Necrológicas
  • Lorenzo Barrientos Vito

Las cenizas de un vuelo

Por La Prensa Austral Jueves 2 de Diciembre del 2021

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Juan Antonio Massone

Llego a esta tierra y a estos cielos, en este 2 de diciembre del año 2021 del Señor, habría escrito algún navegante en un documento de lejana fundación o de nota viajera, al arribar a esta ciudad, en la latitud 53.

Más cercana, esta palabra pretende representar el afecto valorativo que la Academia Chilena de la Lengua mantiene por Eugenio Mimica Barassi, corporación que le tuvo de integrante correspondiente y, desde 2014, en calidad de numerario. Doy fe de ello, porque tuve el privilegio de recibirlo -durante una ceremonia celebrada en marzo del mencionado año- , y, muy pronto, me fue dado compartir con él sesiones públicas y solemnes, charlas, publicaciones, viajes y trabajos de la mesa directiva.

Mucho vivido para decirlo en breve. Y es que la cortedad que sentimos de la existencia, la experimentamos aún más abreviada cuando lo que llamamos tiempo y lo que sentimos presencia se nos antojan pérdidas y desembarco de tristeza.

Hoy, el tiempo parece más detenido en este encuentro que lo tiene de protagonista en su inmediatez diluida, junto a la despierta memoria que le profesamos.

Aprovecho de decirte, Eugenio, que, desde tu viaje, se ha confirmado el afecto de quienes te han querido y quieren. Y aunque nadie hay que pueda alcanzar unánime estimación en los demás, es curioso percibir que tu significado de persona y de escritor se incrementa. Pervive la memoria del justo -según dice la Sagrada Escritura- ; y, a no dudar, esa calidad memoriosa alcanza a tu persona.

Las pompas y circunstancias no hicieron domicilio en tu actitud ni te esmeraron en afanes de parecer, en esta orilla del universo. Tu clave se avenía, con mayor propiedad, en la observación y en el juicio ponderado. Los libros que legara tu atención creativa fueron actos confirmatorios de querer y de justipreciar presencias. Tu magallanidad -tan evidente- disponía de ancestros lejanos europeos en quienes afirmar el viento austral y la laboriosidad persistente, modos ambos de edificar lo vivo.

Las evocaciones y los personajes son otros cauces por donde discurre la palabra, el silencio y los pálpitos de humanidad con que supiste habitar la palabra literaria.

Tu andar de rápidos pasos se orientaba a reencontrarse en los ámbitos hogareños.  Junto a María, centro afectivo tuyo, quedaba a buen recaudo tu acogedora sonrisa y metódico vivir. La sociabilidad de compartir un café o un alegre vino lo acompañabas con habla prolija acerca de los asuntos que solicitaran de tu atención.

En esta hora, cuando el tiempo confirma vuelo de liberación perdurable, confío en que los gestos y los actos que fueren emprendidos en tu nombre serán ofrenda a una persona cabal y contarán con la certeza de que no los arrebatará la desmesura, característica tan ajena de tus hábitos y de tus convicciones. En todos ellos, encontraremos una evidencia de que lo que llamamos muerte no tiene la última palabra.

Como te sé algo parco en tus dichos, no te importuno más. Palabras éstas que son abrazo de amigo, de contertulio y de lector. Ya dijiste Adiós al descontento. Me he atrevido a hablar de ti, a ti mismo, porque estoy seguro de que estás vivo de otro modo.

Dichoso aquel que alcanza la corona de la Vida.

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