Necrológicas

– Jorge Luis Veas González

Concursos del Estado=siga participando

Por Ramón Lobos Vásquez Miércoles 8 de Mayo del 2024

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Ha comenzado el año de trabajo y se escucha como parte de la estrategia de trabajo, que los potenciales beneficiarios de recursos postulen a dichos fondos.

De manera muy personal pienso que estos concursos se deben dar cuando hay condiciones similares entre los que postulan y la diferencia se establece en el tipo de proyecto que se presenta. Como ocurre entre investigadores y científicos.

Pero cuando estos concursos se establecen para las organizaciones sociales o comunitarias ya no es tan equilibrado, simplemente porque hay organizaciones con distinto tiempo de trabajo y desarrollo.

Con el tiempo se ha hecho una costumbre que las organizaciones postulen a distintos concursos para proveer financiamiento para iniciativas sociales. Con fines desde lo meramente social como ayudas para los más necesitados hasta otros que buscan pasear o conocer el territorio. Son necesidades distintas y muy relacionadas al grupo social que lo conforma.

¿Cómo se evalúa la pertinencia o lo adecuado para cada proyecto? Se debe considerar el origen, composición e historia de cada agrupación para poder “nivelar la cancha”. Los años de trabajo que tiene cada agrupación también son importantes, así como los proyectos anteriores desarrollados y la ganancia o capacidad instalada que deja cada proyecto en la organización.

Lamentablemente esas consideraciones no son las más importantes al momento de evaluar estos concursos. Se consideran una serie de aspectos técnicos o de cómo se postula a través de la web generalmente (estableciendo diferencias por la capacidad que tiene una agrupación en esta área) y cómo se maneja en lo técnico. O sea el cómo es más importante que el objetivo o lo que se quiere lograr.

Todos los que conocen del tema saben que un factor importante son los padrinos o ayudas externas que reciben para desarrollar estos proyectos. Que no necesariamente nacen de la necesidad o pertinencia del grupo social, sino que son una imposición por quien los quiere favorecer, entregándoles un proyecto seguro de ganar en un concurso único y no diferenciado.

Esto es más complejo y difícil en las agrupaciones de mayores, donde el trabajo para estos proyectos recae en un par de ellos. Finalmente, la responsabilidad de que la agrupación sea favorecida ese año con un financiamiento para sus actividades es una gran carga para ellos.

Creo que el trabajo social, especialmente con los mayores, requiere otra dinámica de trabajo. Más cercana a las mismas agrupaciones, que signifique conocer su historia y lo que buscan como agrupación social y direccionar así el tipo de financiamiento que deben recibir para actividades que nacen de su propio desarrollo e inquietudes. Asegurar financiamiento para grupos que llevan años trabajando y también para agrupaciones que parten en esta labor. ¿Por qué? Porque es la forma de estimular el crecimiento y desarrollo social de una comunidad. Es un incentivo a la participación y a la diversidad en sus orígenes y motivos de asociación.

Es muy difícil juzgar como iguales a una agrupación que quiere alimentos o bienes para sus integrantes, que a otros que buscan viajar o conocer para vitalizar su tiempo libre. Ambos son extremos con necesidades reales y pertinentes en nuestra sociedad y en nuestros mayores. Por eso no pueden estar en un mismo y único concurso. Se debe diversificar para que la distribución sea más justa y equitativa.

Lamentablemente en un aparato estatal tan anquilosado y lento para trabajar, un concurso así de diverso requiere tiempo y trabajo para quienes forman parte del Estado. Es más fácil hacer un concurso único, grande, pomposo en su convocatoria por los montos involucrados, donde la diversidad social compite en una cancha desigual. Pero eso no importa. Es más fácil entregar puntos según una tabla preestablecida donde se premia “a los ganadores del concurso”. Bien por los favorecidos, pero mal para aquellas agrupaciones que tendrán que buscar por otras vías como financiar sus anhelos o conformarse con otras actividades menos importantes, pero que pueden realizar con sus recursos.

Por eso creo en una política social que sea libre de padrinos o favorecedores, que busque y seleccione según lo que las agrupaciones necesiten y que entregue recursos según carencias o requerimientos.

Hay mucho por superar en la política pública nacional, pero también en la que se replica en los territorios como política regional o comunal.

Basta de concursos. Lo que necesitan las organizaciones sociales es un acompañamiento y un financiamiento adecuado. No hay plata mejor invertida que apoyarles, especialmente para con los mayores, pero siempre que sea transversal a todas las organizaciones sociales.

Es momento de trabajar distinto para obtener mejores resultados y no seguir repitiendo año tras año los mismos concursos y sus falencias que no buscan desarrollar el tejido social en nuestras comunidades.