Las historias de mujeres que vivieron el cáncer de mama
Marcia Pérez Ojeda y Vilma Valenzuela plantean la necesidad de contar con una mayor cantidad de especialistas y la importancia de los exámenes preventivos.
“Cuando te dicen que tienes cáncer, lo primero que piensas es que te vas a morir. Es muy fuerte y a mí se me llenaron los ojos de lágrimas”. Así, con estas palabras, Marcia Pérez Ojeda, 54 años, relata los primeros momentos vividos luego que le detectaran un cáncer de mama, que en su caso comenzó con un examen preventivo.
En 2013 se sometió a una mamografía preventiva donde le diagnosticaron un quiste de un milímetro en el seno izquierdo. Cuatro años después le comunicaron la necesidad de hacer una biopsia porque ese puntito había crecido a un centímetro. A partir de ese momento comenzó todo el proceso en el Hospital Clínico, siendo ingresada al sistema de Garantías Explícitas en Salud (Ges).
Marcia recuerda que fue operada en el seno izquierdo y que le extrajeron unos ganglios en la axila para ver si el cáncer se había ramificado. “Gracias a Dios los exámenes salieron buenos. En el Comité de Cáncer recomendaron, primero, la quimioterapia, que fueron doce o quince sesiones, en un proceso en que estás en un sillón y te ponen un líquido a la vena, y donde uno tiene que estar una hora o a veces dos. Aparte del sueño, te dan unos medicamentos para el mareo y las náuseas. A mí me fue bien con ese fármaco, pero había otras mujeres que quedaban muy debilitadas, que tenían muchos mareos y náuseas, pasaban cuatro días en cama muy mal y cuando comenzaban a sentirse mejor tenían que volver a quimioterapia”.
Después de las quimioterapias, fue evaluada por un médico quien le dio a entender que tenía un tumor y alrededor habían “puntitos pequeños” por lo que el especialista recomendó extraer la mama completa.
Un mes tardó en hacerse los exámenes y en su caso alcanzó a estar en un cáncer de etapa 3, aunque faltó poco para pasar a la etapa 4 (la más grave). “Pasé de un tumor de un centímetro a uno de diez centímetros. Yo tuve un cáncer triple negativo que es muy agresivo, aunque siempre está la posibilidad que vuelva, por eso sigo en control”, complementa.
Luego de esta experiencia, manifiesta que lo principal es tener otro oncólogo en Magallanes porque el cáncer es una de las principales causas de muerte y ante la ausencia del único especialista en la zona por diferente razón, los tratamientos quedan paralizados, lo que a la larga resulta perjudicial para el paciente.
Igualmente recalca la importancia de los exámenes preventivos.
Sospecha de cáncer
Para Vilma Valenzuela, otra de las integrantes de la Agrupación de Pacientes Oncológicas, recordó que también fue un examen preventivo el que la alertó del cáncer en el año 2019. “Me hice la radiografía y la radióloga me dice que hay una sospecha de cáncer. No lo tomé en serio porque no tenía ningún síntoma y pensé que era un error, de hecho me tomé de nuevo el examen porque había una discrepancia y cuando se confirmó me hicieron los exámenes para verificar el diagnóstico”.
Frente a esta sospecha, viajó a Santiago a hacerse el examen especializado, donde se le confirmó el diagnóstico. “Ahí fui aterrizando a la realidad. Yo había ido con todas las ganas de que me dijeran que estaba sana, que era algo benigno, pero ahí comenzó el proceso. Estando en la capital me recomendaron activar el sistema de Garantías Explicitas en Salud y comenzar con los tratamientos”.
Para ella la realización del examen preventivo fue crucial porque si bien los resultados fueron drásticos y tuvo tres intervenciones en el proceso, su enfermedad pudo tener otras consecuencias y mayores problemas de salud, si la detección hubiese sido tardía. “Cuando le sucede a uno recién se da cuenta de la importancia que tiene el examen preventivo”, subraya.
Prevención
Las personas deben conocer bien su cuerpo y así poder apreciar cualquier signo de alarma, para hacer la consulta. Se recomienda la autoexploración mamaria mensual, y el examen físico de mama por un profesional competente ante una duda. La mamografía incluida en el examen preventivo, debe realizarse al menos cada tres años, en mujeres presuntamente sanas de 50 a 64 años. El promedio regional de mamografía vigente en atención primaria de 50 a 59 años es de un 44%, con una brecha de cobertura de un 11% respecto a meta nacional de 55 por ciento.
Los factores de mayor riesgo para el cáncer de mama son genéticos, antecedentes de lesiones previas precursoras, densidad de mama aumentada; raza blanca y los estilos de vida no saludable, tales como obesidad, dieta alta en grasas, altos niveles de estrés, duelos prolongados, estrés tóxico.