“Una cacería a esta escala puede afectar de manera negativa a la conectividad de pumas hacia el norte y sur de la Patagonia”
Lucas Ulloa Intveen
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El 27 de marzo el Consejo Agrario Provincial de Santa Cruz, Argentina, emitió la resolución que autoriza la caza deportiva de distintas especies, entre ellas el puma. Aquellos que obtengan la licencia podrán participar desde el 1 de abril hasta el 31 de agosto del presente año en dicha actividad. Se trata de una medida habitual, aunque este año se ha viralizado con la adición justamente de especies nativas como el zorro colorado, el gris, el guanaco y el puma. La inclusión del felino en particular fue de los aspectos más controversiales, ya que su caza estaría asociada a controlar su población por la amenaza que significa para el sector ganadero.
Desde Conaf, corroboran que los pumas no conocen fronteras y tienen amplias áreas, ocupando los machos 150 kilómetros cuadrados de territorio. En este sentido, los pumas cuyos ámbitos de hogar se solapan con la frontera argentina de la Provincia de Santa Cruz son los que corren mayor riesgo de ser cazados al cruzar el alambre. Especial relevancia para aquellos cuyos territorios incluyen el Parque Nacional Pali Aike, colindante con Argentina.
La ONG Panthera es la única organización del mundo que se dedica exclusivamente a la conservación de las 40 especies de felinos salvajes del mundo y sus ecosistemas. Uno de los programas específicos de la agrupación corresponde a la especie del puma, para lo cual han realizado colaboraciones con la Fundación Cerro Guido Conservación para implementar investigaciones científicas con la biología, ecología y conservación del puma. El Dr. Mark Elbroch es el director del programa y en entrevista exclusiva con El Magallanes, se refirió a este tema.
– ¿Qué impacto puede tener para la población de pumas de la Patagonia chileno-argentina que se esté cazando a la especie en la provincia de Santa Cruz?
– “Además de la actual remoción de pumas que existe con el fin de proteger al ganado por parte de los estancieros, esta regulación puede diezmar a las poblaciones locales de pumas en la Patagonia. Esta regulación, que permite la caza de un puma por semana a cazadores registrados no tiene sustento científico. Consideremos, por ejemplo, el oeste de Estados Unidos y Canadá, donde a los cazadores se les permite cazar un puma por año, no por semana como estipula esta regulación en Santa Cruz. Una cacería a esta escala puede afectar de manera negativa a la conectividad de pumas hacia el norte y sur de la Patagonia, en consecuencia, alterando la salud de las poblaciones de la especie a lo largo de toda Patagonia.
“Los pumas son animales que ocupan un gran territorio y, por lo mismo, sus poblaciones también ocupan áreas extensas, que no conocen bordes ni límites administrativos. De esta forma, cualquier medida como la que se establece en la Provincia de Santa Cruz tendrá repercusiones no sólo en la provincia misma, sino más allá de sus límites administrativos. Las poblaciones de puma necesitan comunicarse entre ellas, transmitir sus genes y dispersarse hacia lugares lejanos. La cacería indiscriminada de la especie, además de las consecuencias directas en la misma provincia, puede traer consecuencias en este sentido, no permitiendo la comunicación entre poblaciones de pumas, afectando finalmente a la especie más allá de las fronteras”.
– ¿Cuánta es la población estimada de la especie en esta zona?
– “Es importante señalar que actualmente se desconoce cuál es la población de pumas en la región. En relación a estudios poblacionales de la especie en la zona, Panthera realizó un estudio entre los años 2019 y 2020 en el Parque Nacional Torres del Paine y estancias aledañas al parque, donde se utilizaron dos metodologías para estimar la densidad de pumas en el área. La primera metodología fue el uso de cámaras activadas por movimiento. Con esta metodología, se logró determinar que el área albergaría 5,4 individuos adultos independientes por cada 100km2. Estos números corresponden a la mayor densidad documentada para la especie en toda su distribución, superando por 2 y hasta 3 veces otras estimaciones de densidad realizadas en otras partes del mundo.
“La evidencia actual sugiere que los pumas han comenzado la dispersión desde esta zona en Torres del Paine hacia la estepa argentina en los últimos 10-15 años, un área en donde aún se mantienen en bajas densidades”.
– ¿Hay antecedentes de pumas con collares de seguimiento que hayan ‹desaparecido›?
– “Como parte de nuestro trabajo acá en la Región de Magallanes, estamos colocando collares de seguimiento satelital a pumas, lo que nos está empezando a entregar algunos datos muy interesantes. Por ejemplo y en relación a lo que mencionamos arriba, los pumas no conocen fronteras y tenemos a dos individuos que se han movido a Argentina, uno de ellos que decidió quedarse a vivir allá muy cerca de la frontera con Chile, cerca de Calafate, y otro que ha estado moviéndose entre Chile y Argentina, cruzando la frontera varias veces. Sin duda, estos son datos de sólo una muestra pequeña de lo que es la población general de pumas en la zona y es de esperar que este movimiento transfronterizo sea bastante común. Por lo general, los machos son los que recorren distancias más largas para dispersarse y ellos serían los más propensos a cruzar la frontera entre ambos países en busca de su propio territorio”.
– ¿Cuánto se desplaza la especie? ¿Transitan normalmente atravesando las fronteras de los países?
– “Los pumas son capaces de desplazarse grandes cantidades de kilómetros cuando llega el momento de dejar a sus madres y dispersarse para encontrar su propio territorio. En esta etapa, son los machos los que pueden recorrer más largas distancias, que pueden moverse por más de 1.000 kilómetros en busca de un territorio propio. Para el estudio que estamos realizando actualmente en los alrededores de Torres del Paine, hasta ahora sólo tenemos el registro de un macho que se dispersó hacia Argentina a casi 60 kilómetros del lugar en que fue capturado. Sin dudas, este es un recorrido pequeño considerando todo lo que pueden viajar para encontrar su territorio, atravesando fronteras entre los países”.
– ¿Cómo valoran esta medida (de caza) como ONG?
– “Entendemos que las agencias gubernamentales deben abordar las pérdidas de ganado, velando por el bienestar de las comunidades locales y la industria ganadera local, pero, sin embargo, creemos que ésta no es la manera correcta de abordar el problema. Existen soluciones que pueden ayudar tanto a las poblaciones de puma como a la comunidad local, garantizando ecosistemas saludables que puedan sustentar a su vez poblaciones humanas saludables.
“La cacería, ya sea legal o ilegal, no va a solucionar esta problemática, ni tampoco viene a buscar una solución de raíz. Existe suficiente evidencia científica que respalda esto, e incluso que sugiere que la remoción letal de depredadores puede incluso ser contraproducente, generando un mayor conflicto y aumentando la depredación al ganado.
“Nosotros trabajamos en Patagonia directamente con estancieros en busca de soluciones que promuevan la coexistencia entre el puma y la ganadería. Por ejemplo, incentivando el uso de medidas no letales, como los perros protectores o disuasivos lumínicos y sonoros que mantengan al puma alejado del ganado, logrando de esa forma que no se transforme en un problema para los productores y su economía local”.