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Vade retro, delincuencia

Por Jorge Abasolo Jueves 18 de Abril del 2024
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Lo que narro a continuación sucedió en una localidad del sur, donde los “patos malos” han tomado sus precauciones, pues ellos también han adquirido hábitos propios de la modernidad.

En una calle oscura un bellaco se acerca a un caballero y le dice:

– Disculpe, señor. ¿Ha visto a algún policía por aquí cerca?

El aludido respondió:

-No. No he visto a ninguno, fíjese…

– Entonces deme su billetera, el reloj y su anillo. Esto es un asalto…

Para nadie es un misterio que salir de casa o tomarse un trago con amigos a la hora del crepúsculo hoy en día no se hace con la seguridad de hace unos años. La delincuencia campea por todos lados y ya no hay barrio seguro.

Lo paradójico es que en algunos sectores ni los delincuentes están seguros, pues hay barrios en que conviven bandas que -entre ellos- no se pueden ni ver y no admiten la competencia. Son enemigos del mercado.

Las estadísticas en Chile confirman que se produce un asalto cado 60 segundos. El gobierno no ha logrado detener el flagelo, pero por lo menos ya le ha tomado el tiempo.

En nuestro aporreado país hubo una época en que lo primero que hacíamos por la mañana era prender el televisor para enterarnos de cómo estaría el tiempo. Ahora lo hacemos para asegurarnos de que no haya un tiroteo o un asalto con rehenes en nuestra cuadra. Con una policía diezmada en sus facultades todos debemos tomar precauciones. Las mujeres suelen llevar ahora en sus carteras un gas paralizante, pero con el precio que ha alcanzado el gas, no todas pueden hacerlo.

Cuando en mi barrio hubo dos asaltos en una semana, me puso un tanto paranoico. Entonces, decidí ir al psicólogo, pero éste no me pudo atender…porque lo habían asaltado.

Los más pobres no tienen este tipo de problemas. ¡Quién va a asaltar a un pobre! Conozco un vecino que vendió lo poco y nada que tenía para calificar en la categoría de pobre. Hoy, no lo asaltan ni las dudas.

Por las noches los hábitos cambian. Cual predicar evangélico, nuestro propósito es “hallar la luz”. Intuimos que la sensación de que la luz nos va a proteger de todos los peligros. Craso error. Hoy por hoy existen los “delincuentes iluminados” que trabajan sin descanso, no importando si sea de noche o de día.

En lo personal la suerte me ha salvado de salir con vida de situaciones muy escabrosas. Pero mi amigo, el “Negro” Pérez ha sido más suertudo que yo, y si está con vida, es porque Dios lo debe querer mucho. Con decirles que el “Negro” salió airoso de un tiroteo adentro de un ascensor.

¡Eso no lo cuenta dos veces!

La fortuna y una mente ágil nos pueden salvar de un asalto. Y lo digo en serio.

Cuando mandamos el auto al mecánico, y nos quedamos a pie por unos días, el asunto se complica. No nos queda alternativa. Debemos tomar un taxi. La pregunta es cuál. Los muy viejos nos resultan sospechosos. Los muy nuevos también. En el primer caso, las abolladuras, el parachoques caído son señales inequívocas de que ese auto ha participado en una persecución policial al estilo Hollywood, y no precisamente del lado de los buenos.

¡A cuidarse de la delincuencia!