Breve reseña histórica de la matronería en Magallanes
Parte III y final
Por Dr. Matías Vieira G.
Encargado Unidad de Patrimonio Cultural
Servicio de Salud Magallanes
Cuarta etapa: diversificación profesional
La cuarta etapa de la matronería balbuceaba sus inicios desde la década de 1930, siendo el Hospital Naval el primero en que las matronas, además de asistir partos, atendían urgencias y se hacían cargo de la enfermería de las mujeres hospitalizadas por motivos gíneco-obstétricos. Estas funciones fueron asumidas en el Hospital de Porvenir en 1952, en el de Puerto Natales en 1966, y en Clínica “Imega” -luego “Magallanes”- desde 1982. En 1953, en el nuevo Hospital Regional “Dr. Lautaro Navarro Avaria” de Punta Arenas asumían la atención, -aparte de la asistencia de partos- de enfermería obstétrica y ginecológica, de recién nacidos y en propiedad de las urgencias.
Desde 1982 se hicieron cargo de la asistencia intensiva de recién nacidos, que se efectuaba en un sector improvisadamente habilitado en la maternidad, y luego en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, formalmente inaugurada y con la implementación adecuada en 1993. Desde entonces hay matronas y matrones altamente especializados y con dedicación exclusiva a brindarles las mejores atenciones de enfermería posibles a los recién nacidos prematuros o con patologías graves. En palabras del doctor Julio Montt, creador de la unidad, “al principio no había pediatras residentes. El intensivo neonatal se hacía sin residentes pero sí con una residencia de matronas que hacían una enfermería neonatal realmente de excelencia. Fueron muy disciplinadas para aprender, para tomar las acciones de enfermería neonatal. La que más responsabilidad tuvo y además fue la que armó el equipo de matronas fue la María Isabel Velich. Pero me acuerdo de todas las matronas que trabajaban ahí, y los matrones. Había 3 matrones: Samuel Valenzuela, muy serio, dedicado, se fue de pastor evangélico a Venezuela; Guillermo Gottschalk y también Manuel Montaña, excelentes”.
Guillermo Gottschalk nos relata su historia de difícil comienzo, hasta llegar a ser un pilar fundamental de la Unidad de Neonatología del Hospital Regional y luego del Hospital Clínico: “Me costó mucho lograr un trabajo estable. Así que empecé a trabajar ad-honorem, uno hacía todo pero no recibía ni uno. Después nos hicieron un contrato que se llamaba ‘Plan de Expansión de Recursos Humanos’, que era como un PEM para profesionales. Trabajaba de 8 a 13 horas en el hospital. Desde las 13 horas trabajaba con un cuñado de Germán Fonseca que tenía una mueblería en el centro, y vendía muebles hasta las 8 de la noche. Y así me arreglaba al principio, hasta que en 1983 me dijeron ‘existe la posibilidad que tú empieces trabajar en Recién Nacidos’. Y me tiraron nomás a Recién Nacidos, que nadie lo quería. Yo había tenido la suerte que cuando hice mi internado lo hice en Angol, y había un pediatra Almeida, tenía bilirrubinómetro, ventilador mecánico, y en esa época yo le ayudaba. Así que cuando llegué acá no estaba tan perdido. Me ofrecieron un contrato, pero en Recién Nacidos. Trabajamos todos esos años hasta el 94 en que entre la Dra. Amarales y el Dr. Montt nos apretaron el cuello, que con Manuel teníamos que bajar a la Unidad de Neonatología. Nosotros no queríamos, porque en el fondo significaba cambiar de jefatura, porque dependíamos de la Maternidad”.
Isabel Soto Cárdenas, magallánica, cursó su educación primaria en el Liceo María Auxiliadora y la secundaria en el Liceo de Niñas. Estudió Obstetricia en la Universidad de Chile, ejerciendo su profesión en Punta Arenas desde diciembre de 1969. Se ha destacado por su incesante trabajo, tanto en el Hospital Regional, luego en el Hospital Clínico de Magallanes y secundando a los obstetras en su práctica privada. Sobre sus inicios, cuenta que “cuando yo llegué en 1969 venía puérpera de 42 días, en ese tiempo ahí se acababa el posnatal, y me dejaron de día en Recién Nacidos. Teníamos doscientos partos mensuales, ahora no hay más de sesenta. Atendíamos los partos, Recién Nacidos y Puerperio, como matrona única del turno, en las noches y fines de semana. Y bajamos la mortalidad materna rápidamente y prácticamente casi a cero. El doctor Amarales era tan innovacionista -no sé por qué las mujeres sangraban tanto- si no había fibrinógeno o algo que faltara, hacía abrir las bodegas; droga nueva que salía él la pedía y se la compraban. Igual que ahora, si sangraban mucho las raspaban, pero si no resultaba les ponían sangre fresca de puérpera”.
En esta etapa histórica de la matronería tengo que destacar también a Josefina “Pepa” Tello, quien ha recorrido todos los caminos de la profesión. Llegada en 1976 a trabajar en la Maternidad del Hospital Regional, recuerda a las matronas de aquellos años: “Entre el 76 y 78 llegamos muchas recién recibidas: Isabel Velic, Ingrid van Aken, Adriana Pérez, el matrón Germán Fonseca. Ingrid van Aken falleció. De antes estaban Aurea González, Berta Véjar; la señorita Mercedes Yutronic, que era muy buenamoza, y estaba jubilando; la señora Emma Osorio, Isabel Soto, Pepa Andrade, María Luisa Cárcamo, María Elena Vivar, la Lorenza “Loly” Fierro, Aurelia Urzúa. Pilar Ruiz Clavijo, muy buenamoza, falleció. Las más antiguas que quedaban y estaban jubiladas aparecían en las fiestas de las matronas. Cuando recién llegabas te tomaba a cargo una matrona con más experiencia y era la que te llevaba, te presentaba, te orientaba. Pepa Andrade me tocó a mí.
“En 1977 me mandaron a Cerro Sombrero a trabajar, y a la Ingrid Van Aken a Porvenir. La Ingrid encontró marido en Porvenir, y yo no encontré nada en Sombrero. Y me dio la depresión, aunque me habían dado una tremenda casa, porque en ese tiempo era campamento Enap, y no lo que es hoy día, un pueblo. La tremenda casa se me llenó de ratones. Yo casi no llegaba a mi casa, me daba miedo, porque los ratones se paseaban. Yo pedí traslado y me ayudó con un informe el psiquiatra doctor Valenzuela, que era un ‘gentleman’. (…) Yo lloraba, porque al final no quería estar en Sombrero. Teníamos 12 partos al año, pero aprendí, porque ahí se operaban cosas bien raras, especialistas, y una metida en el pabellón, ¡si no había más que hacer!”
Josefina, nacida en Punta Arenas, aparte de su experiencia hospitalaria en maternidad, trabajó en la Unidad de Recién Nacidos que en esa época dependía de la maternidad. También en atención primaria y en labores administrativas de la Dirección del Servicio de Salud Magallanes. Cuenta que “Mi mamá alguna vez trabajó de jovencita en la clínica que tenía la matrona Clementina Aspinall. Mi mamá fue la que me metió en la cabeza que había que ser matrona. Yo no creo que alguna vez yo haya pensado en la obstetricia para trabajar. Pero a ella le gustó tanto, tanto…”
La señora Sonia Ulloa se destacó por haber trabajado casi toda su vida profesional en labores ligadas a la salud pública, asistiendo a múltiples cursos de especialización en la materia, y con cargos directivos y en diversos programas del actual Servicio de Salud Magallanes.
De gran relevancia ha sido entonces, en esta etapa de la historia de la matronería, la supervisión y trabajo directo en los establecimientos de atención primaria, desde la década de 1950 en postas rurales y consultorios: salud sexual reproductiva, atención prenatal, control de salud de puérperas y recién nacidos, planificación familiar, prevención del cáncer en la mujer. Desde la década de 1990 y en los centros de salud familiar y comunitarios se han incorporado a su labor la salud familiar y pesquisa de vulnerabilidad psicosocial: depresión, primera respuesta en violencia intrafamiliar o abuso sexual; prevención de enfermedades de transmisión sexual, visitas domiciliarias integrales, talleres para gestantes, climaterio, anticoncepción de emergencia, ecografías, consulta de lactancia, educación comunitaria, administración y gestión clínica.
Con esto termino esta reseña sobre las matronas y matrones de Magallanes, con la plena consciencia de sus omisiones. Más que nombrar y recordar personas, -que por cierto quedan muchas en el tintero- la idea es resaltar el trabajo que desarrollan día a día, y mostrar el arduo camino recorrido hasta la excelencia profesional que ostentan en la actualidad.
Fuentes de información Tercera Parte:
Testimonio personal Dr. Julio Montt (2018).
Testimonio personal Sr. Guillermo Gottschalk (2018).
Testimonio personal Sra. Isabel Soto (2020).
Testimonio personal Sra. Josefina Tello (2018).
Consejo Regional de Matronas y Matrones. Matronería al fin del mundo.