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La muerte del obispo Tomás González Morales

Por La Prensa Austral Domingo 13 de Febrero del 2022

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  • El vínculo pastoral de Tomás González con Magallanes comenzó el 27 de marzo de 1974 cuando el Papa Paulo VI emitió la bula respectiva con su nombramiento episcopal. El 3 de mayo de ese año, tomó posesión de la iglesia diocesana, en reemplazo del obispo Vladimiro Boric. Tenía sólo 39 años.

A los 86 años dejó de existir este sábado en la capital el obispo emérito de Punta Arenas, Tomás González Morales. Su condición de salud se complicó a causa del Covid.

Monseñor González estuvo al mando de la Iglesia Católica en la región por espacio de 32 años, dejando una profunda huella en la zona, donde ejerció gran parte de sus 43 años de sacerdocio (fue ordenado en Turín, Italia, el 11 de febrero de 1963). Entre 1966 y 1973 ejerció como profesor de moral en la Universidad Católica de Chile, en Santiago. Además fue secretario del cardenal Raúl Silva Henríquez.

El vínculo pastoral de Tomás González con Magallanes comenzó el 27 de marzo de 1974 cuando el Papa Paulo VI emitió la bula respectiva con su nombramiento episcopal. El 3 de mayo de ese año, tomó posesión de la iglesia diocesana, en reemplazo del obispo Vladimiro Boric. Tenía sólo 39 años.

Una de las labores más importantes desarrolladas por el obispo, reconocidas nacional e internacionalmente, fue la defensa de los derechos humanos en los años de la dictadura militar en Chile. Se involucró de lleno con el drama de muchos chilenos, víctimas de apremios ilegítimos, en centros de detención. Esta tarea le acarreó muchos problemas e incomprensiones, incluso que lo motejaran de comunista. En una entrevista publicada el año 2000 en este diario recordó esa época: “Yo sabía que me iban a tildar fácilmente de ‘obispo rojo’ porque defendía a las personas que tenían otra mentalidad. Pero para mí no interesaba la ideología, sino los individuos, por lo tanto merecían mucho respeto. Me costó que me dieran permiso, por ejemplo, para ir a la isla Dawson. Lo logré una vez y pude encontrarme con algunas personas que hoy día viven y que han ocupado puestos bastante importantes aquí en la región”. En esa misma ocasión se refirió también al significado de la tarea desplegada en favor de los desterrados durante el régimen militar, a los cuales brindó significativa ayuda a través de la pastoral de los exiliados: “Una cosa que a mí me admira muchas veces es que los hermanos que han sufrido mucho, y a los cuales les tendí una mano en un momento determinado, se acuerdan con mucho cariño de uno”.

También tuvo un rol fundamental en medio del conflicto limítrofe con Argentina, en 1978, que estuvo a punto de finalizar con una guerra.

Sin embargo, su legado se vio empañado con las acusaciones de encubrimiento tras las denuncias de abusos sexuales contra menores surgidas contra sacerdotes que sacudieron a la Iglesia de Magallanes durante el ejercicio de su ministerio, algunas de las cuales terminaron en condena para los autores, a pesar de haber imperado una fuerte red de protección para ocultar las conductas desviadas de algunos miembros del clero local.

Las últimas dos décadas del obispo Tomás estuvieron también marcadas por la desaparición del estudiante Ricardo Harex González, la sombra que atraviesa la vida de la Iglesia en Punta Arenas luego de la presunta vinculación del fallecido vicario de la Diócesis, Rimsky Rojas, con el caso. En una de sus últimas entrevistas concedidas a este medio, remarcó: “Yo pienso que lo fundamental es que la memoria de Ricardo merece que todos nosotros colaboremos para darle paz a la familia. Para que entre todos vayamos encontrando la respuesta a lo que tanto se busca y que es no tanto buscar culpables o inocentes sino la verdad. Busquemos más la verdad que suposiciones porque no sirven y se pierde el tiempo”.