La misteriosa muerte de Jim Morrison: sex appeal, su legado rockero y el oscuro final entre abusos de alcohol y drogas
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Su influencia perdura después de su muerte. El Rey Lagarto, fue parte del trágico Club de los 27. Conocido por su comportamiento rebelde y sus desencuentros con la ley, fue arrestado sobre el escenario durante una actuación. Su vida amorosa marcada por intensas relaciones. Y la muerte en París en circunstancias nunca aclaradas del todo.
“Me veo como un enorme cometa ardiente, una estrella fugaz. Todos se detienen, señalan hacia arriba y gritan, ‘¡Oh, mira eso!’ Entonces… ¡zas!, me voy… y nunca volverán a ver nada parecido… y no podrán olvidarme… nunca”, dijo a modo premonitorio. Y vaya si tenía razón que, un mundo de jóvenes nacidos aún luego de su muerte, sigue girando en pos de su música. Poeta, dios del rock, Rey lagarto. Jim Morrison fue un alma torturada que acabó siendo miembro del Club de los 27, la lista de artistas populares que murieron a los 27 años, como resultado del abuso de drogas y alcohol o medios violentos como homicidio, suicidio o accidentes relacionados con transportes.
El líder de The Doors, fue parte fundamental de numerosos éxitos que definieron el sonido y la cultura del rock de finales de los años 60, como Light My Fire y Break on Through To the Other Side. “Digamos que estaba poniendo a prueba los límites de la realidad. Tenía curiosidad por ver qué pasaría. Eso es todo lo que era: sólo curiosidad”, dijo dos años antes de morir. Tal vez su inquietud fue demasiado lejos, aquel 3 de julio hace 53 años, cuando su corazón le dijo, igual que reza uno de sus favoritos, “This is the end”.
Chico malo
James Douglas Morrison nació el 8 de diciembre de 1943 en Melbourne, Florida, y murió el 3 de julio de 1971 en París. Como figura destacada del rock, Jim personificaba el arquetipo del chico malo y confirmó esa reputación con numerosos encuentros con la ley. A lo largo de su breve existencia, fue arrestado en seis ocasiones. La primera ocurrió en 1963, cuando se emborrachó en un partido de fútbol y comenzó a ridiculizar tanto a los espectadores como a los jugadores. Cuando la policía llegó, Morrison se apoderó del casco de un uniformado y de un paraguas que había dentro del patrullero. A pesar de que su primer arresto fue considerado absurdo y leve, su siguiente confrontación con la policía fue grave. En 1966, afirmó haber cometido el asesinato de un compañero de clase durante un viaje por ruta y haber enterrado el cuerpo en el desierto. Cuando fue detenido, se descubrió que había besado a una chica de 14 años sin su consentimiento. El cantante enfrentó acusaciones de agresión sexual y la policía tenía muchos interrogantes sobre el paradero de su compañero de clase. Sin embargo, cuando la joven apareció sin daños, Morrison fue liberado. Las detenciones posteriores siguieron el patrón habitual del Rey Lagarto: intoxicación pública y conductas lascivas.
Sus múltiples escaramuzas legales le otorgaron algunas distinciones lamentables. Mr. Mojo Risin -el título de uno de sus temas que es un anagrama de su nombre- es el primer músico de rock en ser arrestado durante su propio concierto. Ocurrió el 9 de diciembre de 1967 en New Haven, Connecticut, mientras The Doors actuaban. Antes del espectáculo, Morrison fue abordado por un policía local que no lo reconoció mientras se entretenía con una fan en el backstage. La solicitud del oficial de que abandonara el área no fue bien recibida por el cantante, conocido por su actitud antisistema. Esto resultó en un altercado en el que Morrison fue golpeado. Después de aclarar el malentendido, el concierto comenzó con retraso y transcurrió de manera previsible, es decir, no muy bien dadas las circunstancias. Una vez en el escenario, Jim, visiblemente enojado, lanzó insultos contra el oficial y la policía en general, lo que llevó a su arresto inmediato. Eso desencadenó una pequeña revuelta con 13 detenciones. “Siempre me han atraído las ideas que giraban en torno a la rebelión contra la autoridad. Cuando haces las paces con la autoridad, te conviertes en una autoridad”, declaró.
Sin perdón
hasta la muerte
El astro había tenido problemas con la ley en el pasado, pero el punto crítico llegó después de un concierto en marzo de 1969 en Miami. En esa noche agitada, Morrison enfrentó cinco cargos por infracciones menores y uno grave, afrontando una posible sentencia de tres años y 150 días tras las rejas. Según la prensa, lo habrían crucificado si hubieran podido, estaban muy molestos con él. Lo que enojó tanto a las autoridades fue que, durante el concierto, el artista exhibió sus partes íntimas en el escenario, acompañado de blasfemias en público y su característica embriaguez. “¡No estamos hablando de ninguna revolución! ¡No estoy hablando de ninguna manifestación! ¡Estoy hablando de divertirme un poco! ¡Estoy hablando de bailar! ¡Estoy hablando de amar a tu prójimo hasta que duela! ¡Estoy hablando de amor! Este es tu show, ¡todo lo que quieras vale!”, expresó el cantante.
Se entregó un mes después y fue encontrado culpable de exhibicionismo y obscenidad en público. Si habría cumplido o no una sentencia en prisión estatal nunca se sabrá, ya que falleció antes de que se pudiera apelar la decisión. Este episodio se cerró en 2010, cuando la junta de clemencia de Florida y el gobernador Charlie Crist concedieron a Morrison un perdón póstumo.
Un romance especial
Durante el verano de 1967, Jim Morrison pasó un largo tiempo en Nueva York. Allí conoció a Nico, más que una simple mujer para él. Morrison quedó cautivado por la icónica colaboradora de Velvet Underground desde el momento en que la vio, y ella correspondió a sus sentimientos. La pareja, compuesta por el esbelto Morrison y la escultural Nico, era tan impresionante como peculiar. Colaboraron en música y todo pareció ir bien durante un mes. Sin embargo, Morrison ya estaba comprometido con Pamela Courson, quien le devolvió la atención con una aventura. Al enterarse, Jim dejó Nueva York de inmediato y condujo hasta Los Ángeles, sin siquiera despedirse de Nico, lo cual, como era de esperar, la dejó profundamente decepcionada. Claramente, la relación entre ambos no era la más saludable, según revela el libro Nico: The Life And Lies Of An Icon, donde se describe su rutina diaria de bebida y drogas, envuelta en un ciclo repetitivo de afecto, pelea, resentimiento y reconciliación. Las discusiones a menudo escalaban a lo físico, y aunque Nico habría querido casarse con el hombre que llamó su primer amor, él mostró poco interés en comprometerse.
Amigos y enemigos
“Un amigo es alguien que te da total libertad para ser tú mismo”, era su lema. A pesar de ser una figura enormemente influyente en el mundo del rock, enfrentó resistencias incluso dentro de su propia banda, especialmente del baterista John Densmore con quien sostuvieron una relación tan tensa que optó por no asistir al funeral del líder de The Doors, ni visitar su tumba durante tres años. Densmore llegó a describir a Morrison como “lunático” y “psicópata”, entre otros apodos más coloridos. El baterista se esforzó enlimitar las actividades de Morrison en giras e incluso dejó brevemente la banda. Sin embargo, esto no significa que sintiera un completo rechazo hacia el cantante. En una entrevista, reflexionó, “¿Odiaba a Jim? No. Odiaba su autodestrucción. Él era un kamikaze que se fue a los 27 años, ¿qué más puedo decir?”. Aunque le llevó años perdonar los excesos de Morrison impulsados por el alcohol, Densmore finalmente se convirtió en un defensor del legado de Morrison. Llegó al extremo de demandar a los miembros sobrevivientes de The Doors para evitar que se usara la música del grupo en anuncios de automóviles y giras bajo el nombre de la banda, como expresó, “¿Qué puedo decir? El espíritu de Jim está siempre detrás de mí”.
Su vida en una canción
La escena en la película The Doors (1991) en la que se ve a un joven Jim Morrison, interpretado por Val Kilmer, como testigo de un grave accidente automovilístico, está basada en la realidad. El relato de Morrison sobre este incidente fue aún más impactante que su representación en la pantalla grande. Cuando tenía alrededor de cinco años, Jim viajaba con su familia por Nuevo México y se encontraron con un camión lleno de nativos norteamericanos que acababa de sufrir un choque. Aunque el cantante admitió que en ese momento no entendió completamente lo que estaba sucediendo y lo percibió más como “una especie de pintura roja divertida con personas tiradas”, sí captó la fuerte reacción emocional de sus padres, lo cual dejó una marca indeleble en él, siendo esta la primera vez que experimentó el miedo. Más allá de la percepción real de Morrison en aquel momento, él eternizó su versión de los eventos en la letra de la canción Peace Frog, que dice, “Indios dispersos en la carretera del amanecer sangrando / Fantasmas apiñados en la frágil mente de cáscara de huevo del niño pequeño”.
Alcohol y otras drogas:
su plato principal
Jim Morrison, reconocido como una leyenda musical, también fue famoso por sus hábitos de consumo de alcohol, descritos como legendarios por compañeros de banda y representantes de su discográfica. Ray Manzarek, teclista de The Doors, mencionó que estos malos hábitos a veces causaban conflictos, especialmente durante la grabación de L.A. Woman en 1971, el álbum más famoso de la banda. Aunque hasta entonces el consumo de alcohol de Morrison no había afectado la calidad de sus letras, sí empezó a afectar su salud. Según el baterista John Densmore, Jim era alcohólico y, a pesar de haberse recuperado en etapas tempranas de su carrera, durante la grabación de The Soft Parade (1969), llegó a embriagarse hasta perder el conocimiento en el estudio. Una anécdota reveladora sobre la relación de Jim con el alcohol durante la época de L.A. Woman fue contada por Jac Holzman, fundador de Elektra Records, quien recordó, “Después de terminar el álbum, Jim y yo salimos presuntamente a cenar. Yo comí, él bebió”.
Cuando se habla de los hábitos y adicciones, es común asociar a Jim Morrison principalmente con el alcohol. Sin embargo, la afligida estrella también era conocida por su frecuente consumo de drogas, a menudo exacerbado por su temperamento algo violento, lo cual le ocasionaba problemas recurrentes, como su arresto en el escenario en 1967 en New Haven. Morrison continuó usando drogas hasta su fallecimiento en 1971. De hecho, hay quienes argumentan que las drogas desempeñaron un rol crucial en su muerte, reforzando la vieja especulación de que su deceso fue producto de un paro cardíaco inducido por una sobredosis de heroína. Según Bobby Klein, fotógrafo de The Doors, quien afirmó a The Guardian que Morrison sentía aversión hacia esa droga específica, esto sugiere que los patrones de consumo del Rey Lagarto se ampliaron mientras su espiral descendente se aceleraba.
Sex appeal
Jim Morrison fue un ícono del rock con un irresistible magnetismo sexual. Por lo tanto, podría resultar sorprendente que, el Rey Lagarto -sobrenombre que se ganó por un texto de su autoría llamado titulado The celebration of the King Lizard (La celebración del rey lagarto)- haya pasado la mayor parte de su tiempo como estrella junto a la misma mujer, Pamela Courson. Compartían una visión hedonista de la vida, ya que Pamela también era una rebelde inteligente y artística con un aura enigmática. Se conocieron cuando Morrison tenía 22 años y ella 19, y su relación perduró hasta la prematura muerte del cantante a los 27 años. Sin embargo, su historia no fue siempre idílica, ya que estuvo marcada por intensos períodos de separación, violencia y abuso de sustancias. Según Biography, la atracción de Morrison por las mujeres era simplemente insaciable. Además de Courson, otra figura destacada en la vida amorosa de Jim Morrison fue Patricia Kennealy, una periodista musical con quien se casó brevemente en 1970, aunque tampoco fue fiel en esa relación.
The End
En 1970, el alcoholismo de Jim Morrison lo transformó en una caricatura descuidada y corpulenta de su antigua imagen de ícono del rock, un cambio que se hizo evidente incluso en el escenario. La situación alcanzó su punto crítico durante un concierto el 12 de diciembre en Nueva Orleans, que marcaría la última presentación de Morrison con The Doors. En esta desafortunada actuación, el cantante olvidó las letras de las canciones y, cuando se daba cuenta, intentaba enmendar la situación con chistes largos y malos que no lograban su cometido. Para cuando interpretó Light My Fire, Morrison tuvo que apoyarse en el micrófono para mantenerse en pie. A mitad del solo, se sentó en el borde de la batería y dejó de cantar. Cuando el baterista John Densmore intentó animarlo tocándolo con el pie, Morrison retomó el micrófono. Lamentablemente, el impredecible cantante lo manejó de manera destructiva y finalmente abandonó la actuación. Este incidente marcó el límite para los otros miembros de la banda, quienes decidieron que The Doors dejaría de realizar presentaciones en vivo.
La vida de Jim Morrison estuvo plagada de problemas personales, excesos típicos de una estrella del rock y una vida desenfrenada. El año nuevo de 1971 lo encontró en París, pero ya estaba en un estado de salud deteriorado y lamentablemente, el 3 de julio de ese año, quedó claro que no abandonaría la Ciudad de las Luces. Fue entonces cuando su novia Pamela Courson descubrió el cuerpo sin vida del cantante de 27 años en la bañera de su departamento. La causa oficial de la muerte fue insuficiencia cardíaca, pero resultó tan polémica como su vida, y quizás aún más. Ha habido numerosos rumores, teorías e incluso libros sobre los eventos que llevaron a su fallecimiento, y algunos sugieren que la causa de muerte oficial podría no ser la verdadera. Otros relatan historias más fantásticas, por ejemplo, la cantante Marianne Faithfull afirmó que Jim fue asesinado por su novio, el famoso traficante de drogas Jean de Breteuil, quien según ella, le suministró las drogas que provocaron su muerte. Incluso existe la creencia de que el Rey Lagarto pudo haber fingido su muerte y vivir en reclusión. De hecho, en 1966, antes de firmar un contrato discográfico, le dijo a la banda que fingiría su muerte para aumentar su notoriedad. Efectivamente, después de la muerte de Morrison las ventas de álbumes se dispararon. Él mismo admitió en vida, “Me considero un ser humano inteligente, sensible y con alma de payaso que siempre me obliga a explotar en los momentos más cruciales”.
Por Cynthia Serebrinsky
Infobae