Necrológicas

– José Liborio Belquén Barrientos

– Luis Fernando Pérez Zúñiga

Reacción desmesurada

Por Abraham Santibáñez Sábado 7 de Septiembre del 2024

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El origen de la guerra se remonta a un lejano pasado. Ha tenido momentos de calma y otros de furia. No hay certeza acerca de quién tiró la primera piedra, pero sí conocemos día a día a quienes disparan armas modernas, lanzan drones y bombas de grueso calibre o artefactos incendiarios. 

El último episodio de este milenario enfrentamiento entre judíos y palestinos empezó hace menos de un año, cuando un comando de Hamás atacó sorpresivamente territorio de Israel cercano a Gaza. Tras el recuento de muertos, heridos y rehenes, el gobierno de Benjamín Netanyahu inició una guerra sin cuartel. Una publicación palestina en Chile asegura que en once meses han muerto 134 gazatíes cada día, incluyendo combatientes y ancianos, niños y civiles-civiles. Se cree que más de 40 mil palestinos han muerto violentamente frente a un millar de israelíes-

Los ciudadanos de Israel han pedido incansablemente el rescate -con vida- de sus compatriotas retenidos en Gaza, 101 en la actualidad. Los padres de Hersh Goldberg-Polin, de 23 años, nacido en Oakland, California, y quien vivía en Israel desde niño se convirtieron en su símbolo: Jon y Rachel se reunieron con el Presidente Joe Biden y la Vicepresidenta Kamala Harris; hablaron en las Naciones Unidas y en la reciente Convención Nacional Demócrata; sostuvieron una audiencia con el Papa y concedieron decenas de entrevistas. Su conmovedor intento por recuperar con vida a su hijo terminó en fracaso. Su cadáver y los de otros cinco rehenes, incluyendo dos mujeres, se encontraron en un túnel de Gaza.

El lunes 2 de septiembre, en Jerusalén, miles de personas acompañaron a los Goldberg-Polin en sus funerales. 

Rachel, vestida con una camisa rota, una costumbre judía de luto, dijo que era un “honor asombroso” haber sido la madre de su hijo: “Sé que estás aquí. Sólo tengo que aprender a sentirte de otra manera… Y, Hersh, hay una última cosa que necesito que hagas por nosotros. Necesito que nos ayudes a mantenernos fuertes y a sobrevivir… te ruego, Hersh, que hagas lo que puedas para que tu luz brille y nos ayudes a levantarnos de nuevo… Está bien, dulce niño, vete ahora a tu viaje, espero que sea tan bueno como los viajes con los cuales soñabas. Te amaré y te extrañaré todos los días del resto de mi vida”.  

Y concluyó: “Finalmente, finalmente, finalmente eres libre”.

El Presidente de Israel, Isaac Herzog, también habló pidiendo disculpas: “Lamento mucho no haber protegido a Hersh en ese día tan oscuro. Lamento mucho no haberlo podido traer a casa”.

En Washington, ese mismo día el Presidente Joe Biden culpó al Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por no haber hecho lo suficiente para lograr un acuerdo de alto el fuego que pudiera liberar a los rehenes.

Lo mismo piensan millones de israelíes que declararon una huelga nacional y han protestado incesantemente en las calles. Según las agencias informativas, Avi Lavi, uno de los manifestantes, dijo: “Ha llegado el momento de levantarse y despertar, de hacer todo lo posible para que los rehenes regresen con vida”.

No es la reacción inicial de unánime apoyo que tuvo Netanyahu para hacer frente a los terroristas. 

Su error fue llevar la guerra más allá de lo razonable.

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