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Lecturas en pandemia

Por Marcos Buvinic Domingo 13 de Diciembre del 2020

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En el prolongado confinamiento que llevamos por el coronavirus, algunas personas que me han contado que han redescubierto el gusto por la lectura de libros, libros de diversas categorías y géneros, pero libros. Ciertamente la tecnología digital es maravillosa, y casi nos resulta imposible imaginar qué habría sido de nosotros en este tiempo sin internet y sin celular; pero, al momento de acoger lo que alguien ha escrito, parece que nada reemplaza al papel, nada reemplaza a los libros.

Quisiera compartir con ustedes algo de las lecturas que me han acompañado en este año pandémico. Especialmente hay una que quisiera compartir. Se trata de los poemas del libro “Venga tu reino” de Víctor Ilich (Mago Editores, 2019). El autor, Víctor Ilich Ruiz Huerta, al mismo tiempo que poeta, es juez en el Tribunal de Garantía de San Vicente de Tagua Tagua (Región de O’Higgins), siendo así un exponente más de la larga lista de magistrados que en nuestro país son escritores y poetas. Acá conocemos bien al gran escritor magallánico Juan Mihovilovich, quien es juez en Puerto Cisnes (Región de Aysén). Pareciera que la tarea de sentarse en el tribunal a aplicar las leyes y -ojalá- impartir justicia, despierta en muchos jueces el anhelo de algo nuevo y más grande que la aplicación de las leyes, un anhelo de verdad, de belleza, de bondad; al tiempo que esa tarea les abre las puertas a un profundo conocimiento del alma humana, en sus grandezas y miserias. Como dice Víctor Ilich, en uno de sus poemas: “escribo porque no sólo de pan vive el hombre”.

Durante estos meses de confinamiento me ha acompañado este poemario con la invocación “venga tu reino”, la que -desde los labios del Señor Jesús- nos impulsa a desear y buscar la fuente de todo lo pueda llenar el alma humana en su anhelo de una vida que tenga un sentido más allá de comprar y vender, o de vivir entretenidos mientras pasa el tiempo de una vida plana y aburrida, o mientras esperamos que pase la tragedia de la pandemia o llegue la esperada vacuna. Por eso, el juez y poeta clama diciendo: “Venga tu reino, sin atajos,/ porque no hay atajos para la verdad”.

La poesía de Víctor Ilich no es poesía religiosa en el sentido habitual del término, como una piadosa invocación o alabanza, sino que es una provocación al lector para ponerse de verdad ante el Dios que reina, haciéndose cargo de las preguntas -provocativas, también- que le hacemos a Dios desde nuestras propias inconsistencias, incongruencias e incoherencias, esas que ponen en evidencia la insensatez -y a veces, la mala fe- del mundo que vamos construyendo y que nos parece “normal” y bueno; por eso, la provocación del juez y poeta: “si tu reino no es de este mundo,/ no te molestes en volver./ Mira, estamos bien./ Si no, pregúntale al retail”.

Me ha acompañado el grito provocativo para dejar que Dios sea Dios y que venga a reinar en nuestras vidas, en nuestra mente y corazón, en nuestras familias y en las leyes, en las iglesias y en los laboratorios científicos, en las redes sociales y en las comisarías virtuales o presenciales, en el sistema económico y en las nuevas tecnologías que se presentan llenas de promesas, en la nueva constitución y en los libros escolares, porque con la inconsistencia humana que sólo compra y vende nos estamos haciendo pedazos unos a otros en una vida que sólo promete mantenernos entretenidos como coleccionistas de cosas, las que sean: billetes o juguetes para tener niños y adultos entretenidos con la última “novedad del año”. Por eso, escribe el poeta, “¡El que tenga oídos para oír/ repita este verso en el muro de Facebook! …en Twitter o en Youtube de ser necesario/ en el estricto caso de un ultimátum./ Venga tu reino, sin atajos, porque no hay atajos para la verdad”.

En este tiempo de pandemia, y en todo tiempo y lugar, la invocación “venga tu reino” es el grito de la absoluta necesidad de lo nuevo que viene de Dios, que nos invita a acoger esa novedad, y colaborar con El, para ir transformando nuestro presente autodestructivo en una vida que vaya colmando los más profundos anhelos del ser humano.