Necrológicas

Las emociones están de moda

Por Eduardo Pino Viernes 28 de Junio del 2024

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A propósito de la gran recepción que ha tenido “Intensamente 2” en la taquilla, convirtiéndose en la película más exitosa producida por Pixar, más importante aún es la positiva crítica que ha provocado en expertos y el público en general. Hubiese resultado paradojal una película que presenta como protagonistas a emociones personificadas, no logrando tocar la sensibilidad emotiva de la audiencia.  

Pero más que analizar la película, que en mi opinión tiene como principales fortalezas personificar constructos abstractos como son las emociones para posibilitar una mayor comprensión de éstas; mostrar las dificultades e inseguridades que se presentan en la transición más compleja de nuestro desarrollo vital como es el paso de la niñez a la pubertad/adolescencia, además de promover la integración de nuestros procesos psicológicos para adaptarnos a ambientes dinámicos, con la necesaria tolerancia a los propios e inevitables errores que provocarán estados que sólo se irán entendiendo a medida que nos permitamos aceptar nuestras propias experiencias; me gustaría abordar algunos aspectos relacionados a las emociones y que ayudan a comprender lo que somos como personas. 

Algunas de los conceptos utilizados para definir las emociones, se refieren a construcciones abstractas pertenecientes a los procesos mentales que desarrolla el individuo. Entre sus dimensiones principales están la fisiológica, observada en el funcionamiento de nuestro Sistema Nervioso que provoca reacciones sintomáticas; la cognitiva subjetiva, en que vivenciamos estas sensaciones para identificarlas con un nombre que nos permita reconocerlas, comprenderlas y controlarlas; la expresiva, en que observamos las manifestaciones conductuales que provocan; y la funcional, que nos permitiría motivarnos para acceder a una meta u objetivo que nos hemos propuesto. En la integración de estas dimensiones por parte de la persona radicaría la fascinación de comprender cómo las emociones, que a diferencia de la película no toman decisiones ni gobiernan un panel de control, influyen en la dinámica psicológica que se experimenta. 

Históricamente las emociones, desde la perspectiva científica, habían sido vistas como actores de reparto, lo que a nivel social también presentaba un correlato sin mucha consideración. El protagonismo estaba otorgado a la cognición, que especialmente en el siglo pasado llamó la atención por los tipos de razonamiento para, entre otros aspectos, comprender estratégicamente el concepto de inteligencia. El ámbito de la educación resultaba especialmente pertinente para la aplicación de estrategias de aprendizaje que estimularan individuos en formación, cada vez más capaces de adaptarse a los ambientes, siendo eficaces ante los desafíos que el entorno les presentase. Pero en esa ecuación las emociones estaban prácticamente ausentes, sólo aparecían cuando representaban un obstáculo para conseguir los objetivos propuestos o servían para condicionar alguna conducta específica. Es a fines de los 80s cuando aparece el concepto de “Inteligencia Emocional”, en que se visualizó la importancia de gestionar las emociones para potenciar un funcionamiento integrado que optimizara las competencias de las personas. Algunas teorías proponen que las emociones son el resultado de las reacciones fisiológicas de nuestro organismo, otros modelos dicen que la emoción provocaría estas reacciones, mientras una tercera alternativa nos sugiere la integración de ambas, agregando además la importancia de la cognición en identificar lo que sucede para darle un sentido y provocar una conducta más efectiva en el control de las situaciones. Por otra parte, diferentes autores han planteado modelos topográficos de las emociones, algunos de ellos identificando más de 200. Uno de los más estudiados es el modelo de Plutchik, que considera 8 emociones básicas en diadas opuestas: rechazo-aceptación, miedo-enfado, sorpresa-anticipación y alegría-tristeza. A la vez, al combinarlas en pares, dan origen a otras 8 secundarias. Además, se consideran diferentes niveles de intensidad, por ejemplo: distinguir el temor, miedo, pánico o terror. 

Para comprender el funcionamiento emocional, la teoría cognitiva plantea que es justamente nuestro pensamiento el que identifica los estados emocionales, siendo éstos provocados e influidos por nuestras ideas y creencias, lo que redunda en un paradigma que nos permite comprender y controlar nuestras conductas. Esto es un proceso que se va aprendiendo a lo largo de la vida, ya que nuestros recursos cognitivos van siendo cada vez más complejos a medida que avanza nuestro desarrollo mental y aprendemos de nuestras experiencias. La vida pareciera empeñarse en mostrarnos nuevos desafíos en todas sus etapas, por lo que estaremos en constante cambio y aprendizaje. De ahí que las emociones se pueden convertir en un enemigo que obstaculice nuestro bienestar o en un fiel aliado para seguir en búsqueda de la felicidad y un sentido de vida. 

Las emociones y otros conceptos psicológicos están en las conversaciones de muchas personas gracias a la película, lo que representa una gran oportunidad para despertar la curiosidad, conocer, analizar, reflexionar y conversar de estos temas. Esperemos que en la próxima entrega sigamos conociendo nuevas emociones para enriquecer el funcionamiento interno y externo de la protagonista, en una secuela donde habrá mucho por descubrir.