Deserción escolar

Otra de las consecuencias de la prolongada pandemia en todo el mundo ha sido el impacto que ésta ha tenido sobre el sistema escolar, sobre todo por la suspensión de las clases presenciales y la decisión familiar de no seguir enviando a sus hijos a la escuela.

En octubre del año pasado, el Ministerio de Educación, a través de su Centro de Estudios, había elaborado un documento de trabajo en que se abordaba esta inquietud, pues se temía que el coronavirus y todas las medidas restrictivas jugaran en contra y aumentaran la tasa de deserción escolar.

Allí se observaba que la sola inasistencia física a clases perjudicaría el proceso de aprendizaje e incidiría en el grado de conexión con los compañeros y las comunidades educativas. Además, se temía que el número de desertores se incrementara en un 43%.

Si bien no se cumplió tal nefasto vaticinio, a nivel nacional, las cifras son preocupantes: hasta el año pasado, 186 mil estudiantes de entre 5 y 21 años abandonaron el sistema escolar. Este 2021, 39.498 niños y jóvenes no fueron matriculados.

De éstos, 308 son magallánicos y el mayor número de estudiantes no matriculados se registró en cuarto medio.

El Ministerio de Educación ha implementado diversos mecanismos para poder monitorear y prevenir la deserción escolar, como el sistema de alerta temprana y la gestión de contacto.

El desafío es mayúsculo, porque el aprendizaje es un proceso continuo y, obviamente, la interrupción de las clases, la adaptación al formato virtual y, ahora, al esquema híbrido, han incidido negativamente en éste. Mayor debe ser el cuidado respecto de aquellos estudiantes que, derechamente, han optado por la exclusión educativa.

Por ello, tiene que existir un trabajo mancomunado entre las autoridades ministeriales, entidades como las corporaciones municipales y cada comunidad educativa por identificar los casos y dar curso rápidamente a un proceso de reinserción.