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Buenos Aires; Borges, algo de Piazzolla y un poco de Cerati. Quinta parte y final

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 3 de Diciembre del 2023
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El Buenos Aires, capital de la República Argentina, y al que nos hemos referido en estas crónicas y del cual hemos intentado un imaginario recorrido guiados por el escritor Jorge Luis Borges y los músicos Astor Piazzolla y Gustavo Cerati se enmarca en los límites de aquello que se conoce como Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) dentro de la cual encontramos el “Microcentro” y más allá de la cual tenemos el Gran Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires. Todas con el mismo apelativo (pero son cosas distintas) derivado de las denominaciones originales de sus dos fundaciones en la orilla sur del Río de la Plata.

La primera fundación se remonta a 1536, cuando el conquistador Pedro de Mendoza la denomina Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre. Luego, en 1580 Juan de Garay la refundó un poco más al norte con el nombre de Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Ayres: “Santa María de los Buenos Aires, si todo estuviera mejor” cantaban Los Fabulosos Cadillacs.

CABA tiene aproximadamente 3.200.000 habitantes repartidos en 15 comunas regidas por la ley A 1.777 de 2005. Dichas comunas se dividen en barrios, tales como Almagro, La Boca, Barracas, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Balvanera, San Cristóbal, Saavedra, Villa Urquiza, Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat, Constitución, Caballito, Flores, Liniers, Mataderos, Chacarita, Villa Crespo, La Paternal, Recoleta o Palermo.

En estos barrios encontramos desde las combativas “Villas” -donde vale la pena conocer y apreciar el gran trabajo comunitario de sus pobladores en pos de superar las carencias y luchar contra los estigmas- hasta la opulencia arquitectónica de tiempos pasados. 

Buenos Aires es un museo arquitectónico en cada esquina con diversidad de estilos; junto a las consabidas construcciones neo clásicas, art noveau y art decó, encontramos frecuentes muestras de línea Racionalista en edificios prácticamente idénticos como el Comega, Alas, Ministerio de Desarrollo Social o el edificio Safico, en el cual vivió Pablo Neruda cuando fue cónsul en la capital argentina y alojó en su departamento a la escritora María Luisa Bombal. También el estilo Brutalista del pintor y arquitecto Clorindo Testa marca presencia con el Banco de Londres y América del Sur y la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. 

Los íconos abundan; como el edificio Kavanagh, en su tiempo el más alto de Sudamérica, y atravesado por años de una leyenda que no es más que eso (todavía se afirma erróneamente que su construcción habría sido producto de un desengaño amoroso). En Avenida de Mayo vemos construcciones notables como el Palacio Barolo, inspirado en la “Divina Comedia” y con un “gemelo” en Montevideo -el Palacio Salvo- ambas obras del arquitecto y pintor italiano Mario Palanti.

Diagonal Norte (Avenida Presidente Roque Sáenz Peña) también es una clase de arquitectura a cielo abierto: con sus edificios con cúpula une el Obelisco con la Plaza de Mayo donde está la Casa de Gobierno (La Casa Rosada). Precisamente en esta arteria y aproximadamente a treinta metros de Plaza de Mayo está el Edificio Menéndez Behety (de los Menéndez de acá de la Patagonia).  

Las estaciones de trenes constituyen otro ejemplo del arte de los constructores: Retiro, El Once y Constitución destacan por el cuidado de su ornamentación. También lo son las sedes universitarias o sitios como el Teatro Colón (donde dirigió por años el afamado Arturo Toscanini) o el Luna Park, legendario coliseo para las grandes peleas de box, allí también tuvo lugar el “Adiós Sui Géneris” y se presentó Frank Sinatra. 

Y si de íconos y símbolos hacemos alusión, uno de ellos, el Obelisco fue muy discutido en su momento, se decía que era un puñal en el corazón de Buenos Aires. Erigido en 1936 en homenaje al cuarto centenario de la primera fundación de la ciudad, tres años después se aprobó su demolición, pero ésta fue vetada por el intendente de la época. El Obelisco mide 65,3 mts. y en su base tiene una puerta que permite llegar a la cúspide donde hay cuatro ventanas en cada una de las caras de su punta roma, la escalera interior tiene 206 peldaños con 7 descansos. Esta obra fue facilitada por el ensanche de las Avenidas de Mayo y de Corrientes (“Yo soy del treinta, yo soy del treinta/ Cuando a Carlitos se lo llevaron/ Cuando a Corrientes me la ensancharon”, reza el tango con letra de Héctor Méndez y música de Aníbal Troilo).

Buenos Aires, como señaló Borges, es un hábito “Un misterioso hábito”, un infinito hábito de recorridos infinitos para los cuales disponemos de una existencia con fecha de vencimiento, pues no habrá vida que alcance para empaparse de esta bella ciudad, para visitar sus librerías y cafés, en fin, para seguir mirándola “desde el nido de un gorrión”.

“Me verás volver a la ciudad de la furia…”.