Nueva Constitución y territorio antártico chileno

El Consejo Constitucional ha estado desarrollando un trabajo que, hasta el momento, no había concitado tanta atención pública y que había quedado relegado a un segundo plano a raíz de hechos más polémicos como el denominado caso “convenios”.

Empero, al conocerse que el anteproyecto constitucional recibió sobre mil indicaciones, en los últimos días se comenzó a tomar mayor atención a la marcha de este nuevo proceso constituyente.

Las enmiendas que mayor exposición han tenido han sido las relacionadas con la propuesta de recudir de 155 a 135 la cantidad de diputados y hacer lo propio con el Senado, pasando de los actuales 50 integrantes a 48.

Elevar a 40 años la edad mínima para postular a la Presidencia de la República (la actual Constitución fija en 35 años dicho requisito).

En tal contexto, quedó al descubierto que, por consejo de la Dirección de Fronteras y Límites, se excluyó al Territorio Antártico Chileno del listado de localidades que quedarían bajo el calificativo de “territorio especial”. Así, el anteproyecto sólo consideraría tipificar bajo tal categoría a la Isla de Pascua y al Archipiélago de Juan Fernández, enclaves insulares de Chile en el océano Pacífico.

De acuerdo a lo revelado en la discusión, la Cancillería fue la que persuadió a los expertos constitucionalistas a que dejaran atrás la norma, al considerarla inadecuada y poco prudente. Ello, con el objetivo expreso de evitar un posible conflicto con Argentina e, incluso, con el Reino Unido, ya que parte de las pretensiones antárticas de dichos Estados se sobreponen al territorio antártico chileno.

Nuestra región tiene geográfica y administrativamente dentro de su territorio y jurisdicción a dicha zona antártica, siendo la comuna Antártica una de las once que tiene Magallanes. Por ello, resulta inaceptable que la referida propuesta sea rechazada y esto debe ameritar que tanto la delegación presidencial como la gobernación regional, así como los parlamentarios y las consejeras constitucionales magallánicas elegidas por voto popular, se pronuncien. 

Resulta mucho más impresentable que sea un gobierno encabezado por un magallánico el que resigne posiciones. De hecho, la prensa argentina ya ha celebrado dicha omisión y destacado que el gobierno de Boric haya optado por esto,  haciendo ver que coincide con la demora que tuvo nuestra Cancillería en objetar los límites de la plataforma continental argentina. 

Una vez más, vemos cómo, so pretexto de respetar el espíritu pacifista del Tratado Antártico y de desplegar una diplomacia no beligerante, el vecino país sigue avanzado en sus pretensiones antárticas y marcando precedentes, como haber hecho ley sus nuevos límites con mapa, incluido, mientras nuestra Cancillería sigue enmudecida.

Tal indolencia nos lleva a pensar que es ilusorio esperar una protesta enérgica por el vino “Cabo de Hornos,
Argentina”.