La nueva carrera espacial de Chile
Mg. Carlos Olave Solar
Investigador Centro Regional Fundación Cequa
Ya han pasado casi 9 años de la puesta en órbita del primer satélite chileno de manera exitosa: Fasat Charlie, parece lejano ese 16 de noviembre de 2011 y aún más lejos del primer intento de poner un satélite en el espacio en agosto de 1995 (Fasat Alfa), ciertamente el desarrollo de la ciencia, la tecnología y las necesidades hacen que nuestro país no se pueda y no se deba quedar al margen de tener una de las herramientas más sofisticadas que el ser humano ha logrado construir.
Una de las ventajas de un satélite es que abre muchas puertas para dar respuestas a distintos fenómenos naturales y si pensamos que en esta ocasión se están proyectando concretamente en tres, las oportunidades de investigación y desarrollo se multiplican. Cierto es que nuestros vecinos países nos llevan bastante delantera en estas tecnologías pero siempre llega el momento de poder ponerse al día. Pero ¿son suficiente sólo los satélites?, la verdad es que no, otra parte importante e integral de esta tecnología es el capital humano avanzado. No es sencillo trabajar una imagen satelital si lo que se requiere es obtener información interpretable y cuantificable.
Por ejemplo, las imágenes satelitales que vemos habitualmente a través de google maps o google earth están previamente tratadas con distintos filtros, realces y mejoras que atienden a la mejor manipulación y fácil entendimiento del observador. Pero ¿qué sucede si por ejemplo queremos conocer el estado vegetacional en distintas épocas de algún bosque? Existen una serie de procedimientos matemáticos y estadísticos que se deben programar a través de sofisticados softwares para poder hacer comparaciones entre distintas imágenes tomadas en distintos momentos que permiten hacer las correcciones necesarias para su homogenización, de lo contrario esto no sería posible.
Se espera que dentro de un año se ponga en órbita el primero de los tres satélites que permitirán monitorear recursos naturales como los bosques, praderas, glaciares entre otros, y también desastres naturales como terremotos o inundaciones.
Además de ello se han planificado tres estaciones terrestres de control orbital y una de ellas ubicadas en nuestra región, pero a mi juicio uno de los puntos más importantes es que se establecerá una gobernanza para el sistema espacial chileno que trae consigo una nueva institucionalidad en la materia, ya que permitirá una coordinación entre los servicios públicos, la academia e investigación y el sector privado. Esto es fundamental a la hora del uso de los datos informativos de los satélites, ya que permite una mayor fluidez en la obtención de las imágenes en momentos que son prioritarios para dar alguna respuesta de componente territorial.
Otra ventana de investigación que se abre tiene que ver con la continuidad de la información espacial, ya existen satélites que generan datos de imágenes gratuitas como LANDSAT (NASA/ de Estados Unidos) o SENTINEL (ESA/ de la Unión Europea) los que han permitido a muchos investigadores chilenos trabajar en teledetección u observación de la tierra a distancia, tanto en monitoreos de algún fenómeno como en la producción de publicaciones científicas.
Sin duda, los efectos que esto debiera traer a nuestro país y particularmente a nuestra región como laboratorio natural son prometedores, y deben ser motivo de entusiasmo para aquellos que nos dedicamos a investigar a través de este tipo de tecnologías.
Otro tema no menor que debiera venir aparejado a este será nuestra legislación espacial, el país ya tiene experiencia con la astronomía y ha actuado muy inteligentemente en la facilitación del territorio para la instalación de grandes laboratorios en el norte, con una productiva colaboración con los países que allí tienen sus observatorios, esperemos que también se pueda establecer o modificar la normativa para aquellos países que usan nuestras latitudes como estaciones de control terrestre para sus satélites aprovechando este impulso.