Las sombras de la fiesta del Mundial de Fútbol
Marcos Buvinic Martinic
El próximo domingo 20 de noviembre comienza el Mundial de Fútbol en Qatar y los que gustan del fútbol ya se disponen a ver el hermoso espectáculo de buenos partidos, lamentando, eso sí, que nuestra selección nacional haya quedado fuera de este torneo mundial, ¡una pena para todos los hinchas chilenos!
En lo que mí se refiere, me gusta ver algunos buenos partidos de fútbol y disfruto con el espectáculo deportivo que combina resistencia física y destreza con el balón, capacidad de jugar como equipo, estrategia adecuada y nervios bien templados. Un buen partido de fútbol apasiona y entretiene a grandes y chicos en todo el mundo.
Sin embargo, este Mundial de Qatar ha desatado, sobre todo en Europa, mucho rechazo y ácidas protestas, llamados a hacer un boicot al torneo y declaraciones de diversas organizaciones sociales y de trabajadores, de instituciones de defensa de los derechos humanos (entre ellas Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la OIT y la Confederación Sindical Internacional) y de iglesias, que buscan visibilizar el lado “b” de este espectáculo deportivo, el cual oculta las violaciones de los derechos humanos a los trabajadores y migrantes en Qatar.
Varias ciudades europeas, París entre ellas, han decidido protestar no transmitiendo los partidos del Mundial en las pantallas gigantes de lugares públicos. Amnistía Internacional ha señalado que Qatar es “la Copa Mundial de la vergüenza”, y en su página web señalan ocho tipos de violaciones de los derechos humanos de los trabajadores que han hecho posible la realización del Mundial, denunciando que la Fifa, sus patrocinadores y las empresas constructoras internacionales, en una bien tejida red de intereses creados, obtienen enormes beneficios. Algunos han comparado las obras de construcción de los estadios que veremos en los partidos, los hoteles y otros servicios, con las pirámides de Egipto; es decir, una maravilla construida con el trabajo y la vida de miles de esclavos.
¿Qué es lo que ha despertado esta corriente de protestas y rechazo al Mundial de Qatar? Resulta que, en ese pequeño país petrolero de la región arábica, de unos 2,3, millones de habitantes, el 90% de la mano de obra son trabajadores migrantes de India, Nepal, Bangladesh y Filipinas, que viven y trabajan en condiciones inhumanas y con sueldos irrisorios en uno de los países más ricos del mundo: el salario que reciben es de 300 dólares al mes en uno de los países con mayor renta per cápita del mundo. Incluso, han muerto más de cuatro mil trabajadores a causa del calor extremo (puede llegar a 50°) en que deben trabajar y la deshidratación. Por cierto, los sindicatos están prohibidos en el país y a los trabajadores extranjeros se les retiene el pasaporte.
Además, la situación de las mujeres que trabajan en el servicio doméstico en Qatar, todas ellas migrantes de países asiáticos, no puede ser peor: condiciones laborales de semiesclavitud, con jornadas laborales de 16 horas y un salario 230 dólares mensuales. Además, denuncian algunas organizaciones, nueve de cada diez mujeres migrantes sufren abusos sexuales y violaciones en los hogares qataríes sin poder tener defensa legal, porque los tribunales de Qatar juzgarían a esas mujeres y no a los agresores, por el delito de relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Como dije al comienzo, de ninguna manera estoy contra el fútbol, salvo cuando se transforma en una “droga futbolera”. Me gusta mucho ver los partidos de fútbol del Mundial, pero me parece importante que podamos ver que no todo lo que brilla es oro, que perdamos la ingenuidad y veamos que detrás de muchas maravillas y espectáculos cautivantes se esconden enormes injusticias.
Nosotros no podemos modificar las condiciones laborales y de vida de las mujeres y hombres trabajadores en Qatar, pero sí podemos ser personas cada vez más conscientes de las situaciones que afectan a los trabajadores que están cerca nuestro. Pensemos, por ejemplo, en los horarios laborales de muchos trabajadores y trabajadoras de los centros comerciales, de supermercados y malls que nos atienden los fines de semana. Seamos conscientes de las condiciones de trabajo de esos grandes servidores sociales que son los recolectores de basura, o miremos a tantos adultos mayores que, por sus pensiones miserables, deben seguir realizando diversos trabajos para poder llegar a fin de mes. O la situación que viven los guardaparques de Conaf, ahora en huelga, que con un salario de sólo $ 430.000, cuidan las maravillas de las Torres del Paine y de todos nuestros parques naturales.
Esta necesaria toma de conciencia es la que nos permitirá a todos ir dando pasos hacia condiciones de vida y trabajo que sean mejores para todos, y así siempre vivir con una honesta y buena conciencia.