Necrológicas
  • José Albino Ruiz Ruiz

Pesar por muerte de Ricardo Cancino, cuyo espíritu solidario es su mayor legado

Viernes 15 de Abril del 2022

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Su figura a la orilla de la cancha y sus palabras en el camarín seguro van a ser recordadas por varias generaciones de magallánicos que tuvieron al “profe” Ricardo Cancino Navarro como motivador de inolvidables jornadas de fútbol.

Su partida -producto de una prolongada enfermedad- caló profundo, no sólo por su edad (67 años) sino también porque hasta donde sus energías se lo permitieron continuó día a día ligado al deporte, pero también a mantener vivo su espíritu
solidario que lo impulsó a ir en ayuda de familias con carencias sociales y personas en situación de calle como integrante de agrupaciones como “Puro Corazón” y el “Voluntariado Padre Hurtado”.

El mayor de sus tres hijos lleva su nombre, un legado que va más allá de llamarse Ricardo. La pasión y el amor por el fútbol inculcado por su padre dice tenerlo grabado a fuego. Tal como su progenitor también es técnico de fútbol (hoy a un paso de serlo de manera profesional); y entre tanto recuerdo, menciona que incluso en una oportunidad estuvieron a punto de enfrentarse desde las bancas en el marco de un Regional, “él por Yungay y yo por el Sokol. Al final, no se dio”, señala.

Su hijo recuerda que la historia del “profe” Cancino incluyó las tres asociaciones de fútbol de Punta Arenas. Como jugador recordó su paso por Naval, por San Felipe y Reinerio García. Como técnico fue parte del Club Chile, para más tarde trabajar con Colo Colo y la Universidad de Chile (de la Asociación Punta Arenas); Presidente Ibáñez y Camilo Henríquez (Asociación 18 de Septiembre) y con Yungay (Asociación Barrio Sur). De manera paralela también trabajó con equipos de liga, como Tucuquere y Carboneros.

Una vida de trabajo

Ricardo recordó a su padre como un hombre incansable, perseverante y de compromiso. Estudiante del Comercial y del Don Bosco encontró su desarrollo laboral en la Armada, lo que justamente lo llevaría al deporte a través del extinto Club Naval.

De ahí no paró más. Se enamoró de la cancha, se apasionó por el balón y esa devoción que no todos entienden logró traspasarla a su hijo y a sus nietos.

Esta semana, poco antes de reencontrarse con familiares durante visita en el Hospital Clínico, sus ojos se cerraron. Cancino dejó de existir terrenalmente (como bien lo dijo alguien por ahí). Sin embargo, su legado permanecerá mientras algunos de sus tantos dirigidos sigan haciendo rodar un balón.

A Cancino le sobreviven su esposa; sus hijos Ricardo, Paula y
Pablo; y 6 nietos.

Sus restos están siendo velados en calle Rafael Sotomayor 0120, sede vecinal de la población Jorge Cvitanic, donde hoy se oficiará un responso a las 15 horas antes de su partida al Cementerio Municipal Sara Braun de Punta Arenas.

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