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Diego Vásquez Vargas, kinesiólogo integrativo: “Esta mirada integrada de la medicina unifica todos los cuerpos que conforman al ser humano”

Domingo 15 de Noviembre del 2020

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La mayoría comienza yendo a su consulta para tratar una torcedura, un dolor de articulación o muscular, pero a medida que pasa el tiempo, van descubriendo que esos síntomas tienen una raíz mucho más profunda y que no se deben a circunstancias específicas. Diego Vásquez Vargas es kinesiólogo, pero ya cuando estaba estudiando, sintió que podía expandir más los conocimientos básicos que se le impartían.

“Comencé cuando asistí a un congreso de medicina integrativa, y ahí conocí otras veredas de la medicina, que se escapan un poco de lo occidental. Eran exposiciones basadas en evidencias y eso me permitió revitalizar mi rol como terapeuta, que era algo que sentía al debe cuando egresé, que mi rol era carente en lo que yo quería aportar. Era más pretencioso, en el sentido de buscar algo más trascendental para el consultante y no quedarme con mi manejo solamente de los síntomas y el discurso de que una lesión es crónica y no hay nada más que hacer”, evocó.

Así llegó a Prana kine, un instituto profesional de medicina integrativa, donde hasta la fecha, ha realizado tres diplomados: kinesiología integrativa y fenomenología médica; medicina vibracional y nutrición integrativa. “Esta mirada integrada de la medicina unifica todos los cuerpos que conforman al ser humano: físico estructural, psicoemocional, cuerpo bioquímico nutricional, y cuerpos electromagnéticos, más sutiles, que son más netamente bioenergética, en que trabajamos los chakras, que se reconocen ya, hay estudios que lo avalan”.

El kinesiólogo advierte que la percepción ante estas medicinas está cambiando. “Todo lo que esté fuera de lo convencional, en Chile, siempre se va a llamar, para algunas personas, alternativo, pero si buscas el origen de estas medicinas, no es alternativo. La medicina es todo aquello que facilita la curación del ser humano. En ese sentido, no entro en apegarme a los estándares de la medicina moderna, porque eso termina siendo reduccionista, limitando lo que facilita la sanación”.

Aún, sin embargo, persiste la mirada despectiva hacia estas terapias, acusándolas de no tener validez científica, basadas principalmente, en prejuicios. Al respecto, Vásquez opina que “todo aquello que se aleja de lo tradicional, cuesta; por otro lado, nuestra educación no habla que somos un cuerpo energético, se reduce todo a algo totalmente concreto, lógico, racionalista, se busca lo que sea palpable. Una pastilla concreta, la reacción química es concreta, se puede medir y eso es real; lo que va más allá, no existe. Es un nivel de reduccionismo que se ha ido modificando. También, estas prácticas han sido realizadas por personas que no tienen vocación por esto, sino que quieren aprovecharse a través de estas veredas para generar ingresos, que finalmente terminan desprestigiando la práctica seria”.

En esa línea, Diego Vásquez profundiza en que “hay un conflicto de intereses a través de la medicina farmacológica en que todo aquello que entra a competir con ciertos objetivos que ellos quieren vender, van a buscar la forma de invalidarlo. Todos los que han venido acá han cuestionado ese endiosamiento que hay a la farmacología, porque ven que no tratan causas y no quieren estar ‘empastillados’ toda la vida. Hay gente que tiene miedo de dejar la farmacología y abrirse a otras propuestas terapéuticas. Todos esos factores contribuyen a que estas medicinas, para algunas personas, sean algo a lo que cuesta abrirse. Una vez que reciben estas prácticas médicas realizadas por un profesional o de una persona que se ha perfeccionado, cambia la perspectiva de la persona, sobre todo cuando ve resultados que van más allá de los efectos placebos”.