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Celebrando a la mamá en cuarentena

Por Marcos Buvinic Domingo 9 de Mayo del 2021

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Ciertamente, hoy quiero decir algo sobre nuestras mamás. Pero tengo que empezar lamentando que en Punta Arenas hemos iniciado un nuevo período de cuarentena. Es lamentable, porque se trata de un tremendo retroceso en el proceso sanitario ante la pandemia; un retroceso que trae problemas económicos, laborales, de salud mental y familiares. Es algo que ocurre -lamentablemente- a causa de muchas irresponsabilidades, no sólo individuales, sino también colectivas, como son las fiestas y diversos tipos de encuentros no autorizados de realizar, pero también por irresponsabilidades en el ámbito laboral, a causa de decisiones de algunas empresas o negocios que trabajan sin las imprescindibles medidas sanitarias. Así, la cuarentena que hemos comenzado nos hace presente, una vez más, que las irresponsabilidades personales y colectivas las pagamos todos.

En esta lamentable nueva cuarentena, hoy celebraremos el Día de la Madre, y para casi todas las personas es una fiesta que toca poderosas fibras afectivas de la historia de cada uno y cada una. Es una fiesta habitualmente hecha de encuentros familiares, regalos a las mamás, salidas o paseos, y llena de recuerdos agradecidos y promesas de amor hacia las mamás. Ahora todo eso resulta complicado porque no sabemos qué pasará hoy en cuarentena, ni qué consecuencias tendrá.

Pero, en medio de todo eso, es importante vivir y celebrar el Día de la Madre, porque es una fiesta hermosa que celebra a esa persona única en la vida de cada ser humano. La mamá es la mujer que acogió el regalo de la vida en su seno, la cuidó para que naciese esa persona que es cada uno de nosotros, y luego en una interminable cadena de generosos sacrificios nos alimentó, cuidó nuestra salud, veló nuestro descanso, procuró darnos lo mejor en todos los aspectos de la vida que estaban a su alcance; así mismo, nos enseñó las principales cosas de la vida, desde enseñarnos a hablar hasta enseñarnos a dar y recibir amor y perdón. También, para la mayoría de las personas, la mamá fue quien nos enseñó a conocer a Dios y a relacionarnos con El en la oración. Sin duda, y aunque a algunos les cueste creerlo, aceptarlo o decirlo, la mamá es la persona que más ha influido en lo que somos y en el modo en que somos como personas.

Uno de los mayores secretos del amor son los diálogos silenciosos de cada mamá con el hijo que se va gestando en sus entrañas. Esos diálogos que acontecen durante nueve meses en el silencioso secreto del seno materno, y que son para cada persona la primera experiencia de encuentro con otro y de apertura al amor. ¡Esos diálogos son una maravilla de amor, cuyo secreto sólo conoce cada mamá! 

Sin duda, el amor maternal y la relación entre cada mamá y sus hijos es una de las relaciones más profundas que existen entre los seres humanos, una de las relaciones que está más llena de sentimientos de amor y gratitud, y allí es donde aprendemos la gratuidad del amor. Con todo esto, no se trata de subir a nuestra mamá a un altar y endiosarla, pues ella es un ser humano que, como todos, tiene sus límites y sus defectos; más bien, se trata de maravillarnos ante el hecho de que en nuestra pequeñez y fragilidad los seres humanos podemos hacer cosas grandes y maravillosas, como lo que hace cada mamá por sus hijos.

Para cada mamá, por su parte, su maternidad es uno de los mayores regalos que Dios le ha hecho, enriqueciendo su persona con el hecho de dar vida a otra persona. La maternidad es uno de los acontecimientos en que el ser humano hace de modo más claro la experiencia de ser un colaborador de la obra de Dios.

Esta celebración del Día de la Madre nos ayuda a darnos cuenta que el reconocimiento a nuestras mamás no puede ser sólo cosa de un día, sino que tiene que ser una actitud permanente que ponga el tono del amor a nuestras relaciones familiares. Esto es muy importante, pues no podemos olvidar que muchas veces las mamás no son reconocidas ni son valoradas en sus esfuerzos y sacrificios; a veces son maltratadas, y algunas viven en la soledad y en el olvido de sus hijos. Ante tantos dramas familiares -de todo tipo- que se viven a diario, necesitamos hacer más familia; sin duda, mirar a nuestras mamás con amor agradecido es uno de los mejores modos de ir haciendo más familia.

Por eso, festejar a nuestras mamás es un acto de amor y de reconocimiento agradecido que ennoblece nuestras vidas y la vida de nuestras familias. Ojalá cada familia pueda tener una hermosa celebración en este día; pero, también sabemos que  tenemos que cuidarnos en la cuarentena y cuidar a nuestras mamás. Seguramente, la creatividad que ha estado tan desarrollada en estos tiempos de pandemia, nos permitirá encontrar los modos de celebrar a nuestras mamás sin exponernos ni exponerlas a ellas al contagio y sus dramáticas consecuencias.

Les deseo a todos y a cada familia, y sobre todo a cada mamá, un feliz Día de la Madre, con una celebración que en medio de la pandemia será distinta, pero será original, creativa y hermosa, y nos entibiará el alma en medio de la frialdad de la cuarentena y los dolores de la pandemia.