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La escritora Teresa Hamel (“Teruca”)

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 23 de Junio del 2024

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Teresa Hamel Nieto nació en Viña del Mar el 20 de abril de 1918 en el seno de una acomodada familia fundadora del Balneario de Reñaca. Su padre, químico de profesión, fue alcalde de la Ciudad Jardín en varios periodos y mantuvo una reconocida actividad de servicio público. Su madre participó en distintas instituciones de beneficencia. La familia vivía en Viña del Mar y a Teresa la antecedieron sus hermanos Gastón y Carmen. 

Creció entre amas de llaves, institutrices, choferes, cultivando la cercanía con ellos y sus hijos. Sus entretenciones incluían paseos por los jardines, huertos, veraneos en balnearios y una estadía en Francia, donde cursó los primeros años de escolaridad.

De vuelta a Chile, a los nueve años de edad, la matriculan en las Monjas Francesas de Viña del Mar donde “me llenaron de golpe y porrazo de pecados, culpas y posibles perversiones”. Su madre la inscribió en clases de ballet para luego retirarla: “¡Acabarás en las tablas, de bataclana!”.

De espíritu inquieto captó a sus cortos años las luces y las sombras de la existencia y junto a los recuerdos de las mariposas y las flores de la niñez, también quedaron en su memoria sucesos como la Sublevación de la Marina en 1931, de la cual fue testigo directa junto a su madre y a su hermana, presenciando desde Quintero la rendición del acorazado Almirante Latorre. 

Asimismo, a temprana edad despertó su sensibilidad social y preocupación por la justicia y así se refería al Padre Escudero: “
español fogoso cuya llegada a la parroquia de Viña del Mar causó estupor. Tomó a su cargo Santa Inés, población obrera formada por casas de tablas miserables. Se parecía a José Mojica y comentaba las penurias que acosaban a los obreros. En las misas de doce y doce y media el padre Escudero las emprendía contra el Casino de Viña vociferando de !os millones que derrochaba la gente jugando y dilapidando en fiestas, en circunstancias que la mayoría de los niños andaban descalzos, hambreados, y no edificaban escuelas adecuadas y mucho menos casas”.

En 1940 contrajo matrimonio con Jorge del Campo, la unión duró veinte años y de ella nacieron Jorge y Andrés. En 1946 se traslada a Nueva York, donde toma clases de Arreglo de Vitrinas y allí, como en Santiago, trabajaría en ello. En la “Gran Manzana” se maravilla con el arte moderno, los museos, el surrealismo y conoce a Gabriela Mistral y a Victoria Ocampo.

De vuelta en Chile se relaciona con los escritores locales; Margarita Aguirre, Rubén Azócar, Armando Cassígoli, Benjamín Subercaseaux, María Flora Yáñez, Luis Durand, Gonzalo Drago, Daniel de la Vega, Ricardo Latcham, Efrain Barquero, Ester Matte, Enrique Lihn o Marta Jara. Inicia su actividad su labor literaria y gremial y frecuenta la bohemia. En 1949 viaja a París y toma cursos de Literatura en la Sorbona y estrecha lazos con la escultora chillaneja Marta Colvin.

No obstante, de quien atesoró los mejores recuerdos fue de Pablo Neruda, con él compartió una sincera amistad, estuvo a su lado al momento de su muerte y fue una de las personas que encabezó su funeral. Militó en el Partido Socialista y durante la dictadura su casa fue allanada, lo cual no impidió que se preocupara personalmente de ayudar a los perseguidos, como una muestra de consecuencia y solidaridad.   

Teresa Hamel publicó: “El contramaestre” (cuentos) 1951, “Gente sencilla” (cuentos) 1958, “Raquel devastada” (cuentos) 1959, “La noche del rebelde” (novela) 1969, “Verano austral” (crónicas de viaje) 1979, “Las causas ocultas” (cuentos) 1980, “¿Quién soy?” (autobiografía) 1981, “Dadme el derecho de existir” (cuentos testimoniales) 1984, “Leticia de Combarbalá” (novela) 1988 y “Las cien ventanas” (cuentos) 1992. En 2006 la Fundación Neruda edita su libro póstumo “Reñaca”, subtitulado “Reminiscencia de Teresa Hamel”.

Poseedora de una prosa fluida, explora en ambientes y personajes de distintos estratos sociales. Se la considera parte de la llamada Generación Literaria del `50, aún cuando el Premio Nacional de Literatura, José Miguel Varas señala que “no es encasillable”. Varas agrega que su cuento “Raquel devastada” es “uno de los más perfectos que se hayan escrito en Chile”.

Teresa Hamel Nieto murió en Santiago en 2005 dejando una huella que trasciende la literatura por su valentía, consecuencia y amor a la vida.

Desde 2008, la Sociedad de Escritores de Chile en conjunto con la familia, instituyeron el eConcurso de Cuentos Teresa HamelC y se inauguró una Sala Museo en su honor. En Viña del Mar una calle recuerda su nombre.

* Fuentes de apoyo:

“¿QUIEN SOY?” Teresa Hamel. Agrupación Amigos del Libro. Santiago, Chile, 1982.

“DEBO DECIR SUCEDE”, José Miguel Varas. Ed. Catalonia. Santiago, Chile, 2011.

“REÑACA, REMINISCENCIA DE TERESA HAMEL”, Fundación Pablo Neruda. Bravo y Allende Editores. Santiago, Chile, 2005.

https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-124509.html