Carlos Corales y la historia de su clásico “Te Quiero…”
A mediados de la década del 60 del pasado siglo la vida transcurría tranquila para los habitantes de la calle Roberto Espinoza, cerca de Avenida Matta en la capital de Chile. Entre ellos se contaba a Carlos Corales, en ese entonces guitarrista de “Gina y Los Tickets” (“Dos guitarras en el mar” fue su gran éxito). Una tarde cualquiera, lenta y cordial como las tardes de barrio, Corales es abordado por Rigo Ragona su amigo y vecino quien era integrante del conjunto “Los Diablos Azules”, muy de moda en esos días. Ragona le consultó si tenía algún “temita”, pues necesitaban completar el álbum que estaban grabando. Corales comprometió su aporte, y compuso el inolvidable e imprescindible “Te Quiero”, que podría considerarse lo más grande de la música instrumental popular chilena, inconfundible con ese “One, two, three, four” de la introducción y el susurrante “…te quiero…” del final, ambos a cargo del legendario Pat Henry, líder y símbolo de “Los Diablos Azules”.
El tema – que ha trascendido generaciones- fue compuesto en una tarde, sin una fuente ni motivo de inspiración específicos, sólo para cumplir con el amigo del barrio. Corales entregó la melodía y la armonía, “Los Diablos Azules” hicieron el arreglo y agregaron el “One, two, three, four” , y el “…te quiero…”. Además, le pusieron el nombre, el autor no se había preocupado de ese detalle. El registro se hizo en 1966 con instrumentos Fender en el recordado estudio ODEÓN de la Calle San Antonio, con una calidad sobresaliente para aquellos años. Sin embargo, “Te quiero” tiene una “pifia”; se trata de un error en el contrabajo en una subida de tono, -una “atravesada” dirán los músicos-, lo que ha quedado para la posteridad como una anecdótica imperfección en la perfección de una pieza de antología.
Una vez lanzado el álbum al mercado, fue tal el éxito atribuido exclusivamente a “Te quiero”, que debió ser editado en single, transformándose en uno de los paradigmas musicales de los años 60, y adquiriendo merecidamente el rótulo de “clásico”.
A poco andar “Los Diablos Azules” se separaron. Pat Henry el vocalista está en la producción de espectáculos en México, el fallecido baterista José Arturo Giolito formó su propio conjunto “Giolito y su Combo”, Rigo Ragona primera guitarra se encuentra en México, y el bajista Fernando Subercaseaux se dedicó a otras actividades. Por su parte, Hugo Matus integró diversos conjuntos, incluido aquel que acompañaba al humorista Edmundo “Bigote” Arrocet en sus presentaciones iniciales, o sea, Matus tocó la guitarra en el “Juístete Juístete, pero Gorviste” en el Festival de Viña de 1971. Corales ha pasado a la posteridad como músico de vanguardia en diversos grupos, en muchos de los cuales ha estado acompañado de la cantante Denisse; su talentosa y encantadora mujer de toda la vida. El primero de ellos: “Aguaturbia”, un grupo netamente rock, donde además del aporte musical, hicieron historia al posar desnudos para la carátula de su primer álbum grabado en el sello Asfona. Luego estuvo en “Panal”, con un puñado de músicos de excepción: el baterista Patricio Salazar, el bajista Pepe Ureta, el tecladista Francisco Aranda, Denise y el percusionista Iván Enrique, ya fallecido y que cobrara popularidad como Iván Enrique y su Combo con las cumbias “La gallina, no” y “Tomátelo con agüita”. “Panal” llegó a los primeros lugares de los rankings en 1972 con una interesante versión del clásico venezolano “Alma llanera”. El guitarrista también tocó en “Latinomúsicaviva”, un proyecto de fusión con instrumentos clásicos y electrónicos, encabezado por el connotado director Guillermo Riffo. También será recordado como primera guitarra de las mejores orquestas de música popular del país, muchas de las cuales apoyaron los grandes estelares de la televisión chilena y el Festival de Viña.
Corales siempre se da un tiempo para los recuerdos y entre ellos “Te quiero” ocupa un lugar importante. El tema le ha dado muchas satisfacciones, como cuando Hank Marvin líder de “The Shadows” (“Sonambulismo”, “Te veré en mi batería” y otros) elogiara su creación. El guitarrista ha disfrutado de su canción: en la radio, en la memoria de quienes la recuerdan, y en las ocasiones en que casualmente la ha oído de algún conjunto en vivo, cuyos integrantes quizá ni se imaginen que el autor de lo que tocan con devoción, los está escuchando con sabia modestia.
Esta es la historia de una melodía que pocos saben que es de un chileno, incluso algunos se la atribuyen a “The Shadows”, una melodía que fue compuesta sólo en una tarde, sin inspiración ni motivos específicos, sin siquiera un título…cuando la vida transcurría tranquila en la calle Roberto Espinoza…ahí cerca de la Avenida Matta, en Santiago de Chile.
Fuente: la memoria personal y un par de amenas, instructivas y muy gratas conversaciones telefónicas con el gran Carlos Corales.