Déficit de viviendas en Chile y programas presidenciales de Boric y Kast
L
a vivienda para una familia, cualquiera sea su conformación, es de seguro, uno de los mayores desvelos, pues es esta, la infraestructura básica, que permite contener y dar soporte al hogar, a la persona, a sus hijos, padres, en fin, al núcleo de familia y afectos con que cada uno estructura su vida.
En el Chile Republicano y probablemente en el Chile urbanizado (desde 1930 en adelante cuando la motorización y las formas de transporte comenzaron a cambiar notablemente), se produjeron fuertes migraciones del campo a la ciudad lo que se incrementó con una fuerte tasa demográfica hasta la década de 1960.
En el censo del año 1930, la Población Rural aún superaba a la Población Urbana. En efecto de los 4.3 millones de chilenos censado ese año, 2.119.000 vivían en centros urbanos (ciudades) y 2.168.224 personas vivían en el campo, en la extensa ruralidad de Chile.
La población censada para el Chile de 1970, llegó al total de 8.8874.769 habitantes, lo cual implica, que en 40 años (desde 1930 a 1970), Chile duplicó su población, lo que volvió a repetirse pues de acuerdo al censo de 2017, registramos 17.574.003 habitantes, lo que implica que desde 1970 a 2017, es decir en 47 años, casi registramos una duplicación de nuestras población.
Hoy sobre el 95 % de la población chilena, vive en ciudades y menos de un 5 % vive en condición rural o no urbana. Este fuerte crecimiento de la presión sobre las ciudades, ha hecho que Chile, permanentemente arrastre un déficit en su parque de viviendas, lo que ha llevado desde las imágenes del Chile (o Santiago de los años 20, 30 y 40) viviendo en “conventillos o cites “, al Chile (o Santiago) viviendo en el año 2021 en tal dispersión que desde el extremo Norte (Quilicura) al extremo sur (Puente Alto) hay más de 40 kilómetros, casi la misma distancia entre Vitacura y Pudahuel.
Cada año llegan, a Santiago decenas de miles de chilenos (el centralismo y las oportunidades “succionan” a miles de chilenos a emigrar a la capital), más los nuevos miles de habitantes, que son los inmigrantes que llegan desde los vecinos países, que ven a Chile como una esperanza de vida. Estos diversos fenómenos que se suman al crecimiento, por cierto menor, de las diversas regiones, ha creado al día de hoy, un déficit en materia de vivienda el cual se ha transformado en los sucesivos gobiernos, en insuperable.
Revisados los programas de gobierno, de los candidatos presidenciales, Gabriel Boric y José Kast, poco se dice y compromete en materia de vivienda y de luchar frontalmente por superar esta inmoral deuda por parte de nuestro país. El programa de José A. Kast es simplemente pobre y carente de metas concretas, (ni siquiera se enuncia el déficit consensuado que es de aproximadamente 600.000 viviendas). Kast sólo habla brevemente de subsidios de renovación urbana, los cuales existen en Chile desde 1990, los cuales no han sido “gatilladores” reales y efectivos para paliar el déficit, sino que para densificar Santiago Centro y otras pocas comunas en Chile. También habla de un subsidio a la natalidad, lo que directamente no tiene que ver, con la oferta y demanda de vivienda, el asunto del suelo para edificar, la acción del Estado, el rol de la empresa privada. Pocazo para un programa presidencial. Mosciatti tenía razón.
En el caso del programa presidencial de Gabriel Boric, al menos se da cuenta de la cifra inicial a la cual, cualquiera esperaría, que se intentase superar (las 600.000 viviendas de déficit) más el crecimiento vegetativo que se sumara en los 4 años de periodo presidencial.
Boric compromete un “conservador” (probablemente muy responsable, para mi gusto excesivamente responsable con los recursos que esto demandaría para el Estado), pues compromete una construcción de 65.000 viviendas anuales, lo que totalizaría 270.000 viviendas en su periodo presidencial. Este compromiso, sólo resolvería el 40% por ciento del déficit del día de hoy.
Se proponen en su programa, una serie de materias de interés como el Banco de Suelos, la recuperación de plusvalías (lo que ningún gobierno ha querido aplicar en estos últimos 30 años), lo que es muy valorable y una serie de consideraciones de traspasar a los Servius, al funcionamiento de los gobiernos regionales. Se habla también del trabajo mancomunado con los municipios y las eventuales cooperativas y un largo listado de otras materias en materia cualitativa y compleja de juzgar por el escaso detalle y “bajada”.
Sin duda, un programa bastante más serio que el de Kast, que es “de pobreza franciscana” por ser generoso. Sin embargo, creo que el programa de Boric, puede y debe ser un poco más ambicioso, como lo es en otras tantas materias. Si esto no ocurre seguiremos al ritmo de carreta, que han llevado los gobiernos de estos últimos 20 años en materia de Vivienda. Ah, y lo más importante, el financiamiento del Banco Estado o del Banco Nacional del Desarrollo que propone Boric, debe apoyar al segmento medio, con acceso y tasas adecuadas, lo que no ha entregado la Banca en estos años. Y, por último, se debiera estudiar la reposición del pago del dividendo de todos (o casi todos) los beneficiarios, de manera de que se vuelvan a imponer un modelo solidario (si pago mi dividendo más temprano que tarde les favorecerá a otros) y genera responsabilidad y dignidad. Antiguamente las viviendas básicas y P.E.T. (Programa Especial para Trabajadores) pagaban dividendo (por cierto, bajo o razonables) y al paso de 7 u 8 años, si el cumplimiento del beneficiario era adecuado y cumplidor, el Estado a través del Serviu le condonaba muchas veces el saldo aún no pagado. Deberes y derechos de la mano, para sacar a Chile adelante.