo reaccionará el público. Este primer paso, que es crítico, lo daremos en Punta Arenas ciudad a la que desde hace mucho tiempo teníamos interés en venir pero que, por diversas razones, en especial por el problema de la movilización, habíamos tenido que dejar de mano”.

Nace el Fartum

Las repercusiones que trajo Teknos en su primera estadía en Punta Arenas fueron de indudable significación. En abril de 1968 se inauguraba en calles Angamos y Zenteno la sede regional de la Ute con un imponente auditórium, que respondía en parte, a las sucesivas demandas planteadas por los artistas de contar con un recinto multiuso. En noviembre de ese año 1968 el Departamento de Bienestar Social de la Enap organizó en Punta Arenas un festival provincial de teatro con la presentación, en el Teatro Municipal, de distintos cuadros artísticos de Cerro Sombrero, Cullen, Manantiales, Porvenir, Puerto Natales y Punta Arenas.

En julio de 1969 la sede provincial de la Ute realizó su Primera Escuela de Temporada de Invierno que en sus conclusiones planteó la necesidad de estructurar un grupo de teatro organizado con un elenco permanente de actores, capaz de abordar temáticas australes y de producir en el corto plazo un teatro con identidad regional.

Así nació el grupo Fartum, vocablo selknam que significa “lucero del atardecer”. El 7 de noviembre de 1969 hicieron su debut en el Teatro Municipal representando la obra “A puerta cerrada” de Jean Paul Sartre. Para 1970, en el marco de la Segunda Escuela de Temporada de Invierno de la Ute, Fartum presentó el monólogo “Después del desayuno” y “Vértigo”. Esta última creación, junto con “Perro vivo”, ambas del dramaturgo Alfredo Rivera fueron seleccionadas para participar en el tradicional Festival de Teatro Aficionado en Santiago.

Fartum fue dirigido en primera instancia por Nelson Angelo Mladinic, un boliviano de nacimiento, pero de padres magallánicos, que estudió en la Ute Ingeniería en Ejecución Mecánica. Bajo su liderazgo, el cuadro asistió al Segundo festival de trabajadores y estudiantes y al Festival Latinoamericano de Teatro en 1972. Para aquél entonces, Fartum exhibía varias creaciones colectivas: “La entrevista exclusiva” y “Hubo una vez un rey” con las actuaciones de Nelson Alvarado, Nelson Antonín y Verónica Maturana. Destacable fue la interpretación de Nelson Angelo en el monólogo de Pedro Bloch, “Las manos de Eurídice”, obra dirigida por Pedro Novakovic y la sátira llevada al escenario del Teatro Municipal “Yo te amo, tú me amas, nos amamos”.

A la incansable actividad del Fartum se sumó el cuadro infantil de la Ute que debutó el 4 de noviembre de 1972 en el proscenio del Teatro Municipal con la obra de Jaime Fernández “El duende de la nuez”, que evoca y vincula elementos de la cultura chilota y de la mitología griega.

Otras experiencias teatrales dignas de mencionar en ese período, lo constituye la formación del teatro obrero de Magallanes, “Luis Emilio Recabarren”, que surgió luego de las conferencias dictadas por la profesora y actriz de la Academia de Arte Dramático de la Universidad de Concepción, Lucy Neira. El grupo conformado por estudiantes y trabajadores, recorrió distintos barrios de Punta Arenas teatralizando tres poemas de Pablo Neruda, “Oda a la pobreza”, “Oda al mar”, y “Oda a la vida”, en una especie de preámbulo mientras preparaban el drama “La María González”, de Isidora Aguirre, que estrenaron en el Aula Magna de la Ute, el 11 de diciembre de 1971.

Una propuesta alternativa a la anterior, se desprendió de la fundación del grupo artístico del Departamento Universitario Obrero Campesino (Duoc) Punta Arenas, que el 19 de diciembre de 1972 estrenaron en el antiguo Club Social Católico, con la dirección de Angel Moya, “La rebelión de los jóvenes”, una obra de creación colectiva que de inmediato, obtuvo aceptación entre los adolescentes de la época, lo que instó al taller del Duoc a realizar varias presentaciones de dicha obra en mayo de 1973.

El grupo Fartum no podía quedarse atrás y luego de meses de ensayos, estrenaron en el teatro Municipal, el 25 de julio de 1973, la obra “El fabricante de deudas”, del dramaturgo peruano Sebastián Salazar, una de las últimas actividades artísticas antes de producirse el golpe de Estado de aquel año.

Como sabemos, el área cultural fue dramáticamente intervenida por las autoridades del régimen de facto. Fartum reapareció con un elenco completamente nuevo el 18 de enero de 1974 presentando en el auditórium de la Ute las comedias “La señorita Charleston” de Armando Moock y “Nadie puede saberlo”, de Enrique Bunster, en lo que sería una tendencia durante aquel año. El 22 de junio, en el Cine Gran Palace, estrenaron “Una velada agradable”, de Alfred Pehring.

Pese a la contingencia, nuevos grupos teatrales se articularán en esos años (continúa la próxima semana).

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