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¿Cómo es eso de tener fe, Marcos?

Por Marcos Buvinic Domingo 12 de Junio del 2022

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No me refiero a esa fe entendida como una especie de confianza condimentada con optimismo, que hace pensar que hay alguna esperanza. Me refiero a la fe en Dios, que no es -simplemente- afirmar la existencia de un ser superior, sino la fe que es vivir la presencia cercana de Dios como camino hacia la plenitud de todo lo humano.

Soy consciente que esto puede parecer extraño a algunas personas, porque hay quienes piensan que un aspecto del progreso humano y de un mejor futuro está en las diversas formas de no-creencia: agnosticismo, ateísmo, nihilismo, escepticismo, etc. Sin embargo, vale la pena preguntarse si acaso estas u otras formas de no-creencia representan un bien o una liberación para el ser humano.

Acabo de leer una entrevista a uno de los más destacados economistas del país (¡sí, un economista!) que pone esta pregunta y ofrece su respuesta personal. Se trata del profesor y ex decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Joseph Ramos, elegido por sus pares como el mejor economista en el 2020, quien acaba de publicar el libro “¿Creer o no creer? El misterio de Dios a la luz de la razón”. Otra sorpresa, la entrevista está publicada en “The Clinic”, cuyos contenidos parecen apuntar a otros temas e intereses.

Ramos, que se declara creyente y católico “relativamente ortodoxo”, dice que ha escrito este libro para compartir -desde su experiencia- los argumentos y razones para creer en Dios: “muy pocos han considerado, por el lado de los creyentes, los argumentos racionales sobre el tema”. El libro lo ha dedicado “a mis amigos agnósticos” y, en el caso de los no creyentes, señala: “me gustaría en primer lugar hacer que muchos repensaran sus posturas. O al menos se las cuestionaran. Yo honestamente creo que el no creyente se está perdiendo algo muy importante, porque imagínate que Dios realmente existiera. Entonces, creo que uno está perdiendo mucho al dar la espalda a esa creencia. Construir tu vida como si no existiera, cuando realmente existe”. Y agrega que “el Chile actual padece de esa distinción entre lo ‘subjetivo’, atribuido al mundo de la fe y los creyentes, y lo ’racional’, que se relaciona con el ateísmo. Todo esto sin entrar a considerar si pudiera haber argumentos racionales detrás de creer en Dios”.

Por mi parte, estoy esperando poder leer el libro, compartiendo el asombro que señala Ramos: “pensar lo increíble de que algo exista; esa es la pregunta filosófica número uno: por qué hay algo y no nada”. Y sigue, “es extraordinario que todo se gobierna por leyes. Leyes físicas, leyes químicas, leyes biológicas. ¿Por qué por leyes? ¿Por qué cada átomo obedece la misma ley que otro átomo? ¿Por qué no cada átomo tiene su propia ley? (…). Qué extraordinario es que hay orden y no caos. Entonces el chispazo es cuando me di cuenta de eso, quedo asombrado por eso y entonces tienes que reflexionar para deducir un argumento, como trato de deducir que la inteligibilidad del universo es extraordinaria. Bueno, no lo digo yo, lo dijo Einstein: lo más incomprensible del universo es que sea comprensible”. 

En el mundo que vivimos, muchos piensan que el dinero y el bienestar son la solución de nuestros problemas, pero las grandes cuestiones de la vida, el problema la muerte, el amor, la ética y la conciencia, la belleza, el anhelo de felicidad, no se resuelven con dinero y bienestar. Por eso, tomar en serio la pregunta por Dios y la fe es, en este sentido, tomar en serio la propia vida y sus anhelos más hondos.

Vuelvo a la entrevista a Ramos, cuando el periodista pregunta “¿dónde está la fe?”, responde: “Los que tenemos fe, está en Jesucristo. Y la iglesia, si hace su pega bien, apunta hacia Jesucristo. Y si hace su pega mal, no está apuntando a eso”. Así, esto de tener fe es creer en Alguien y creerle a Alguien; es una relación con el Señor Jesús, que nos sumerge en el misterio insondable e indecible de Dios.

La fe en Dios no es una emoción del corazón, y aunque el creyente siente y disfruta su fe, no es algo que dependa de sus sentimientos, sino que es una actitud responsable y razonada. Tampoco es una simple opinión personal, porque la realidad de Dios no depende de mí, ni la fe es una creación personal, sino que nace de acoger la acción de Dios en mí (eso es lo que llamamos el Espíritu Santo). Tampoco es una simple tradición familiar o una costumbre religiosa, sino una decisión personal, consciente y libre de cada uno. Tampoco es una especie de tranquilizante ante los problemas, y aunque la fe en Dios es fuente de paz y consuelo, creer es el mejor estímulo para vivir, trabajar y luchar de un modo responsable y esperanzado, a la manera del Señor Jesús.

En una palabra, esto de tener fe comienza cuando nos encontramos con el Señor Jesús y su Evangelio y vamos descubriendo el amor que Dios nos tiene, y que eso también tiene sus razones, razonadas y razonables.