Es la economía…
Se sabe que vivimos momentos económicos bastante difíciles.
Tengo un amigo al que le cortaron el gas de la Coca-Cola y hasta la luz de la linterna.
Sin embargo, no pierde su sentido del humor.
Ayer me dijo con resignación musulmana:
– ¿Sabes, Jorge? Si la cosa sigue así, me van a cortar el crédito hasta en la ropa americana!
Celebro su sentido del humor, pues yo a veces ando con el ánimo por los suelos. Claro que ello me ocurre sólo a veces.
Unos 27 días del mes, aproximadamente.
Frecuentemente, lo que gastamos por mes no coincide con lo que ganamos. Al comienzo uno no se preocupa tanto. Total…para eso están las tarjetas de crédito.
Aquí se produce un fenómeno extraño. Como el plástico no es un billete, si no tocamos el dinero pareciera que no lo gastamos. Y a la postre, si a fin de mes andamos cortos y no podemos pagar la tarjeta, abonamos el pago mínimo y…asunto arreglado. Al menos, por el momento.
El problema surge cuando no tenemos plata ni para eso.
Preservamos la secreta y pueril esperanza de que el Banco se va a olvidar, pues tiene cosas más importantes de qué ocuparse. Eso indica que la mayoría de nosotros no tenemos idea de lo que es un Banco. Imaginamos que se trata de un lugar donde guardan nuestro dinero, lo gastan y después nos proponen que les demos más.
Y durante el transcurso de los días, comprobamos que nadie vino a tocarnos el timbre y llegamos a una feliz conclusión: ”Se olvidaron”.
Pero esa alegría dura menos que un bono.
Entonces nos empiezan a llegar mensajes de textos. Al comienzo son amables, pero el tono va subiendo en la medida en que nos hacemos los lesos con la deuda.
Ahora, si el banco ha sido comprado por un fondo de inversión chino, como suele suceder, con cierto dejo de orgullo les contamos a nuestros familiares y amigos que nos está persiguiendo “la mafia china”. Algunos pocos nos creen. Son aquellos que no conocen los bancos. Con este subterfugio intentamos darnos cierto estatus: somos personas de negocios tan prósperas e importantes que estamos en la mira de Hong Kong.
Pero cuando asimilamos que el Banco no se ha olvidado de nuestra deuda, ya estamos metidos en un zapato chino (y no en un Banco chino)
Si la plata nos alcanza sólo para quince días, ¿qué hacemos los otros quince sin efectivo y sin tarjetas? Acá les dejo algunas propuestas:
– Ir a comer donde un familiar. Cada día de la semana hay que dejarse caer donde uno distinto. Eso sí, para esto hay que tener al menos siete parientes, o uno con Alzheimer… que no recuerde la visita anterior.
Después sigo con más consejos porque están tocando el timbre de mi casa.
Temo que sea un empleado del Banco…
Tengo claro que la economía no hace la felicidad, pero te deja muy cerquita.
Casi de vecino.