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“Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia (1780-1850)”. 1ª parte. Marcelo Mayorga

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 14 de Febrero del 2021
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Para quienes somos simples aficionados a la historia de nuestra región, muchas veces tendemos a pensar que la actividad económica y el encuentro con las razas originarias en esta parte del planeta se inició a fines del siglo XIX con el auge de la ganadería ovina.

El libro que hoy reseñamos indaga en estos ámbitos centrado en un periodo y actividad respecto de las cuales, estimamos, no se ha profundizado lo suficiente en la historiografía regional, habida consideración de los trabajos de Eugenio Pereira Salas, Mateo Martinic Beroš y Armando Alvarez Saldivia.

Marcelo Mayorga emprende esta investigación en un terreno difícil para estos efectos, principalmente por la falta de fuentes primarias de información debido a la escasez de registros, el anonimato de la mayoría de los personajes involucrados y el secretismo con el cual se manejaba esta actividad. Para salvar este escollo, junto con el respaldo de una nutrida bibliografía, investigó en Archivos y Bibliotecas, principalmente de Estados Unidos, revisando, entre otros documentos, registros portuarios o los escuetos “logbooks” manuscritos (especie de bitácoras de navegación).

El área geográfica del estudio incluye la Patagonia, Tierra del Fuego, Islas del Atlántico Sur, como también algunos sectores del Océano Pacífico, excluyendo las islas y Península Antárticas. El periodo analizado abarca desde 1780, año del cual datan los primeros registros documentados del paso de embarcaciones loberas por mares australes hasta 1850, que se corresponde con el fin de una década, en la cual se afianza la soberanía nacional a partir de la Toma de Posesión del Estrecho de Magallanes en 1843.

Las primeras informaciones relativas a la existencia de estos recursos en mares australes provenían de las expediciones científico-navales británicas del siglo XVIII, ello motivó a inversionistas Británicos y luego Estadounidenses, éstos últimos a partir del término de la guerra entre los dos países (1812-1815).   

La caza lobera se desarrolló paralelamente a la ballenera, y se puede afirmar que ambas se constituyen en la primera actividad económica de relevancia en el territorio que atrajo a los extranjeros hacia estas latitudes, sin dejar de considerar que las etnias originarias cazaban lobos para consumo de su carne y el uso de sus pieles y aceites. En cuanto a la caza de ballenas y cachalotes el objetivo era principalmente la extracción del aceite que se usaba como lubricante en la industria textil y en las máquinas de vapor, como también para la iluminación (fabricación de velas, alumbrado callejero, balizas, etc.). También se obtenía aceite a partir de la caza de elefantes marinos y de lobos marinos comunes, en tanto, las barbas de las ballenas eran demandadas para la fabricación de diversos objetos por sus características semejantes al plástico.   

El incentivo a la caza de lobos marinos (especialmente la especie “fina” o de dos pelos) provenía de la comercialización de sus pieles específicamente en el puerto Chino de Cantón, pues en ese país se había inventado con un método para retirar la capa de piel gruesa de este mamífero. Luego, se sumarían Londres y Nueva York como destino de las pieles, que compitieron con las de nutria y las de lobo ártico.    

En tanto la caza ballenera se desarrollaba en alta mar con embarcaciones de mayor tamaño, la lobera con barcos de inferior calado, se centraba en mares interiores, lo que posibilitó el mayor contacto de estos marinos con los habitantes originarios.

  La actividad lobera era altamente competitiva, lo que explica el secreto en el cual se manejaba la escueta información de las expediciones. Era una tarea riesgosa desde el punto de vista operativo, por las difíciles condiciones de los mares en los cuales se desarrollaba y el extremo cuidado que debía guardarse respecto del procesamiento de las pieles antes de llegar a destino. El riesgo también se presentaba desde el plano comercial, debido a los vaivenes de los mercados, lo que hizo de ella una rama no precisamente lucrativa para los loberos de la época.

El próximo domingo entregaremos la segunda parte de esta reseña.