Apruebo, Rechazo, Sí y No
Este domingo, como muy pocas veces en la historia, estamos convocados a elegir entre aprobar o rechazar la redacción de una nueva Constitución y sobre qué órgano debiese llevar a cabo esta tarea. Para variar una votación binaria similar a la del Sí y el No de 1988, hito que aún nos marca a fuego al igual que el 11 de septiembre de 1973. Y probablemente el estallido social del 18 de octubre del año pasado, también se constituya en un hito similar, a recordar con actos y violencia, ya lo experimentamos este año al igual como lo fue en el pasado el día del joven combatiente, que se “celebraba” año tras año.
Claro que ahora hay algunas diferencias, si bien el tema constitucional ni figuraba entre las primeras prioridades de las personas antes del “estallido”, el mundo político tan vilipendiado, aprovecho el momento histórico para concordar el desafío constitucional en ciernes. Para ver que tan enganchada está la gente con embarcarse en un proceso constituyente, hay que esperar las últimas horas del domingo cuando se tendrá la respuesta.
Para el sector político de oposición, la Constitución, pese a tener muchas reformas en los gobiernos a su haber, la ven como un instrumento originado por Pinochet y mientras no exista “una nueva” que surja desde una “hoja en blanco”, no será legítima. Como en un país se trata que todos vivan armónicamente y si un sector importante de la sociedad piensa de esta manera, bien se podría votar Apruebo como un gesto de nobleza.
Ahora bien, si uno escucha a los del otro lado, a quienes defienden la Constitución remodelada con sus reformas, que ha conducido al país donde estamos, en un sitial de desarrollo superior en el continente sudamericano, puede comprender el temor a embarcarse en un proceso desconocido cuando se tiene algo que ya ha funcionado y más aún, se puede mejorar incluso con otras reformas. Para que botar algo que puede seguir sirviendo.
Una de las cosas buenas que tiene esta encrucijada constitucional, es que no reconoce exclusividad de domicilio político, aquí se quebró la férrea división del Sí y el No. Después del domingo sólo queda ponerse a trabajar en redactar una nueva carta magna o reformar la que tenemos, dependiendo de quien gane. En dos palabras el país habrá ganado.
Para que el país no sufra un proceso democrático muy conflictivo o un sector se sienta con licencia para pasar la aplanadora, por el masivo caudal de votos que pudiera obtener, muchos piensan que lo más conveniente para un país moderado como Chile, es que la votación sea lo más estrecha posible. De modo que ambos sectores deban mantener un especial respeto entre sí y porque además van a seguir conviviendo juntos por muchas décadas más.
Lo que sí está claro, es que en uno u otro caso, las regiones deberán ser protagonistas principales y definir en lo constitucional que, de aquí para adelante, serán reconocidas como sujetos políticos, lo que hasta la fecha no ha ocurrido. Donde las regiones no han sido sujeto de desarrollo o motor de cambio, sólo han sido objeto de intervención. Incluso a partir del próximo año con los gobernadores regionales elegidos y los futuros cambios constitucionales, el horizonte no sólo se proyecta más auspicioso, sino además se expande.