Necrológicas

“Suprema con fritas y una gaseosa” (“Ayer nomás…”).

Por Marino Muñoz Aguero Lunes 24 de Enero del 2022

Compartir esta noticia
123
Visitas

“Ayer nomás, en el colegio me enseñaron que este país es grande y tiene libertad…” cantaba en 1967 el pionero del rock argentino Moris (Mauricio Mario Martín Birabent); composición “suavizada” por el conjunto “Los Gatos” -censura de por medio- como “Ayer nomás, pensaba yo si algún día, podría encontrar alguien que me pudiera amar…”. Bueno, “Ayer nomás”, nosotros, los que no nos encandilamos con los Resort “All inclusive” del Caribe o las tiendas de Miami, las playas cariocas o los museos de la vieja Europa, nosotros a quienes la pampa infinita de nuestra Patagonia nos seduce y nos hechiza, nosotros “Ayer no más”, hace dos años andábamos por este gran país que nos tocó de vecino en este rincón de América.

Y hace dos años que por esta pandemia que nos pisa los talones no podemos aparecernos por Gallegos, por Río Turbio, Río Grande, Ushuaia, 28 de Noviembre, Calafate e intermedios (¡y qué intermedios!) como Esperanza, Tolhuin, Julia Dufour o El Chaltén. En cada parada el “Surtidor” YPF o un local de “La Anónima” para cargar “nafta” o comprar algo para el camino, respectivamente.

Es que de niños, allá por los años ’60 aprendimos a viajar por estas pampas “al otro lado del alambre”, principalmente a Gallegos, en esos tiempos cuando para entrar a la ciudad, el viejo expreso “Ghisoni-El Pingüino” doblaba hacia la derecha y daba la vuelta por donde había un destacamento militar y luego enfilaba por Roca (actual Kirchner) para llegar a su paradero en Zapiola, donde está la Casa de Cambio de Lopetegui. Alguna vez también llegamos en avión, un cuadrimotor DC 6B de Aerolíneas Austral, cuando el aeropuerto estaba en el ingreso sur de la ciudad, en el sector donde se ubica el Autódromo José Muñiz.      

Tiempos de revistas Billiken, D’Artagnan o Patoruzú (que es un cacique tehuelche) leídas a media tarde en el antiguo Hotel “Punta Arenas” de los Cárdenas o en los viejos hoteles “París”, “Covadonga”, “Alonso” o “Santa Cruz”, donde se alojó el gran Maradona cuando vino a jugar en febrero de 1980; ahí pernoctaban también los pilotos de la Guerra de Las Malvinas. 

Extrañamos de Río Gallegos los paseos por “La Ría”, el vitrineo por la Kirchner y sus  comercios emblemáticos: “Patio Central”, “Lamas”, “Mauro Sergio”, “Cardon” o la librería “Capipe”, aunque sea para soñar un poco y de ahí a comprar facturas en la Panadería “La Universal” o sandwichs de miga en el “Primavera” o al cafecito en el “Mónaco” (muy a mal traer la última vez que lo visitamos).

Nosotros alcanzamos a ir al antiguo Cine “Carrera” ahí en la esquina de la entonces Roca con Fagnano, cuando Gallegos tenía vida nocturna y se podía pasear tranquilamente por las calles del centro hasta altas horas de la madrugada, conversar un café u hojear las revistas en los “Poli Rubros”.

Pero el título de esta crónica no es una casualidad, pues en cuanto a comidas muchas veces sólo por eso valía la pena atravesar la frontera y, en cualquiera de los destinos ya citados se puede disfrutar de unas buenas pastas, un monumental bife chorizo, las imprescindibles pizzas o las milanesas de ave, o el sándwich de milanesa, todo ello acompañable de bebidas como “Paso de los Toros”, “Mirinda” o una “Crusch” (tal cual: “Cruch” y no “Oranch Crasch” como le decimos nosotros).

Y así nos vienen a la memoria y al paladar la Confitería “Roca” de Río Grande, el Hotel “Esperanza” camino a Calafate, el Restaurante del “Hotel Nazo” de Río Turbio y en Gallegos el extinto “Minutas 24 Horas”, el siempre vigente “Dorapas” y el más entrañable de todos; la inolvidable y desaparecida “Confitería Díaz” en plena calle Roca, con esos garzones a la antigua, cancheros, con traje y humita y a quienes, luego de pedirles una milanesa de pollo con papas fritas y una bebida, nos respondían plenos de simpatía y buen servicio: “Entonces para vós pibe, una suprema con fritas y una gaseosa”, “¿Paso de los Toros o Mirinda?”, “¿o una Cruch?”.

Una pandemia no es eterna, sí lo son esas pampas que Dios nos regaló y que volveremos a atravesar como lo hacíamos “Ayer no más”: “Ayer nomás/ Pensé vivir feliz mi vida/ Hoy comprendí/ Que era feliz ayer nomás…”.