Cecilia “La Incomparable”
Fue en esos años de los tempranos cursos de la entonces Escuela Primaria cuando empezamos a saber de Mireya Cecilia Ramona Pantoja Levi (Cecilia) en la revista “Rincón Juvenil” y luego en “El Musiquero” y en “Ritmo” y disfrutábamos de sus éxitos en nuestra fiel radio a pilas marca “Hitachi”. Que venía de Tomé decían las notas periodísticas, que jugaba básquetbol y le gustaban los autos de carrera y que era distinta, diferente, irreverente, transgresora; en suma: “Incomparable”.
Nació en Tomé en 1943 en el seno de una tradicional familia provinciana, en la cual encontró apoyo a sus dotes musicales. Con “Los de Tomé” graba un single para el sello RCA y luego, como solista registra “Uno de tantos” y “I wanna live” para Odeón en 1962. Lanzaría a continuación “Tango de las rosas”, “Aleluya”, “Baño de mar a medianoche” y “Puré de papas”. En 1965 ganó el Festival de la Canción de Viña del Mar con “Como una ola”, composición de María Angélica Ramírez (quien se impusiera con su propia interpretación en el Festival de la Patagonia en 1977, con su composición “Violeta eligió el silencio”). En Odeón grabó tres Long Plays entre 1964 y 1968, acompañada de los directores Valentín Trujillo y Luis Barragán. Sus discos eran éxitos de venta y llenaba los locales donde se presentaba a lo largo del país.
Trujillo también la secundó en “Gracias a la vida” (CBS, 1970) y donde incluyó el citado tema de Violeta Parra y “Plegaria de un labrador” de Víctor Jara, además de “Compromiso”. Al respecto, situémonos en la época y pensemos en las uniones sentimentales “sin documentos” y la cínica censura social reinante. No fue fácil entonces cantar “Un compromiso”: “Sin firmar un documento/ Sin mediar un previo aviso/ Sin hacer un juramento/ Hemos hecho un compromiso”. La canción, de hecho, no fue un éxito en la voz de Cecilia en esos años, se hizo verdaderamente conocida en versión de Javiera Parra en 1995.
Luego de algunas ofertas e intentos en el extranjero, Cecilia regresa a Chile e inicia actuaciones en boites y locales nocturnos de Santiago, una vez que el toque de queda de la dictadura se lo permitiera. El retorno a la democracia coincide con su descubrimiento por parte de la nueva hornada de músicos nacionales, y ella retoma los conciertos y las giras y sus discos son re editados.
Uno de los mitos que la ha rodeado, es ser rotulada como “La reina de la nueva ola”. Hemos sostenido en otras crónicas nuestro desacuerdo con dicha afirmación. Si bien fue contemporánea, no fue ni siquiera integrante de este movimiento de inicios de la década del ‘60, que se caracterizó principalmente por la grabación en español de éxitos originalmente cantados en inglés.
Cecilia fue y será la mejor cantante en la historia de la música popular chilena, el sitial se lo ganó gracias a su esfuerzo y calidad, sin necesidad de triunfar en el extranjero y prescindiendo absolutamente de un medio vital para el éxito, como lo es la televisión. Cuando decimos la mejor cantante, no nos apoyamos en su calidad vocal solamente, pretendemos ir más allá porque junto a esa buena voz hay una sólida propuesta artística y social, genuina, prescindente de cualquier tipo de concesiones y que ha servido de referente para nuevas generaciones de músicos.
Lo anterior, se refuerza al analizar su calidad interpretativa, con un registro de voz sobresaliente y estudios formales de música (a punto de recibirse de dirección orquestal). Ella fue la primera rockera chilena y marcaba notablemente la diferencia: desde la elección al repertorio hasta el vestuario y la estética. Recordemos, por ejemplo, el “Beso de taquito” lanzado a la platea, gesto técnico consistente en besarse una mano y el beso en vez de lanzarlo al aire, va hasta el taco del zapato, y con la pierna levantada en posición similar a la de un futbolista que le va a dar a la pelota de “taquito”: en vez pegarle a la pelota, Cecilia lanzaba el beso a la platea.
En 2022 Cecilia era una de las candidatas al Premio Nacional de Artes Musicales, otro de los postulantes era el Maestro Valentín Trujillo; ninguno de los dos ganó y lo decimos con mucho pesar pues -estimamos- que es hora de entender que la música popular también es arte, que el arte puede salir de una radio a pilas y no sólo de las batutas de la “Música seria”, de las guitarras campestres o las trutrucas.
Nos hacemos responsables de lo que vamos a plantear: Cecilia es y será la mayor figura en la historia de la música popular chilena, no tiene parangón ni en hombres ni mujeres del rubro, ni en calidad, ni en solidez de propuestas, ni en el cariño del público; por algo es y será: “La Incomparable”.