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Violencia en Ecuador, el escenario que nadie desea, pero …

Por Eduardo Pino Viernes 12 de Enero del 2024
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Lo ocurrido esta semana en Ecuador, más allá de impactarnos por la crudeza de las imágenes, viene a ratificar la crisis en que nos encontramos los países latinoamericanos respecto al narcotráfico. Por supuesto los umbrales de asombro no serán los mismos en ciudadanos colombianos o mexicanos que desde hace décadas vienen sufriendo violencia en su cotidiana existencia, a naciones como la nuestra que hace no tantos años parecía estar ajena a estas dinámicas delictuales de gran escala. 

Si bien la demanda de drogas siempre ha estado presente, bastante se ha estudiado cómo el desarrollo de esta verdadera “empresa” permea y se masifica en la realidad de toda la comunidad y no sólo de quienes desean su consumo. En las dinámicas sociales, las conductas personales comienzan a ganar notoriedad cuando aumentan su ocurrencia y se convierten en tendencias que transforman las condiciones del entorno, el que a su vez va encauzando nuevos órdenes sociales que se van aceptando por las personas, aunque esto represente un perjuicio para sus vidas. Un ejemplo de esto son los umbrales de atención o asombro que se evalúan ante determinados hechos que antes resultaban excepcionales, para más adelante ir aceptándolos como parte de lo cotidiano. Una primera explicación a esto puede atribuirse a la necesidad de las personas por bajar sus niveles de ansiedad o estrés, con el fin de equilibrar emociones negativas y estados de ánimo desgastantes, en una especie de racionalización que protegería de lo intolerable. Otra explicación es el cambio actitudinal, pues lo que antes se evaluaba como negativo ahora se valora como necesario, e incluso positivo, ya que traería beneficios que de otra manera no se podrían conseguir. Se ha observado que la mayoría de los integrantes de las comunidades se encuentra en la primera categoría, mientras que la segunda explicación estaría directamente relacionada con los integrantes de las bandas delictuales, considerando que en estas últimas muchas veces ni siquiera es necesario un cambio, pues las actitudes y valores de base se adquirieron desde muy temprano en la vida, encontrando desgraciadamente niños y adolescentes que desde muy pequeños han normalizado el delito como un modo de vida. Es en este aspecto donde nos encontramos con el concepto de “cultura narco”, para referirnos a algo mucho más complejo que sólo la transacción de droga y su rédito económico, pues representa una serie de códigos y principios que identifican sistémicamente una forma de comprender la existencia, en que la violencia, el terrorismo y la muerte como medios para adquirir o mantener el poder son aceptados. 

Se observa consenso entre expertos y analistas que estos son procesos largos y de alta complejidad, especialmente en su control; aunque muchos infieren que una sociedad llegará a presentar crisis relevantes cuando el Estado contribuya a éstas, ya sea por omisión o negligencia en el establecimiento de medidas efectivas o, directamente, porque se han establecido alianzas informales con las bandas delictivas, como es el caso de la corrupción de agentes institucionales claves, ya sea por obtención de beneficios o evitando daños ante la extorsión o amenazas. 

Aunque hay muchos más aspectos que analizar, lo cierto es que las crisis como la observada hace unos días en Ecuador representan el escenario que nadie desea, pero todos, en mayor o menor medida, han permitido que se incube. Por más que en su desarrollo muchos percibían la relativa lejanía de sus efectos, tarde o temprano, la sociedad completa sufre consecuencias que generalmente hacen recuperar una capacidad de asombro aletargada por la normalización de la rutina. Para observar, aprender, reflexionar y sensibilizarnos.    

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