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Desde fines de enero

Estudiantes de la Umag no pueden vivir en el pensionado y fueron enviados a piezas habilitadas sin las condiciones adecuadas

Lunes 5 de Abril del 2021

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Seis internos de las carreras de Enfermería y Medicina, que realizan sus prácticas en el Hospital Clínico, ni siquiera tienen acceso a una lavandería o cocina.

Mientras en la Universidad de Magallanes la discusión de la semana estuvo marcada por la carta de apoyo que el rector Juan Oyarzo envió al precandidato presidencial Gabriel Boric, al interior de la casa de estudios hay una situación mucho más grave, ya que involucra a quienes son la base de su desarrollo: los estudiantes. Se trata de seis jóvenes que pertenecen a las carreras de Enfermería y Medicina, de los cuales tres de ellos se encuentran realizando sus prácticas en el Hospital Clínico. Hasta ahí, todo normal dentro de un proceso fundamental para la formación profesional de cualquier estudiante, por más que las condiciones no sean las mismas que aquellas que vivieron sus predecesores, con una pandemia cuyo foco principal es el recinto hospitalario regional.

Pero como si eso no fuera suficientemente estresante para estudiantes que están finalizando su proceso, estos seis jóvenes, de otras zonas del país, se vieron impedidos de seguir viviendo en el pensionado de la Universidad de Magallanes, y mientras tanto, han sido instalados en unas habitaciones sin las medidas mínimas que requiere un futuro profesional.

La estudiante de cuarto año de Enfermería, Macarena Mancisidor Mateluna, oriunda de Valparaíso, detalló lo que han estado viviendo: “Yo vivía en el pensionado porque tengo la beca de alojamiento, y en enero de este año nos sacaron de mala manera y en marzo no nos volvieron a instalar en el pensionado porque no quieren abrirlo, por lo que estamos en una situación compleja, porque estoy haciendo mi internado y necesito vivir en Punta Arenas para hacer la práctica. Somos seis alumnos que estamos en esta situación, que nos instalaron en un lugar, pero no tenemos dónde lavar ropa, no tenemos cocina, no están las necesidades básicas en ese lugar”.

Ese espacio se halla en un edificio de la universidad en 21 de Mayo con Bellavista, “en el primer piso tiene laboratorios, en el segundo oficinas y en el tercero están, entre comillas, nuestras habitaciones, que también eran laboratorios. Por lo que nos decía la asistente, habían sido habilitados de antes, para los profesores que venían de otros lugares a hacer clases por algunos días, entonces claro, para unos días no está mal, porque tienen espacio en las habitaciones y baño privado, pero yo tengo que estar, al menos, tres meses y no tengo para lavar mi ropa. Yo trabajo horas haciendo práctica en el Hospital, un foco de infección, sobre todo ahora con el Covid y no podemos lavar ropa, de suerte tengo a mi jefa, donde trabajaba antes de la pandemia, y ahí estoy lavando mi ropa. Ingresamos tres personas a ese lugar, pero por ejemplo, una compañera que vive en Combarbalá, Cuarta Región, ha tenido que cambiar su pasaje tres veces porque no le han asegurado un lugar donde quedarse y no ha podido avanzar con sus laboratorios” profundizó Mancisidor, que además, apuntó que, por la lejanía del edificio con el Hospital, a veces demoran una hora en llegar, “mientras que del pensionado, son 10 minutos en micro”.

Curiosamente, el año pasado, cuando la pandemia causaba estragos en la región, el pensionado permaneció abierto para los alumnos, “estuvimos todo el año hasta el 22 de enero de este año, éramos como ocho personas. En febrero cierran siempre, pero cuando terminé mi primer internado, el 2 de febrero, me sacaron del pensionado el 22 de enero y en ese momento informé que estaba en práctica y no tenía dónde irme, al final tuve que irme de allegada a otro lugar con media maleta. Ese día tuve evaluación a las 12 del día y a las 5 de la tarde tenía que estar afuera, porque estaban cerrando con candado”, relató la estudiante.

Al llegar marzo, le dijeron que no estaban las fechas claras para abrir el pensionado, “yo el 15 de marzo inicié mi internado, y el 12, me dijeron que podía ir a sacar mis cosas del pensionado, en la mañana, y en la tarde me iban a abrir este nuevo lugar, vendiéndonos la pomada de que era la panacea, y al final no tiene cocina, solamente un minibar como un pequeño refrigerador, para tres personas. Si uno estuviera de paso, el lugar es perfecto, porque la pieza no es pequeña, tiene baño privado, pero no tiene escritorio para estudiar, no hay sillas, no hay lavadora. Uniformes clínicos me tuve que conseguir, porque no tengo los recursos para comprar y como estoy en práctica desde noviembre del año pasado, no estoy trabajando. Entonces, estoy con tres uniformes clínicos a la semana, y no puedo lavar todos los días y al final, no es ponerme en riesgo solamente a mí, sino a todas las personas con las que convivo o donde me mueva, por infecciones intrahospitalarias que uno no puede controlar si más encima no tienes un lugar para lavar tu propia ropa. Mi práctica es de lunes a viernes, de 8 a 17 horas”, continuó Macarena Mancisidor, que vive esta situación con los estudiantes de Medicina, Julio Carrasco Araya y Alberto Sánchez Candia, mientras que los otros tres están con actividades académicas presenciales.

Carta sin respuesta

Esta situación la plantearon, mediante una carta en la que exponían su situación, a la Vicerrectoría Académica, directores de carrera de Medicina y Enfermería; secretarías de Rectoría y a la Dirección de Asuntos Estudiantiles, “y no nos dan respuesta. La semana pasada enviamos otro correo y nos dijeron que nos iban a responder en la semana, lo que tampoco ocurrió, porque era fin de semana largo y que después lo iban a evaluar. Yo personalmente, no aguanto la situación, porque estoy terminando mi carrera, con todo ese estrés, la práctica, ir todos los días al Hospital y estar en proceso de evaluación, y más encima, sin tener un lugar donde pueda llegar tranquila a estudiar. Tuve la suerte que me prestaron una mesita para que pueda estudiar, pero no son las condiciones mínimas”, reiteró Macarena Mancisidor.

Además, el argumento que en su minuto le esgrimieron para justificar el cierre del pensionado fue que la universidad iba a permanecer cerrada, pero “el día que fui a retirar mis cosas, vi que la Dae estaba haciendo actividades presenciales voluntarias, la tesorería también está abierta todos los días, al menos en la mañana, Ingeniería también está abierta, entonces al final ¿cómo va a ser la excusa de que la universidad está cerrada cuando están todos yendo al campus a trabajar?”.

A la espera están otros estudiantes, una de ellas que tiene que iniciar su trabajo de manera presencial en el Cadi “y no ha podido coordinarlo con sus profesores y con la Dae, dónde va a quedarse. Cuando le dieron las fechas de los laboratorios, compró su pasaje, pero en la Dae le dijeron que no podía venir, porque no tenía lugar donde quedarse y al final, tuvo que cambiar la fecha del laboratorio y ya lleva dos cambios de pasaje. Y más que con las condiciones del Covid está súper difícil viajar, ponen todas estas trabas acá, más encima y nos complican más nuestra existencia universitaria”, concluyó Macarena.