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– Eliondina Paredes Cárcamo

– Norma Miranda Miranda

Grandes dramaturgos australes: Domingo Tessier

Viernes 12 de Agosto del 2022
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Cuando el artista magallánico regresó a Chile desde Centroamérica se encontró con varias novedades. Por de pronto, en el ámbito administrativo, el Teatro Experimental de la Universidad de Chile y el Departamento de Teatro Nacional se habían fusionado a comienzos de 1959 para constituir el Instituto de Teatro de la U. de Chile (Ituch). 

En esos años despuntaban los teatros universitarios de Concepción, Valparaíso y Antofagasta con interesantes propuestas creativas enfocadas en interpretar la realidad de las provincias. El Teatro de Ensayo de la Pontificia Universidad Católica de Chile estrenó esa temporada las obras chilenas “Es de contarlo y no creerlo”, de Luis Alberto Heiremans; “Juegos silenciosos” de Gabriela Roepke; “Una voz en la lluvia” de Roberto Sarah y “Deja que los perros ladren”, de Sergio Vodanovic, que fue llevada al cine bajo la dirección de Naum Kramarenko.

El Teatro de Ensayo comenzaba la preparación de la comedia musical “La pérgola de las flores”, escrita por Isidora Aguirre y musicalizada por Francisco Flores del Campo, uno de los eventos artísticos más representativos de la historia del teatro chileno. En tanto, el Ituch colocaba en escena la pieza dramática del Premio Nobel español Jacinto Benavente, “Los intereses creados”. Después, realizaron el montaje de “El camino más largo”, una obra de la escritora magallánica María Asunción Requena que recreaba la historia de Ernestina Pérez Barahona, la segunda mujer en titularse de médico en Chile y una de las primeras en lograr una especialización en la Universidad de Berlín en Alemania, institución que en 1886 había prohibido la instrucción a las mujeres. Mientras que, en la Universidad Técnica del Estado había asumido la dirección del grupo teatral Teknos el profesor y poeta Raúl Rivera. Aquel cuadro artístico había estrenado “Se arrienda esta casa” de Gabriel D’Harvillez, en 1958; “Tres en bar” de Leonard de Fracquen,  “Pobrecito Juan” de Gregorio Martínez Sierra; y “El valiente” de René Lenormand, en 1959. 

También funcionaban con regularidad las compañías del teatro Ictus fundada por alumnos del tercer año de la carrera de actuación del Teatro de Ensayo de la U. Católica y que desde 1955, representaban obras de “carácter experimental con un contenido positivo”, como expresaba su director Jaime Celedón. En esa línea independiente sobresalía también, el grupo de Los Cuatro, compañía creada por Orietta Escámez y los hermanos Héctor, Humberto y Hugo Duvauchelle. 

Pese a las grandes dificultades que enfrentaba Chile debido a la catástrofe ocasionada por el terremoto y tsunami del 22 de mayo de 1960, que devastó la zona centro sur del país, las actividades artísticas y culturales se mantuvieron incólumes durante ese año. De hecho, el 4 de diciembre, se inauguró el Canal 9 de televisión de la U. de Chile, con una transmisión inalámbrica realizada desde el tercer piso de la Escuela de Ingeniería de esa universidad. Fue un hito científico y tecnológico que permitió efectuar la primera  programación de un canal televisivo en Chile, que incluyó las palabras iniciales del secretario de la Universidad, Alvaro Bunster, la presentación del coro universitario; la exhibición del filme “Santiago 1929” de Edmundo Urrutia; una disertación del crítico de arte Antonio Romera titulada “Rembrand, pintor del hombre”, una musicalización sobre cultura mapuche de Margot Loyola, un diálogo entre los escritores Manuel Rojas y Jorge Edwards, un noticiario y el teleteatro “Relato de mineros” basado en un cuento de Oscar Castro adaptado al formato de la televisión por el propio Domingo Tessier en conjunto con la periodista Raquel Correa, y las interpretaciones de Emilio Martínez, Franklin Caicedo y Alfredo Mariño.

Verano en Punta Arenas

Una de las primeras medidas adoptadas por el Ituch fue concretar el festival de teatro aficionado. Se congregaban en Santiago distintas compañías emergentes, provenientes de todos los rincones de Chile. El certamen solía realizarse en septiembre, como suerte de homenaje a las fiestas patrias.

En la edición de 1959, acudió a la capital el Teatro Experimental Católico (Tec) de Punta Arenas para representar la obra X.X. de Juan Ursic Ljubetic que causó gran expectación entre los actores y el público asistente. Los artistas magallánicos aprovecharon la estadía para sellar varios de acuerdos de cooperación entre las entidades dedicadas a las artes escénicas.

Aquellas resoluciones permitieron la llegada al austro a fines de 1960, del Teatro de Ensayo de la U. Católica para representar “La pérgola de las flores” y el compromiso de enviar a Punta Arenas, a la escritora Isidora Aguirre en el verano siguiente para impartir técnicas de dramaturgia a los integrantes del Tec. A su vez, el Ituch instó a los nuevos autores teatrales a viajar con frecuencia a Magallanes para dirigir con actores regionales, obras de autores chilenos. 

El Tec tomó nota de aquello e invitó a Domingo Tessier para que llevara a las tablas la pieza, “Comedia para asesinos” de Camilo Pérez de Arce. De esta manera, su debut como director en la provincia ocurrió el 24 de febrero de 1961, en el cine Cervantes de Punta Arenas, con un elenco conformado por Nicolás Marcos Mladinic, Marta Cáceres, Benjamín Boric, Pascual Nocera, Roque Tomás Scarpa, Joaquín Curtze, Sergio Femenías y el apoyo escenográfico de Ramón del Valle Benavente.

La exitosa puesta en escena de esta controvertida comedia nacional convenció a Domingo Tessier que podía dirigir y al mismo tiempo escribir dramaturgia. Sin embargo, todavía le restaban muchos desafíos antes de cumplir con su propósito. A fines de 1962, en conmemoración del cuarto centenario del natalicio del poeta y dramaturgo Félix Lope de Vega y Carpio, el Ituch le encomendó el montaje de una de las obras más complejas producidas por el célebre literato madrileño: “El perro del hortelano”. Con el afán de lograr un mayor efecto estético, Tessier contrató al artista Guillermo Núñez quien realizó un excéntrico decorado, con una propuesta vanguardista de variados colores en el vestuario, que trajo innumerables y dispares comentarios de los críticos de arte chilenos.

A continuación, el Ituch efectuó una gira internacional a Estados Unidos, ofreciendo una selección de las principales obras representadas en sus dos décadas de existencia. Al contrario de lo que aconteció en Chile, “El perro del hortelano” tuvo una gran acogida del público norteamericano. Las autoridades del Museo del Vestuario Teatral de Nueva York solicitaron comprar la vestimenta de los actores, quienes en reconocimiento al afecto dispensado, obsequiaron sus prendas a la ciudad.

Creando a Luka Milic

Después de participar en las producciones cinematográficas, “Ayúdeme usted compadre”, de Germán Becker, en 1968; “El fin del juego” de Luis Cornejo, en 1969; “La casa en que vivimos”, de Patricio Kaulen, en 1970; y de corporizar al Presidente José Manuel Balmaceda en la telenovela “La sal del desierto” en 1972, Domingo Tessier inspirado en un capítulo de la novela “Desde lejos para siempre” publicada por su hermano Nicolás, resolvió escribir una pequeña obra en dos cuadros que tituló “El Doctorcito”.

En esta pieza teatral, el autor cuenta la historia de un zapatero yugoslavo que con mucho esfuerzo consigue enviar a su hijo a estudiar medicina a Santiago y éste, cuando vuelve a Punta Arenas convertido en un profesional, al ver a su padre casado con una lavandera chilota, decide de inmediato, retornar a la capital. Tessier recuerda los pormenores de su estreno:

“Esta anécdota me permitió crear personajes, más bien dicho recordar gente de mi lejana infancia, todos amigos de mi padre, ya que la acción se desarrolla entre 1927 y 1933. Esta obrita se estrenó, bajo mi dirección, en un montaje muy modesto en el casino del Estadio Croata de Santiago, lo que no fue óbice para hacer reír y llorar en varias representaciones a grandes y chicos. El carácter bilingüe le daba una gran autenticidad y en absoluto dificultaba al público seguir la historia; al contrario, era un elemento indispensable para infundir verdad a los personajes”.

El éxito que tuvo “El Doctorcito” motivó a Tessier a convertir el acto en una verdadera obra de teatro. A comienzos de 1975 envió a Punta Arenas los originales de “Luka Milic médico cirujano”, al empresario Luis Hernández Tapia, quien decidió patrocinar la obra y publicar el texto en los Talleres Gráficos Hersaprint. Por su intermedio, surgió como productor del evento el comunicador Fernando Ferrer, que se abocó a conformar un elenco de actores.

Tessier que había terminado de rodar el año anterior la película “Gracia y el forastero”, dirigida por Sergio Riesenberg y basada en la novela homónima de Guillermo Blanco, ignoraba las dificultades que tenía que sortear Ferrer en Magallanes con las autoridades del régimen de facto, para que autorizaran la participación de algunas personalidades que por razones políticas habían caído presos luego del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. 

Los ensayos empezaron el 7 de septiembre de 1975 en la sede que el Duoc tenía en Punta Arenas. Tessier que había llegado una semana antes, aprovechó de ultimar detalles con el intendente Washington Carrasco al asegurarle que una obra costumbrista reviviría el teatro regional.

Finalmente, luego de cuarenta y cinco días de ensayos, “Luka Milic médico cirujano” se estrenaba en el Teatro Municipal el 24 de octubre con un reparto que incluyó a Domingo Tessier (Marko), Marta Cáceres (Tránsito), Alfonso Cárcamo (Mansilla), Mercedes Sánchez (Rosa), Paulino González (Cárdenas), León Kraunik (Luka), Nadja Gjuranovic (Yerka), Víctor Labarthe (Werner), Nelson Angelo (Stipe), y Mario Lanfranco (Ojeda). Fernando Ferrer asumió el rol de asistente de dirección; Gladys Morales estuvo a cargo del maquillaje y René Almonacid de la iluminación y sonido; Graciela Mansuy de la utilería y Juan Morano de la escenografía. La dirección fue confiada a Juan Ursic Ljubetic.

Ante el clamoroso éxito alcanzado, “Luka Milic” fue representada veinticinco veces en distintos escenarios de la región. Más de once mil espectadores degustaron esta obra, que la consagró como la pieza teatral más vista en la historia de Magallanes.

De las muchas críticas literarias que se escribieron en torno a la obra destaca la aportada por el Instituto de la Patagonia que señaló: “Primera pieza teatral escrita hasta el momento cuya ambientación es la ciudad de Punta Arenas. La fidelidad histórico -costumbrista es admirablemente acertada. Refleja fielmente la reciedumbre de la generación inmigrante de la década 1925-1935 y ratifica la existencia de una verdadera dramaturgia magallánica, género creativo que surgiera con Fuerte Bulnes y Ayayema, de María Asunción Requena, y La Tierra del Fuego se apaga, de Francisco Coloane”.

Domingo Tessier recibió por “Luka Milic” el Premio Municipal de Literatura de Santiago, en 1977.

En medio de la casi
guerra con Argentina

El incombustible actor y dramaturgo magallánico junto a la actriz Liliana Ross representaron durante la temporada de 1978 la obra “Hasta el año que viene” del autor estadounidense Bernard Slade. El extraordinario recibimiento del público llevó a su traductor y director, Juan Quezada, a organizar giras a diversas ciudades del país.

A Magallanes llegaron a mediados de diciembre, cuando la tensión política y diplomática con Argentina se hacía irrespirable a causa de la crisis del canal Beagle. Recuerda Tessier:

“A media cuadra del Hotel Savoy, donde nos alojábamos, estaban empotrando cañones antiaéreos; los hospitales lucían enormes cruces rojas en los techos. Un día el intendente, general Nilo Floody, ordenó suspender la función de vermut -con medio teatro vendido- para informar a los vecinos de la real situación. A teatro lleno pidió a la comunidad que hicieran zanjas en los patios de las casas, en forma de L o V, para protegerse en caso de bombardeo y que se abastecieran de alimentos no perecibles. Las mujeres abandonaron la sala llorando”.

El momento más dramático aconteció cuando la troupe de artistas se dirigió al campamento de la Enap en Posesión, a metros de la frontera con Argentina. Aun así, actuaron ante un gimnasio lleno. Tessier encontró los comedores repletos de militares y aviadores, embarrados, barbados y sudorosos. En su libro “Amor y humor del Teatro” rememora esos minutos angustiantes: “Estos hombres estaban en pie de guerra, con los nervios en punta, y casi deseando apretar el gatillo”.

Esa misma noche regresaron a Punta Arenas y se encontraron con la sorpresa que toda la ciudad permanecía en vilo. Se había anunciado el temido bombardeo de la fuerza aérea argentina. Tessier anota: 

“Esa noche nadie durmió en el hotel, tampoco la ciudad entera cerró los ojos. Mientras esto ocurría, ya el Papa había intervenido y designado al cardenal Antonio Samoré como mediador”. Pese al clima bélico que se respiraba, “Hasta el año que viene” fue representada dos veces más en el Teatro Municipal.

Por esos mismos días, Tessier trabajaba en la escritura de una nueva obra que recreaba un caso policial. El resultado fue “Por Joel” trabajo que fue premiado en 1980 en el Concurso Nacional de Teatro para Autores de la Secretaría de Relaciones Culturales. En una entrevista concedida al diario La Nación, el 26 de septiembre de ese año, el dramaturgo magallánico expresó el siguiente juicio crítico:

“Se hace lo imposible por enterrar nuestro teatro, nuestros autores y actores. Los autores tenemos cuatro obras bajo el brazo que no se editan ni se divulgan. El montaje es quizás la mayor importancia que le veo a estos concursos; al menos, el público es el último crítico de una obra de autor chileno. Pero lo más importante sería que se editaran, que quedaran en letras de molde si es que lo merecen…” “Por Joel” le valió a su autor un segundo Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1982. 

Con anterioridad, Tessier y su amiga Marta Cáceres habían representado el 20 de noviembre de 1980 en la plataforma petrolera “Nugget”, la obra del dramaturgo estadounidense D.L. Coburn “Partida de naipes”, un drama en cuatro actos breves que había recibido el Premio Pulitzer en 1978. La actuación de ambos artistas tuvo resonancia mundial, por ser el primer montaje efectuado en una plataforma de prospección petrolera en medio del estrecho de Magallanes. 

En 1984 Tessier fue nombrado Miembro de número de la Academia Chilena de Bellas Artes. A esas alturas, ya era un actor recurrente en las series de telenovelas que ofrecían los canales nacionales. Se le recuerda por su participación entre otras producciones: “Alguien por quien vivir” (1982); “La gran mentira” (1982); “El juego de la vida” (1983); “La Quintrala” (1986), “La Villa” (1986); “Angel malo” (1986); “La última cruz” (1987); “Semidiós” (1988); “Vivir así” (1988); “Matilde dedos verdes” (1988); “A la sombra del ángel” (1989); “Acércate más” (1990); “Villa Napoli” (1991); “Fácil de amar” (1992); “Doble juego” (1993).

Su participación en el cine alcanzó cotas muy importantes con las producciones “El último grumete de la Baquedano” (1983) y “Los náufragos” (1994). En diciembre de 1998 la Municipalidad de Santiago le confirió el Premio Municipal en la categoría Artes de la Representación.

Domingo Tessier murió un 10 de marzo de 2014. En el centenario de su natalicio, sus cenizas fueron depositadas en el Cementerio Municipal de Punta Arenas. Su casa, en Balmaceda N°1 podría ser sitio patrimonial.

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