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Obispo abordó en misa de Navidad las graves consecuencias de la pandemia

Viernes 25 de Diciembre del 2020

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“Lo que más nos ha golpeado es ver cómo toda esta situación nos ha obligado a permanecer en nuestros hogares por más tiempo del pensado”, manifestó monseñor Bastres.

Durante la celebración de la fiesta de Navidad, el obispo Bernardo Bastres abordó anoche en el mensaje entregado durante la misa en la iglesia Catedral, las vicisitudes y sufrimientos de este año 2020, marcado por la pandemia del Covid-19.

Habló de tantas familias, amigos y conocidos que vieron partir a sus seres queridos sin poder despedir y acompañar a los deudos, con el abrazo de consolación, “se han ido sin los ritos humanos y religiosos más sagrados que brindamos a nuestros difuntos y esto nos ha hecho sufrir y sentir la limitación ante la naturaleza”.

Producto de lo mismo, “al inicio del año habíamos programado nuestras actividades, teníamos nuestros proyectos de familia, de crecer como profesional y de acompañar la vida cotidiana de los que amamos”.

La celebración de la primera eucaristía en suelo magallánico no se pudo realizar como estaba prevista.

“Sin embargo, lo que más nos ha golpeado es ver cómo toda esta situación nos ha obligado a permanecer en nuestros hogares por más tiempo del pensado. Ha traído para muchos una mayor pobreza pues se han quedado sin trabajo, otros con grandes temores a perder su fuente de ingreso. Hemos percibido la precariedad de los migrantes y sus familias. La salud mental ha golpeado fuertemente, a nuestros adultos mayores. Han crecido las tensiones internas en nuestras familias, con episodios de violencia que nadie deseaba”.

Solidaridad

Frente a lo que nos ha tocado vivir, el obispo valoró ser testigo “de la tremenda solidaridad que ha crecido en este tiempo, del esfuerzo por ir en ayuda del que lo necesita, nuestras comunidades cristianas se han multiplicado para llegar a tantos hogares con el pan de cada día. Nuestra campaña Niguno se Salva Solo sigue recolectando y entregando el amor fraterno que nace de la generosidad de todos nosotros”.

“En el niño de Belén, Dios sale a nuestro encuentro para hacernos protagonistas de la vida que nos rodea. Se ofrece para que lo tomemos en brazos, para que lo alcemos y lo abracemos en los que sufren y en los pobres”.

Nuevo hogar

Entendiendo que la celebración de los 500 años de la primera eucaristía debía materializarse en algo concreto, el pastor dijo que pensaron en el bienestar de los “hermanos mayores” como centro del accionar pastoral.

Es así que por insistencia de muchos, y especialmente del grupo “Magallánicos por un nuevo hogar”, junto al personal consagrado y apostólico, además del compromiso del director de Fide XII, decidieron continuar con el regalo prometido al Papa Juan Pablo II en su visita a Punta Arenas en 1987, y hacerse cargo de la Casa del Samaritano de Magallanes que, “será el signo concreto que nos recuerde que el Dios hecho pan y celebrado por primera vez en nuestro territorio, desea ser pan compartido y repartido entre aquellos que más lo necesitan”.

Monseñor Bastres dijo que “la Navidad es tiempo para transformar la fuerza del miedo en fuerza de la caridad. La caridad que no se confunde con la injusticia, sino que se anima, en medio de tensiones y conflictos a ser la fraternidad universal”.