Margot Loyola es recordada en Magallanes
Magallanes ha recibido, en muchas oportunidades, visitas muy especiales. Entre ellas, se puede citar, a la destacada folclorista nacional, Margot Loyola. El profesor de Historia y escritor regional, Alexander Santander Olate, investigó y rescató registros de una gira que la trajo a estas tierras el año 1955, arribando a Punta Arenas el 3 de noviembre y permaneciendo por más de un mes en la región; tiempo que dedicó para efectuar dos presentaciones en Punta Arenas y dos, también, en Tierra del Fuego. Además, ejecutó talleres de danzas tradicionales de canto y guitarra, en el salón de actos de la Escuela Técnica Femenina.
Los medios citan que, en otras instancias, de tipo investigativo, nuevamente, visitó y entrevistó a diferentes personajes de la región. En otro momento, específicamente, durante el Festival Folclórico de la Patagonia de 1995, integró el jurado junto a su esposo, Osvaldo Cádiz, quien ha dicho que: estas visitas fueron muy significativas para ambos tanto en el sentido humano como en el cultural.
Margot Loyola en 1994 recibió el Premio Nacional de Artes Musicales y falleció el año 2015; al velatorio asistió un grupo de magallánicos, quienes la despidieron cantándole “Corazón de escarcha”.
Con la intención de apoyar la difusión de su vida y obra, sobre todo, entre los niños de Magallanes, la escritora regional María Alejandra Vidal Bracho, ha escrito un poema, con tintes biográficos, que recuerda la figura de esta gran artista y maestra chilena, quien, en sus inicios, fue apodada: “La niña de la voz que besa”.
La niña de la voz que besa
Poema dedicado a la maestra Margot Loyola Palacios
(1918-2015)
Autora: María Alejandra Vidal Bracho
Creadora incansable, estudiosa y viajera.
La vida eligió el año 1918 para encarnarte en Linares.
De tu madre aprendiste las primeras tonadas
luego, las cantoras fueron tus maestras.
Junto a tu hermana iniciaste el viaje por los escenarios;
“Las Hermanas Loyola” y un primer contrato
en radio Pacífico de Santiago.
Más tarde, la separación del dúo
y viene un camino en solitario,
recorriendo tu país y otras tierras extranjeras,
que también de tus encantadoras artes gozaron.
Tus manos inquietas,
dedicadas al quehacer del piano y la guitarra
eran punto de encuentro, puente
entre vidas citadinas y campesinas.
Rescatadora incasable de historias, costumbres, música y bailes;
¡cuánto amaste Margot la vida rural!,
te faltó vida para seguir amándola,
aunque, de seguro, aún recorres los campos
con tu pelo suelto o capturado en trenzas
adornado con flores, cintas y pañuelos,
sonriendo lozana con labios vivaces,
mirada pícara y sabia altivez;
enmarcado tu rostro por aros exóticos;
vestida impecable, siempre lista, para iniciar el baile,
ataviada por chales y ponchos perfectos,
destacando por tu gusto distinto, atrevido y sincero.
“La niña de la voz que besa” y en la Quinta Normal
el destino te une con la Violeta,
que se convirtió en tu amiga, comadre y compañera.
Juntas eran magia, entusiasmo, creación, potencia
y, nuevamente, la soledad te encuentra
cuando la muerte a Violeta Parra de tu camino aleja.
Pero a pesar de la pena, tu alma desposada con tu tierra
continuó llevándote por los senderos de la investigación
y del resguardo del patrimonio chileno, buscando en cada rincón,
por más lejano que fuera.
En el año 2015, en Santiago de Chile, tu corazón dijo adiós;
y así cesó tu canto, tu vida encarnada, tu talento y tu amor,
pero en tus obras tu esencia está viva, intacta, valiosa,
contienen tu energía, fragmentos de tu alma prodigiosa.
Suerte tuvimos de tenerte en esta tierra chilena
fuiste una bendición en la vida de tu público, de tus alumnos,
de todos los que te tuvieron cerca,
y el gran legado que dejaste, hoy es un tesoro,
que debemos mantener, porque fueron muchos tus desvelos,
tus horas dedicadas al estudio, a la creación, a concretar tus anhelos
como folclorista, compositora, guitarrista, pianista e investigadora,
y por, sobre todo, como una maravillosa mujer que amó la vida
con tanta pasión y vehemencia.