Cuidar, resistir, acompañar: una red invisible de solidaridad que sostiene vidas
María Juana Cvietkovich, es una adulta mayor residente en pleno centro de Punta Arenas. Vive de una pensión básica y una vida marcada por el cuidado permanente de su hija Rocío Bahamondes, quien padece el síndrome de Rett, una enfermedad neurológica que afecta casi exclusivamente a niñas y mujeres, interrumpiendo su desarrollo y generando varias discapacidades físicas y cognitivas. Rocío, que hoy tiene 43 años, requiere atención total. No habla, no camina, no puede valerse por sí misma. Su madre la ha cuidado día y noche desde que tenía un año.
Es por ello que la presencia del Grupo “Ayudar Hace Bien Al Alma” fue tan importante. Llegaron con pañales, alimentos, apoyo emocional. Con presencia. “Marcela venía después de su trabajo, sin pedir nada a cambio. Sólo por ayudar”, recuerda la mamá. Ese gesto algo cambió en su cotidianidad: le devolvió la sensación de no estar sola.
“No sé qué haría sin ellas. Yo tengo miedo, de verdad. Miedo de que esto se acabe”. En su voz hay una mezcla de angustia y dignidad, la misma que ha sostenido a miles de mujeres cuidadoras que en todo el país viven en la invisibilidad, cargando sobre sus espaldas un trabajo esencial para la supervivencia de otros, pero sin remuneración, sin jubilación digna, sin derechos garantizados.
El grupo y su trabajo
en la región
Con profunda emoción, Marcela Avila Henríquez, da cuenta del trabajo desplegado durante diez años, en lo que es una despedida. Y, es que fue trasladada al norte. Ella era funcionaria de la Conadi Magallanes y durante más de una década canalizó, de manera completamente voluntaria y personal, la energía solidaria de cientos de personas a través del grupo “Ayudar Hace Bien Al Alma”, una iniciativa que surgió con un propósito claro: acompañar a la comunidad de Puerto Edén y, desde allí, extender la ayuda.
En 2013, luego de conocer la realidad de esta localidad aislada, Avila no pudo quedar indiferente ante la precariedad que enfrentaban niños y adultos mayores. Lo que partió como una colección navideña se convirtió con el tiempo en una red de apoyo humano, afectivo y material para numerosas familias. Campañas de juguetes, canastas familiares, ropa, pañales y ayuda directa llegaron no sólo a Puerto Edén, sino también a Punta Arenas, Puerto Natales, Porvenir, Seno Obstrucción y Puerto Williams.
Una red de corazones comprometidos
Con más de mil participantes activos, “Ayudar Hace Bien Al Alma” fue consolidándose gracias al compromiso de una comunidad que entendió que dar también transforma al que entrega. Así lo expresa la doctora Gabriela Kuzmanic, médico anestesiólogo y una de las colaboradoras constantes del grupo desde 2017: “Lo que logró la Marce con este grupo maravilloso es simplemente genial. Ayudar no es sólo algo material, es estar presente desde el corazón. Y la Marce hace esto desde el corazón”.
Uno de los momentos más inolvidables fue el viaje en 2017 a Puerto Edén, en el que junto al payaso Polvorita y el corporeo de Masha organizaron una gran fiesta para toda la comunidad. También se destaca la construcción de una mediagua para don Juan, un vecino de edad avanzada, y la asistencia permanente a personas postradas y adultos mayores cuyas condiciones de vida exigían respuestas urgentes que el grupo supo canalizar.
El trabajo en Puerto Edén
La agrupación no sólo ha estado presente en Punta Arenas. También lo ha hecho en lugares tan aislados como Puerto Edén, una de las localidades más remotas del país. Ahí, donde el aislamiento es norma, la agrupación tendió una red de afecto, cuidado y presencia.
Elena Maura Alvarez Díaz, artesana e intregante del grupo Raíces Puerto Edén, “ha sido todo para nosotros, para Puerto Edén, para todo el resto de los pobladores, nos ha ayudado bastante y yo por lo menos estoy muy agradecida de ella porque nunca nos deja a un lado, siempre está pendiente de todos nosotros y le agradezco mucho que le vaya muy bien donde ella llegue”.
Julio Chiguay, de 63 años, es otro de los habitantes de Puerto Eden que saben de esta ayuda. “Ella siempre está presente, con adultos mayores y con los niños, siempre en Navidad y siempre apoyando, ella es una persona muy especial”, indicó.
En comunidades donde los programas del Estado llegan con dificultad o simplemente no llegan, la presencia constante de estas voluntarias marca una diferencia real. “A veces las tormentas impedían salir, pero ellas igual trataban de llegar. Cruzaban en bote, en lo que fuera. No traían lujos, traían humanidad”.




