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Taller Amabel: de la enseñanza a los tallados en cristal

Sábado 16 de Enero del 2021

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Fue la necesidad de reinventarse y de salir adelante lo que llevó a Daniela Risco Pallahuala a dar vida al Taller Amabel, un espacio de creación que ofrece tallados a mano y diseños únicos. El mismo que de a poco ha ido consolidándose y creciendo.

El taller Amabel comenzó hace dos años y medio en forma tímida, intentando abordar diseños con la temática regional y luego se fue haciendo más conocido y se fue ampliando. Con el paso del tiempo las personas comenzaron a pedir otros diseños, más personales y también fueron abarcando más, buscando mayores posibilidades de productos. “Entonces, busqué eventos, aniversarios y cumpleaños, todo para intentar dar la posibilidad de un regalo original”, recordó Daniela.

Trabaja todo lo que es cristalería desde tazas, botellas y vasos soperos, todo es tallado a mano con diseños son a pedido y, si alguien quiere algo especial, se prepara. Ahora, además trabaja vellón con lo que busca ir ampliando el taller.

“Esto fue una reinvención para mí. Esto, porque toda la vida trabajé en educación. Soy asistente técnico diferencial y por muchos años trabajé en la Escuela Paul Harris”, acota Daniela, quien explica que el 2017 le dio síndrome de Guillain Barre, un trastorno autoinmune, caracterizada por una parálisis progresiva de los músculos del cuerpo. Esta enfermedad la dejó paralizada por muchos meses, sin moverse para nada y con licencias médicas. Entonces, la pensionaron por invalidez porque no había recuperación, pero para ella había que hacer algo más.

“Estaba en silla de ruedas sin hablar, no movía mi cuerpo, aprendí todo de nuevo en un año que fue muy intenso en el Centro de Rehabilitación del Club de Leones Cruz del Sur y con mucha perseverancia estoy de pie. Yo en el colegio era muy exigente con mis alumnos porque quería que ellos avanzaran y tuvieran proyecciones. Si era exigente con ellos, ¿cómo no iba a ser exigente conmigo misma? Tenía la motivación de volver a hacer mi trabajo, pero lamentablemente las piernas no me funcionan mucho y no pude volver. Así que, cuando recuperé la movilidad de mis manos, partí con el taller”, dice la emprendedora.

Recordó que se capacitó en el tallado en cristal en su trabajo en la Escuela Paul Harris y que ésta era una de las cosas que quería enseñar a los alumnos para trabajar en el taller laboral. “Es difícil emprender. Sobre todo los primeros meses, el tratar de hacerte conocido cuesta mucho. Hay que presentarse a los clientes y, por eso, las ferias son las principales vitrinas. Es la instancia para que la gente vea tu trabajo. Es difícil, necesita perseverancia y si no resulta a la primera hay que volver a intentar”, comentó.

La emprendedora hizo de su taller algo muy propio. “Comenzó a dar frutos. El 2020 fue muy difícil porque se suspendieron las proyecciones que tenía. Además tampoco tienes los recursos para poder comprar los materiales. Entonces el año  fue difícil, pero, pese a todo, tuve mucha suerte. Adjudicarme los proyectos me ayudó a seguir”, comentó.

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