Necrológicas

“Duele pensar que muchos adultos mayores están pasando por lo mismo que yo”

Martes 26 de Abril del 2022

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Confiesa que han sido noches difíciles, sin esperanza, de búsqueda de respuesta y con una decisión que parece ser inexorable: dejar Magallanes luego de más de 30 años.

“No he podido dormir. He estado bajo techo, pero prácticamente en el suelo”, relata María Ramírez Loyola 24 horas después de haber sido “expulsada” mientras intentaba levantar una mediagua en el sector de la “toma” de terrenos en calle Abate Molina, sector surponiente de Punta Arenas.

Su decisión hoy pasa por dejar Magallanes, por irse a buscar otro destino. A Punta Arenas llegó hace más de 30 años, es pensionada, con una discapacidad, y su único apoyo proviene de su hijo (quien trabaja en La Vega, en Santiago). 

La mujer de 68 años admite que se lo ha llorado todo por lo que considera falta de oportunidades, injusticia y el pensar que muchos adultos mayores de este país pueden estar atravesando por lo mismo. Cuenta que durante años gestionó el acceso a una vivienda, que ha golpeado puertas, que ha intentado hablar con autoridades “que nunca tienen tiempo” y que la única luz de esperanza se apagó el pasado viernes cuando Carabineros y personal municipal le impidieron instalarse. “Lo que más duele es la forma en que me trataron. Me querían llevar mis cositas al vertedero, y aunque a la persona del municipio le pregunté si ella tenía madre, me trató tan mal que me sentí como un perro, humillada”.

Agrega que la injusticia que siente tiene que ver con que en el lugar viven muchas personas, desde hace varios años, quienes incluso han tenido la posibilidad de levantar casas de dos pisos. “Muchos son extranjeros, y me alegro que tengan esa oportunidad, pero ¿por qué no tienen esa posibilidad personas como yo, adultos mayores, que han trabajado toda su vida, que son de acá o llevan toda una vida en Punta Arenas? Con 158 mil pesos de pensión qué más nos queda”, pregunta.

Asimismo, revela que las mismas personas que evitaron su instalación le dieron como “solución” el que vuelva a la casa que arrendaba porque la ley la faculta a seguir ahí durante un tiempo. “Qué es eso, cómo pueden decir eso. No se dan cuenta que si hago eso estoy perjudicando a otra persona, a la señora que me arrendó y que ya no le puedo seguir pagando. Ella también necesita su platita, ella también tiene problemas, en cambio yo en ese terreno que está lleno de personas en toma no iba a perjudicar a nadie, porque era levantar un techo con cuatro paredes donde sólo entraban mi cama y una mesa”.

María Ramírez dice -entre lágrimas- que la esperanza de que alguien le tienda una mano se fue la tarde del viernes y que hoy sólo piensa en irse de Magallanes con un amargo recuerdo.

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