Primarias

Hoy, en La Prensa Austral se publica la nómina de vocales de mesa para la elección primaria presidencial del oficialismo. También se dan a conocer las mesas y locales de votación que le corresponde a cada elector.

Se trata de un paso necesario de cara a este proceso que se celebrará el domingo 29 de este mes, el cual, a pesar de su relevancia para la democracia interna de los partidos y el rumbo político del país, parece no generar mayor entusiasmo ciudadano. Las señales de apatía, reflejadas en el escaso conocimiento sobre la elección y en una participación que se anticipa baja, no deberían, sin embargo, minimizar la responsabilidad cívica de quienes han sido designados como vocales de mesa.

Ser vocal de mesa no es una carga burocrática más ni un trámite engorroso. Es una de las formas más concretas en que se ejerce la ciudadanía en democracia. Los vocales son quienes garantizan la transparencia del proceso electoral, la probidad del conteo de votos y la igualdad de condiciones para todas las candidaturas. Sin ellos, simplemente no hay elecciones posibles.

Y aunque esta elección no cuenta con voto obligatorio, sí forma parte de un proceso mayor que culminará con los comicios presidenciales de noviembre, donde sí regirá la obligatoriedad de sufragio.

Asumir esta labor ahora, cuando la participación es menor, permite que quienes cumplan este deber lleguen mejor preparados a una jornada electoral más exigente. Además, enviar la señal de que se toma en serio cada etapa del calendario democrático es fundamental para recuperar la confianza ciudadana en las instituciones.

No se trata únicamente de votar. Se trata también de hacerse cargo, de participar activamente en la construcción de un país más justo y transparente. Y ser vocal de mesa, por modesto que parezca, es un acto de responsabilidad republicana.

Por eso, más allá del bajo interés que hoy parece rodear estas primarias, es importante que todos los ciudadanos llamados a ejercer esta función lo hagan con convicción. No hay democracia sin ciudadanos comprometidos. Y no hay elecciones legítimas sin vocales que, con seriedad y respeto, garanticen que cada voto cuente.