Necrológicas

– Viviana Flores Méndez

– Luis Enrique Alvarez Valdés

El rol de cuidadora comienza a los 10 años y se realiza por décadas

Viernes 1 de Noviembre del 2024

Compartir esta noticia
82
Visitas
  • Presentaron Estudio Experiencias de Vida de las Cuidadoras.

En una nueva sesión de la Red Cuidar, la seremi de la Mujer y la Equidad de Género, Alejandra Ruiz Ovando, presentó los hallazgos del estudio “Experiencias de Vida de las Cuidadoras: Autonomía Económica y Expectativas”. Este informe, desarrollado para visibilizar el rol fundamental de las mujeres que cuidan a personas con discapacidad severa o en situación de dependencia “refuerza la urgencia de avanzar hacia una corresponsabilidad social en las tareas de cuidado y hacia políticas públicas que respondan a sus necesidades reales”, recalcó la secretaria regional ministerial.

De acuerdo con los resultados, el cuidar es una experiencia de vida. En promedio, las mujeres que participaron del estudio han cuidado de personas con discapacidad severa por 10,2 años y hay un número significativo de mujeres que comenzaron a cuidar desde la infancia (a partir de los 10 años, aproximadamente), a sus hermanos, a sus padres -incluso- o a sus abuelos.

En algunos casos, ellas se han hecho cargo, de manera sucesiva o combinada, del cuidado de hermanas, hijos, nietos y esposos, desarrollando una trayectoria de vida totalmente abocada al cuidado de otras personas. Así, su vida completa ha estado supeditada al trabajo de cuidados no remunerados y la vida personal no logra hacerse un lugar diferenciado y diferenciable.

El informe concluye, además, que el trabajo de cuidados asumido en edades tempranas afecta la continuidad de estudios técnico-superiores y con ello las posibilidades de empleabilidad futura en condiciones laborales que permitan una buena calidad de vida. Asimismo, largos periodos fuera del mundo laboral implican pérdida de competencias y de trayectorias demostrables para reinsertarse.

Las conclusiones de esta investigación también subrayan cómo el rol del cuidado afecta las rutinas diarias y la distribución del tiempo entre las mujeres que lo desempeñan. Así, las entrevistadas declaran que dedican 11,3 horas diarias a estas labores, contrastando con las 1,8 horas que sus familiares destinan a este trabajo en la semana. En tanto, el fin de semana, ese número asciende apenas a las 2,5 horas; evidenciando la falta de relevo y la ausencia de corresponsabilidad en los cuidados.

Esta sobrecarga de trabajo no sólo impacta en la cantidad de tiempo disponible para actividades personales y de ocio, sino también en la posibilidad de las cuidadoras para mejorar su calidad de vida. Mientras que las mujeres en general -de acuerdo a la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (Enut)- dedican 5,9 horas diarias a aficiones, deportes y vida social; las entrevistadas en este estudio afirman que pueden asignar sólo 3,2 horas a estas acciones, incluyendo a aquellas relacionadas con su cuidado personal, como ducharse y comer.

Aislamiento social

A eso, se suma el aislamiento social provocado por el escaso y esporádico contacto que tienen con sus vecinos, lo que agudiza la falta de redes de apoyo para los cuidados.

El trabajo de cuidados también incide en su salud de manera significativa. En ese sentido, del total de cuidadoras entrevistadas, el 33.3% reconoce enfrentar problemas de salud física, mientras que el 70,8% declara tener dificultades de salud mental. Así, se visualiza que ambas dimensiones empeoran considerablemente en comparación al estado de salud previo al inicio de los cuidados. Además, muchas mujeres sostienen haber asumido estas responsabilidades mientras atravesaban condiciones psicológicas complejas, exacerbando aún más dichas situaciones.

En conclusión, este panorama genera que a las cuidadoras les resulte complejo visualizar el futuro y plantearse un proyecto vital sin el actual trabajo de cuidados. “La inmediatez y la sobrecarga del día a día, la falta de certidumbre respecto a la evolución de la o las personas cuidadas, la ansiedad y el temor por la potencial pérdida o por la posibilidad de dejar al destinatario del cuidado en la desprotección, y el despoblamiento de la vida presente de todo aquello que no sea los cuidados, despoja a las mujeres cuidadoras de un proyecto personal”, revela el estudio.

Pin It on Pinterest

Pin It on Pinterest