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Presidenta de Asodi: “En los años que llevo dializándome nunca había visto morir a tanta gente”

Lunes 9 de Noviembre del 2020

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En marzo eran 60 socios activos, 15 de ellos han fallecido. Pero la pandemia ha impedido las despedidas y el duelo.

A pesar que el Covid se ha tomado la contingencia, lo cierto es que hay otras enfermedades que no pueden esperar y este es el caso de los enfermos renales que deben someterse a sesiones de hemodiálisis.

Los pacientes dializados han visto cómo la pandemia los ha golpeado con fuerza y es que además han vivido la restricción de las consultas de especialidad lo que evidentemente impactará en su salud. “Hemos tenido problemas con las horas médicas, y si bien es una situación que ha vivido todo el mundo, no podemos esperar hasta el próximo año para que nos vea el nefrólogo. Estamos en el aire y no hemos tenido las consultas que necesitamos. Nos dializan, pero no tenemos consultas de especialidad”, planteó la presidenta regional de Asodi (Asociación de Dializados y Trasplantados), Jeany Contreras.

Han tenido problemas durante los traslados a las sesiones de hemodiálisis, especialmente quienes están en los últimos turnos en el hospital, en horario de toque de queda. “Hemos tenido casos en que el fiscalizador de las Fuerzas Armadas no confía en el certificado que entrega el Hospital Clínico. Nos pasa con personas que nos van a buscar, a una le retuvieron su vehículo y su carné de identidad”, puntualiza. Han tenido tres o cuatro casos de la misma naturaleza.

En su caso, se somete a hemodiálisis en el hospital tres veces a la semana y termina después de las 21,30 horas, es decir, en pleno toque de queda, que es mucho más complicado y la vigilancia de personal militar en las calles es mayor.

“No entienden que es la hemodiálisis y por qué se demora más de tres horas. Por ley, quienes estamos en situación de discapacidad, podemos tener un acompañante, y lo necesitamos por el desgaste que produce el proceso y muchos de nosotros salimos muy mal”, expone.

El dolor de la pérdida

Además de lo anterior, han debido enfrentar la muerte de sus compañeros que arrastraban la misma enfermedad. “En los años que llevo dializándome nunca había visto morir a tanta gente y de hecho, sólo en nuestra agrupación, de los 60 socios activos que participaban de las distintas actividades, han fallecido 15, sin contar a otras personas en diálisis que al no formar parte de la organización no hay un registro”.

Arrastan la pena de no haber podido despedir a estas personas. “Es que hay una relación afectiva con los pacientes, nos encontramos día por medio y estamos juntos varias horas. Además nos vemos en las reuniones y luego nos juntamos a tomar el té y a conversar, entonces un domingo al mes estamos todo el día en la sede. Hemos tenido semanas en que se han ido hasta tres de nuestros compañeros. No alcanzábamos a superar una pena cuando ya hay otro fallecido”.

De allí, que el duelo ha sido muy triste, muy pesado y sin la posibilidad de acompañarlos en el último adiós.

A pesar de ser un año complejo y correr el riesgo a enfermar, la organización ha continuado entregando canastas de víveres y apoyos sociales a las familias dializadas.