A un mes de la Convención
Parece que fuera un año desde ese domingo 4 de julio cuando con el corazón apretado me despido de mi piño feminista y emprendo el rumbo desde la Patagonia Rebelde a la capital, a hacer carne los sueños de tantas compañeras que por primera vez vimos la opción real de participar en un espacio de decisión política incidente e inédito para nosotras.
Parece tanto tiempo atrás, cuando atravesamos las calles de Santiago Centro, camino a la sesión inaugural en el Ex Congreso con la Coordinadora 8M y tantas otras candidatas de la Plataforma Feminista Constituyente y Plurinacional, algunas no electas, pero convencidas de que, si entraba una, entrábamos todas.
Desde que escuchamos a lo lejos la bulla de los movimientos sociales reprimidos en Plaza de Armas, y momentos después, cuando nos conmovimos al presenciar cómo desde un Pueblo que ha sufrido injusticias de siglos, se escoge a una mujer mapuche para presidir el máximo órgano del Poder Constituyente, quien nos invita con toda su sabiduría ancestral a este nuevo ciclo de convivencia entre todos los Pueblos que conforman Chile.
Cuando por primera vez en la historia un órgano del Estado emite una declaración a favor de la libertad de presos y presas políticas de la Revuelta, de presos políticos del Wallmapu, y reconoce que en Chile sí se encarcela y criminaliza la protesta social.
Cuando tras intentos de querer torcer el sentido de una demanda histórica de las feministas, logramos que se interprete la paridad como un piso mínimo y no como techo, para que más mujeres puedan presidir las ocho comisiones transitorias que hoy ya están funcionando y que en menos de treinta días entregarán sus propuestas de condiciones y reglas de funcionamiento interno y externo de la Convención en las áreas de Reglamento, Etica, Presupuesto, Comunicación, Participación y Consulta Indígena, Participación Popular y Equidad Territorial, y Descentralización.
Parece más tiempo, pero en realidad ha sido solo un mes cuando logramos además, y conscientes de la tremenda labor sostenida por la lamngen Elisa Loncón y Jaime Bassa, ampliar la Mesa Directiva de la Convención Constitucional. Y aunque no fue a través del método que postulamos (votación papal), alcanzamos una de las siete Vicepresidencias desde Movimientos Sociales Constituyentes- la cual tengo el honor de personificar-, articulación ya con 13 convencionales constituyentes que representan organizaciones de base de diversos territorios de todo el país, con quienes venimos entramando el mandato por el buen vivir.
En medio de una cultura de la inmediatez que demanda vernos ya escribiendo las primeras páginas de la Constitución, cuesta ver tantos errores acumulados de la Segpres y el Gobierno (que ya no parecen casuales), fake news, farándula política, negacionismo, discursos de odio, encuestas de dudoso calibre, y una ya iniciada campaña de rechazo de salida. Es difícil conservar el temple, cuando vemos abierta violencia machista, racista, clasista y colonialista contra nuestra lamngen Elisa y Machi Francisca Linconao. Duele observar que desde el privilegio aún no entienden y buscan banalizar un proceso que nos costó hasta ojos y vidas.
Pero aunque parece mucho tiempo, solo han pasado treinta días. Y lo que no ven aún los medios hegemónicos, es que adentro de la Convención ebulle impetuoso el Espíritu de Octubre. Y nuestro llamado desde los movimientos sociales, desde los pueblos preexistentes, desde el feminismo y el movimiento socioambiental, es a no soltarnos. Desde dentro y fuera nos seguimos organizando para prodigar los máximos cuidados a tan delicada gestación de un nuevo pacto social. Y confiamos en la potencia y sapiencia de todos los pueblos.