La fotografía, depositaria de la memoria colectiva

Una coproducción hispano-chilena está terminando el rodaje de El Ultimo Testigo, una película documental sobre la figura de Luis Poirot, autor de unos de los archivos fotográficos más importantes de Chile.

Su director, el periodista y documentalista español Francesc Relea, destaca la figura de Poirot, de 82 años, presentándolo como un hombre excepcional que defendió el valor extraordinario de la fotografía como depositaria de la memoria colectiva.

Mientras esta coproducción sigue haciendo esfuerzos para terminar la película y levantar el financiamiento necesario, a través del sistema de crowdfinding o micromecenazgo, en otro punto del orbe también se resalta la importancia que tiene el registro fotográfico para captar no sólo momentos, sino fragmentos de la historia.

En Magallanes, nuestro medio de comunicación también destaca la figura de un señor de la fotografía: José Villarroel, quien hasta el viernes pasado ejerció como jefe de dicha sección de La Prensa Austral.

Sin buscarlo y con sólo 19 años, llegó tímidamente hasta las entonces instalaciones del diario El Magallanes a colocar un aviso para buscar empleo. Allí, el azar o la Providencia -para algunos- hizo que se le invitara a ser ayudante de Fotografía. Serían cinco años en los cuales aprendió este oficio, en medio de momentos turbulentos, que llevaron al quiebre institucional y al periodo de la dictadura. Luego, vendría su contratación en La Prensa Austral, donde llegó a ser jefe de la citada sección.

Silencioso -igual que Poirot-, a través del lente de su cámara fue capturando todos aquellos pequeños y grandes momentos de la vida cotidiana de Magallanes, registrando, sin saberlo ni proponérselo, nuestra historia, la historia regional.

Poirot y Villarroel, cada uno en sus dimensiones y con sus particulares circunstancias, registraron los últimos 50 años de la historia, siendo ambos autores vivos de los archivos fotográficos más importante de Chile, el primero, y de Magallanes, el segundo.

A través de resaltar ambas figuras, remarcamos el valor de la fotografía no sólo como soporte para una imagen, sino por su capacidad de suspender el tiempo y permitirnos perpetuar la memoria.

Por ello, ¡gracias Luis Poirot! ¡Gracias, José Villarroel!