Necrológicas
  • – María Angélica Riquelme Alarcón
  • – Gloria Dina Ruiz Jumbre

Sunme Yoon: “Traducir literatura es estar yendo y viniendo entre dos mundos”

Domingo 20 de Abril del 2025

Compartir esta noticia
140
Visitas

Una noche (mañana en Seúl) cargada de sensibilidad literaria, reflexión intercultural y complicidad entre lectoras, escritoras y traductoras. Así fue el encuentro virtual del ciclo “La clase de griego”, organizado por la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras (AMMPE), capítulo Argentina, en torno a la obra de la escritora surcoreana Han Kang y su traductora al español, Sunme Yoon. 

Radicada en Corea del Sur desde hace más de veinte años, Yoon compartió no sólo su experiencia profesional, sino también su travesía personal y emocional en el oficio de traducir.

Traductora de La vegetariana, Actos humanos y La clase de griego, entre otras obras de Han Kang, Sunme Yoon se ha convertido en la mediadora principal entre la compleja narrativa de la autora surcoreana y el público hispanohablante. 

Su historia comienza en Buenos Aires, con una vocación temprana por la lectura que desembocó en una formación en Letras, un doctorado en España, y, finalmente, una vida en Corea, donde descubrió que su verdadero camino no era la docencia sino la traducción literaria.

“Traducir fue el desafío que me permitió poner en juego todo lo que sabía. Era lo que realmente me apasionaba”, confesó ante una audiencia emocionada que siguió atentamente sus palabras.

Para Yoon, Han Kang “escribe con el cuerpo”, con una intensidad emocional que traspasa la página y que deja huella incluso en ella misma: “Después de escribir, necesita meses de recuperación. Es frágil. Es como una actriz que queda marcada por el personaje que encarna”.

“Nacionalidad y
corazón argentinos”

Sunme Yoon (Seúl, 1965) vivió veinte años en Argentina (1971 a 1991). Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires, cursó Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Hizo un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. 

“Viví en la Argentina desde los cinco años. Nunca llegué a recibir educación de ningún tipo en Corea. Hice la primaria, la secundaria y la universidad en la Argentina. Viví veinte años completos allá, los más importantes de la vida de una persona, que son los de su formación académica y como ser humano. Tengo la nacionalidad y el corazón argentinos”, declaró Yoon en una entrevista concedida a Daniel Gigena (La Nación), en octubre del año pasado.

Fue en dicho artículo que se la bautizó como “la descubridora”, en lengua española, de la primer mujer coreana en recibir un Premio Nobel de Literatura.

Un oficio entre culturas

Por toda esta trayectoria y su importancia en el mundo de las letras, AMMPE Argentina decidió que el último encuentro del ciclo “La clase de griego” fuera protagonizado por Yoon.

Desde Buenos Aires, Jésica Fabaro, presidente de AMMPE Argentina, agradeció a Yoon la gentileza de conectarse estando en Seúl. Como conductoras y provocadoras de la conversación y reflexiones estuvieron Analía Vázquez (desde Cipolletti, Río Negro) y Alelí Gotlip (Neuquén).

En el ciclo de charlas también participó anteriormente Clara Martínez, leyendo fragmentos de la obra analizada.

Las preguntas que aquí se transcriben fueron formuladas principalmente por Jésica Fabaro, Analía Vázquez y Alelí Gotlip. Otras fueron fruto de la conversación abierta que se generó entre las participantes del encuentro y Yoon.

En efecto, respondiendo a las preguntas, Yoon explicó cómo llegó a dedicarse exclusivamente a la traducción. Tras años enseñando español en universidades coreanas, encontró su vocación al traducir poesía. Desde entonces, nunca dejó de hacerlo. Y aunque también ha traducido thrillers y trabajado en televisión y subtitulación, es en la literatura donde siente que se despliega todo el potencial de su oficio.

“Traducir literatura es estar yendo y viniendo entre dos mundos. Es ser exploradora, volver del otro lado con algo que otros no conocen, y saber contarlo”, reflexionó.  

“Es un puente. Pero no uno simbólico. Un puente real, que se camina, que se construye palabra a palabra”.

La mayoría de sus estudiantes en el Instituto de Traducción Literaria de Corea son extranjeros. Según explicó, eso se debe a que para traducir la clave no es tanto hablar a la perfección el idioma de origen, sino dominar con profundidad el de llegada. “No traduzco al coreano porque no es mi lengua dominante. Solo traduzco al español”, afirmó con claridad.

– ¿Cómo llegaste al mundo de la traducción literaria? 

– “Llegué casi por azar. Después de estudiar Letras en Buenos Aires y hacer un doctorado en España, me mudé a Corea. Allí comencé enseñando español en universidades, pero me sentía frustrada. Enseñaba gramática, conjugaciones, conversaciones básicas, y me preguntaba: “¿Para esto estudié una carrera de letras?” Por suerte, alguien me propuso colaborar en la traducción de un libro de poesía coreana. Fue una revelación. Desde entonces, no paré de traducir”.

– ¿Qué condiciones crees que debe tener un buen traductor literario? 

– “Primero, ser un gran lector. Para traducir literatura, hay que haber leído mucho, tener sensibilidad lingüística y estilística, y un conocimiento profundo de la lengua de llegada. Por eso en el Instituto de Traducción Literaria de Corea la mayoría de los alumnos somos extranjeros. Yo, por ejemplo, sólo traduzco al español, mi lengua dominante.

– ¿Cómo describirías la experiencia de traducir a Han Kang? 

– “Es una experiencia muy intensa. Me siento dentro de su mente y de sus personajes. Cuando traducí La vegetariana, al conocerla en persona me impactó ver cómo se parecía a la protagonista. Sus novelas son poéticas, dolorosas, profundas. Ella escribe con el cuerpo, no con la cabeza. Queda agotada después de escribir. A veces necesita meses para recuperarse”.

– ¿Crees que Han Kang tiene una escritura feminista? 

– “Al principio, ella lo negaba. Decía que La vegetariana hablaba de violencia, no de feminismo. Pero con el tiempo cambió. En 2022, en la Feria de Bogotá, por primera vez reconoció el componente feminista de su obra. Es como si su escritura hubiera ido más allá de lo que ella misma se atrevía a aceptar en un principio”.

– ¿Cómo es recibida Han Kang en Corea? 

– “Muchos lectores coreanos dicen que su obra es difícil. Que no la entienden o no les gusta. De hecho, fue más reconocida en el extranjero antes que en su propio país. Pero eso la hace aún más admirable: no escribió para agradar, sino para decir lo que necesitaba decir”.

– ¿Cómo percibes la relación entre traductor y autor? 

– “El traductor es el lector ideal. Nada se le escapa. Se mete en la mente del autor y del lector. Es un oficio hermoso porque uno se vuelve puente, explorador entre culturas. Traducir es traducirse también a una misma”.

– ¿Cómo definirías La lección de griego? 

– Es su novela más luminosa. La única que Han Kang define como una historia de amor. No es fácil de leer, pero si logras conectar con su sensibilidad, es una experiencia transformadora. No pasa nada y pasa todo. Es una historia de mutismo y luz. Una historia sobre el poder del lenguaje cuando ya no se puede hablar”.

La autora y su voz

Uno de los momentos más entrañables del encuentro fue el relato de cómo conoció a Han Kang. Yoon ya había traducido La vegetariana sin conocer personalmente a la autora. Fue luego, en una visita de Han Kang a la Feria del Libro en Argentina, donde ambas se encontraron. Desde entonces, Han Kang confía directamente en ella para la traducción de sus obras.

– ¿Cómo conociste a Han Kang? 

– “Fue después de traducir La vegetariana. La descubrí leyendo un artículo sobre jóvenes promesas de la literatura coreana. Compré su novela, y cuando la leí, sentí que debía traducirla. Pedí una beca, hice la prueba de traducción, y la publiqué en Argentina. Años después, ella viajó a la Feria del Libro y se sorprendió al ver una sala llena de lectores entusiasmados. Fue allí cuando nos conocimos, y desde entonces, Han Kang me elige para traducir todas sus obras al español”.

Literatura, género
y contexto

– ¿Por qué cuesta tanto leer a Han Kang, incluso para el público coreano?

– “Porque no escribe para complacer. Su estilo es poético, denso, metafórico. Y muchas veces incómodo. A los hombres, por ejemplo, La vegetariana les parece la historia de una mujer loca. Pero es una crítica feroz, aunque sutil, al patriarcado. Y eso no se digiere fácilmente”.

– ¿Han Kang siempre reconoció esa lectura feminista de su obra? 

– “No. Al principio la negaba. Decía que no era feminismo, sino violencia. Pero con el tiempo cambió. En la Feria del Libro de Bogotá, en 2022, por fin lo aceptó abiertamente. Como si también ella hubiera necesitado madurar su relación con su propia obra”.

– ¿Y Borges? ¿Qué lugar ocupa en La clase de griego? 

– “Han Kang lo admiraba. Especialmente por su faceta poética y espiritual, su introducción al budismo, y su relación con María Kodama. En La clase de griego, la figura del profesor que se queda ciego y la joven que lo acompaña tiene un eco claro de esa relación. Borges es parte de la atmósfera simbólica de esa novela”.

 Traducción e
inteligencia artificial

El tema de la inteligencia artificial también se abordó. Sunme Yoon no la demoniza, pero establece límites claros.

– ¿Qué opinas sobre la inteligencia artificial en traducción literaria? 

– “Para textos técnicos o académicos, puede funcionar. Pero para literatura, la IA todavía está muy lejos. No capta ironías, ni simbolismos, ni estilo. No entiende el contexto, ni el tono, ni la ambigüedad. Menos aún el lenguaje poético. Traduce mal. Peor aún en lenguas minoritarias como el coreano”.

No obstante, sí reconoce que la IA impone nuevos desafíos: “En Corea están desapareciendo las carreras de idiomas. Es preocupante. Pero la traducción literaria aún necesita de nosotros, de nuestra sensibilidad”.

Una novela que
nació del silencio

La clase de griego es una novela atravesada por el mutismo. Una mujer que no puede hablar, un profesor que está quedando ciego. Un vínculo que se construye con gestos, escritura, y un griego antiguo que opera como símbolo de otra forma de comunicación. Para Yoon, esta novela es, curiosamente, la más luminosa de Han Kang.

“Ella misma la llama su novela romántica. Es la única que, dice, termina bien. Aunque no pase nada, pasa de todo. Si conectas con su sensibilidad, te atraviesa”, señala.

La obra fue publicada en Corea en 2010, antes de que Han Kang se hiciera internacionalmente conocida. Y fue también escrita en una etapa personal difícil, en la que la autora – según algunos- vivía un “mutismo voluntario”.

– ¿Fue un bloqueo, una crisis?  

– “No exactamente. No era que no tuviera qué decir. Era sentir que, aunque hablara, nada cambiaría. Que ni siquiera valía la pena emitir un sonido. Es una forma muy honda de silencio. Por eso su voz es tan tenue. Hay que querer escucharla”.

Cierre con emoción

La actividad cerró con agradecimientos desde distintos puntos del continente. Elia Simeone, expresidente de AMMPE World, participó desde Punta Arenas y, a propósito de lo expuesto por Yoon, compartió una reflexión personal sobre la dificultad de ser escuchadas: “A veces me dio cuenta que, mientras estoy hablando, repito las cosas hasta tres veces y ahora pienso que es porque siento que no me escuchan. En esto me sentí muy identificada con lo que dijo Sunme”.

La conversación con Sunme Yoon fue, más que una charla, un viaje literario y humano. Una invitación a habitar el puente entre Corea y el mundo hispano, palabra por palabra, desde la sensibilidad única que sólo la traducción literaria puede construir.

Pin It on Pinterest

Pin It on Pinterest