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El Cine

Por Jorge Abasolo Lunes 16 de Agosto del 2021

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En honor a la verdad yo entiendo tanto de cine como de mapudungún, esperanto o chino mandarín. De puro patudo me metí en esto y espero salir del embrollo.

Debo admitir que mi juventud la pasé y sobreviví mayormente en la ciudad de Angol, donde las películas llegaban algo así como con tres años de atraso respecto de Santiago. Una vez fuimos a ver con entusiasmo digno de mejor causa el film “El Día que me quieras”. Decepción absoluta.

La cinta llegó tan cortada que no salía ni Carlos Gardel.

Lo poco y nada que sé del llamado séptimo arte se lo debo a André Jouffé, que sabe un kilo de estas materias y respira celuloide hasta por los poros. Ha estado más de veinte veces cubriendo el Festival de Cannes y ha entrevistado a esos monstruos del cine que uno conoce sólo a través de sus películas o en esas biografías vocingleras. Me cuenta que uno de los  actores más simpáticos que ha entrevistado es Robert de Niro, lo que no deja de ser una sorpresa, pues los divos y presumidos en este ámbito hay que contarlos calculadora en mano.

Sí les puedo contar que la película que más me impactó en mis tiempos de muchacho fue una llamada “El Mundo está loco, loco, loco, loco”. Que yo sepa nunca en un filme se habían dado cita tantos comediantes de fuste. En menos de dos horas aparecen Mickey Rooney, Los Tres Chiflados, Buddy Hacket, Phil Silvers, Jerry Lewis y varios más de cuyos nombres no quiero…mejor dicho no puedo acordarme.

Lo amargo de haber visto esa cinta es que pasada la mitad del filme hubo un sismo que nos hizo a todos arrancar del cine. No sé si será psicosis de este columnista pero me pareció que hasta los actores de la película se asustaron.

Años después me dispuse a volver a verla, pero ahora, enterita. A los tres cuartos de cinta -y por un llamado de incendio, al lado del Cine Rex de Angol- , fuimos conminados a dejar el lugar donde me estaba divirtiendo como loco (franca alusión a la película).

Han pasado los años y quiero volver a ver esa cinta, pero me asalta el temor de que ahora se inunde la sala, me agarré el coronavirus o me encuentre con mi suegra en plena sala.

¿Y qué más les puedo contar del cine?

Acaso, que jamás he entendido por qué la película “Casablanca” está sindicada como la mejor o una de las tres mejores de la historia. Yo la encontré discreta, por no decir “reguleque”, pero ello puede obedecer -insisto- a mis exiguos conocimientos del cine. La cinta es protagonizada por Humphrey Bogart, cuyo parecido con el desaparecido periodista chileno Tito Mundt es encomiable. De Bogart les puedo contar que era un tipo más bien bajo y debía usar gruesas suelas que le hacían aparecer más alto. De este modo, cuando filmó la película “Casablanca” con Ingrid Bergman hubo más de un percance que soslayar. Ocurre que la Bergman medía un metro y setenta y ocho, es decir, se trataba de una de las actrices más altas de Hollywood.

Por lo tanto, para la filmación de dicha cinta a Bogart hubo que fabricarle zapatos especiales, de esos con plataforma, que aumentaban de modo significativo su estatura.

Y no tengo nada más que decir de cine, pues mis conocimientos son rudimentarios. Y como la columna se trató del séptimo arte, sólo puedo terminarla diciendo:

The End…