Necrológicas

Punta Arenas en la narrativa de Julio Cortázar “Los Premios” (Novela).

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 26 de Mayo del 2024

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En 1960, el escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984) publica por primera vez una novela: “Los Premios” (redactada entre 1957 y 1958). En 1950 había escrito en el mismo género “El examen” y “Diario de Andrés Fava”, publicadas recién en 1986 y 1995, respectivamente. Antes de “Los Premios” había editado “Bestiario” (1951) “Final del juego” (1956) y “Las armas secretas” (1959) tres volúmenes de cuentos, género en el cual -según los entendidos- está lo mejor de Cortázar, con la salvedad de la celebrada “Rayuela” (1963) que representó una revolución en la tradición novelística y con la cual entró a la “primera división” del llamado “boom latinoamericano”, junto a Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. “Los Premios” es considerada un entrenamiento previo a “Rayuela”.

“Los premios es un pequeño e insignificante y perecedero ejercicio técnico, destinado a darme mejores armas para trabajar.” (Cortázar, carta a la profesora argentina Emma Susana Speratti Piñero; en anexos de “Los Premios”).

Según reza el menú de la Confitería “London City” de Buenos Aires, allí Julio Cortázar habría concebido y escrito parte de “Los Premios”. Bueno, eso dicen en el “London” y la idea se refuerza con una mesa del salón a la cual está sentado un maniquí de tamaño natural con la figura del escritor. Cortázar, eso sí, fue un habitué del local y de ello dan cuenta las detalladas y agudas descripciones y observaciones que en esta novela hace de la confitería, su ambiente, su público y su personal; muchas de las cuales no pierden vigencia (estuvimos allí el año pasado: Perú esquina Avenida de Mayo).  

 “Los Premios” se inicia en el “London”, cuando se reúne el grupo de veinte “afortunados¨ que ganaron, en una especie de lotería estatal, un crucero en el vapor “Malcolm”. Cortázar señalaría con posterioridad que, siendo niño, supo de unas loterías que ofrecían viajes y resultaron ser estafas.

El grupo es una “muestra” de la sociedad argentina, representa prácticamente todos los segmentos de ella (el relato está en tiempo presente). La narración en tercera persona se alterna con diálogos entre los personajes y los soliloquios de uno de ellos. Estos soliloquios aportan una visión panorámica de los acontecimientos y se distinguen de la narración y los diálogos por su numeración, tipografía y lenguaje diferentes. El autor, pese a la cantidad de personajes -cerca de veinte- logra una perfecta caracterización de cada uno de ellos. El viaje es un pretexto para la penetración psicológica en estos personajes, muchos de los cuales suben al barco en momentos límites de sus vidas y de ello dan cuenta sus acciones en el viaje. 

A poco andar (navegar, en este caso) los pasajeros se enfrentan a dos misterios: hay una sección del barco (la popa) a la cual no pueden entrar y no conocen el destino exacto de la travesía. 

La única (y relativa) certeza era la recalada del “Malcolm” en Punta Arenas, que es, aparte de Buenos Aires, la ciudad más citada en el texto en distintos pasajes: “Cuando hicieran escala en Punta Arenas, el correo… ” / “¿Adónde nos llevan después de Punta Arenas? Es una escala muy rara, Punta Arenas.” / “…a lo mejor llevan chanchos a Punta Arenas o bandoneones a Tokio…” / “¿Desde dónde se podrá mandar carta a Buenos Aires? No sé, supongo que desde Punta Arenas. Creo que hacemos escala.”

El viaje, pensado para tres meses, termina abruptamente al tercer día, cuando la nave surcaba “aguas australes” sin haber tocado puerto alguno. 

Es inevitable relacionar las “certezas” mencionadas más arriba, con el hecho que el escritor habría estado en nuestra ciudad en el verano de 1943 (tema que abordamos en nuestras columnas de 18 y 25 de febrero del presente año). Ello se desprende de algunos de sus libros y sus cartas, por ejemplo: “Conocí a una acróbata quemada por la luna en Punta Arenas” (“Imagen de John Keats”; escrito entre 1951 y 1952, publicado en 1996). 

Más allá del orgullo de ver en las páginas del gran Cortázar el nombre de nuestra amada Punta Arenas, pensamos que esta novela da cuenta de la maestría y coraje de un vanguardista. “Los Premios” (y su autor) sufrieron los embates de una crítica apegada a las estructuras narrativas tradicionales, sin embargo y en buena hora, los lectores le darían la razón al “Cronopio Mayor”.  

Sólo nos queda agregar que -tal como empezó- “Los Premios” terminó en el “London”: “-Y bueno -dijo López-. Vamos al London, che. Perú y Avenida”.

Julio Florencio Cortázar Descotte (hijo de padres argentinos) nació en Bruselas, Bélgica en 1914 y llegó a Buenos Aires en 1919. En 1937 se titula de Profesor Normalista. En 1951 se radica en París, donde muere en 1984. Publicó cuento, novela, teatro, ensayo, diario, poesía y miscelánea.  

“LOS PREMIOS”, Julio Cortázar (1ª edición, 1960). Ed. Alfaguara (Colección: Biblioteca Cortázar). Buenos Aires, Argentina, 1997, 472 págs.