Cambió las cámaras fotográficas por el silbato que imparte justicia
- Hijo del recordado reportero gráfico de La Prensa Austral, Santiago “Mono” Aguilar, estuvo de paso en Punta Arenas junto a sus hijos, y aprovechó de dirigir algunos partidos de la liga local, pese a que oficialmente ya está retirado.
Pudo haber seguido el camino de la fotografía, tal como su padre, el famoso “Mono” Aguilar. Pero Claudio Javier Aguilar Subiabre prefirió, desde muy niño, la también difícil labor de impartir justicia en la cancha de básquetbol. Con apenas 13 años tomó el silbato y se puso a dirigir partidos, mientras estudiaba en la Escuela Juan Williams. “Yo tengo afición por la fotografía, de chico tuve máquina, de hecho, tengo una contraportada. Cuando tenía 12 años, en el diario, estaba en el Zoológico de Buenos Aires, donde fui a jugar Mundial Mini de básquetbol, representando a Chile, pero siempre fue una afición hasta hoy”, recordó.
Sus padres Santiago Aguilar Barría y Liliana Subiabre Barrientos, tuvieron además a Daniela y Rafael, pero fue él quien siguió más ligado a la actividad deportiva. “Partí en la básica jugando básquetbol, estuve en todas las selecciones, desde mini a juvenil; jugué hándbol, también por Punta Arenas, fútbol en Prat y Sokol”, recordó Aguilar, que estudió la enseñanza media en el Instituto Superior de Comercio y posteriormente, Contador Auditor en la Usach.
Hasta que el camino habitual del deporte se desvió levemente en la misma cancha, hacia el arbitraje. “Estaba en el canal escolar, en que todos los colegios estaban obligados a participar en dos disciplinas de básquetbol, fútbol o hándbol, y como los recursos siempre son escasos, no había árbitros y a los mismos jugadores les preguntaron quién quería hacer el curso y nos inscribimos catorce, las clases las dictó Patricio Mladinic Centurione, el mentor del arbitraje junto a Nelson Vergara. Ahí me picó el bichito, arbitré torneo femenino, de verano y me fue gustando más que jugar. Saqué algo de Patricio, Nelson y de Jaime Haro, que también fue árbitro Fiba. Fui creciendo hasta que fui a un Nacional, en Santiago, en 1998”.
Con protección policial
Ese primer torneo lo marcó, porque tuvo que arbitrar la final y terminó con protección policial ante el enardecido público. “Calera perdió por un punto ante Viña del Mar, un clásico. En 2004 me fui a Santiago definitivamente y empecé a dirigir la ex Dimayor. Fui a Temuco, Ancud, Valdivia, plazas difíciles, donde se vive y se siente. Cinco mil, seis mil personas gritando de todo, pero ahí fui creciendo de a poco. Me tocó arbitrar la inauguración del gimnasio CEO2 en Santiago, entre las selecciones adulto-femenino de Chile y Paraguay, y en varios torneos, como Encestando una Sonrisa”.
La hora del retiro
Se retiró en 2018 de la Liga Nacional de Básquetbol y de ahí, solamente dirige encuentros donde juega su hija Camila, que cursa segundo medio en el Liceo Sagrado Corazón de Alameda y ha sido preseleccionada chilena en U14 y U16. En tanto, su hijo Lukas, estudia Ingeniería Comercial en la Universidad Mayor, jugó fútbol y ahora golf.
Sin embargo, agradece que el básquetbol le permitió conocer todo Chile, gran parte de Argentina, “en la famosa Liga Patagónica, que se hizo hace años entre equipos de Magallanes hasta Trelew, en Argentina”.
Nivel deportivo
Aguilar lamenta que el básquetbol en Chile haya bajado, aunque actualmente haya 12 equipos que compiten durante ocho meses, sectorizados por zonas, “pero en calidad de extranjeros, ha decaído, y también, producto de la pandemia”, apuntó. Y en cuanto a plaza, la más difícil corresponde a Ancud”. Aunque la peor experiencia la vivió en Puerto Natales, arbitrando en un torneo de verano, donde “trató del golpearme el dueño de una parrillada, en que su equipo perdió y se sintió perjudicado. Pero normalmente, siempre terminé los partidos dentro de la cancha”.
Recuerda que su primera expulsión fue contra Carlos Lauler. “Yo tenía 15 años, y él venía de Dimayor, a recuperarse de la lesión que tuvo. Y lo descalifiqué. Me tapizaron a insultos. Después se reencontraron con Lauler en una parrillada. Me dijo que estuvo bien expulsado y que nadie se atrevió a echarlo antes, por respeto o miedo”. Por ello. Claudio Aguilar recomendó que “como árbitro, uno tiene que tratar de ser justo y no tener miedo”.
Campeonatos
Claudio Aguilar no siempre cosechó alegrías como árbitro. Como jugador, rememora “la famosa final de 1991 entre Club Deportivo Liceo y Salesianos. Nosotros teníamos 18 años de promedio y Salesianos tenía cinco jugadores de Dimayor. Llegamos al tercer partido de playoffs y perdimos la final a seis segundos. Liceo no salía campeón hace 25 años. Ese partido fue en el gimnasio de la Confederación Deportiva, el verdadero, donde se llenaba. Ahora es todo menos apasionado, en esa época había 12 equipos y hoy son seis con suerte, y juegas tres o cuatro veces con los mismos y el nivel ha decaído. Eso sí, hay clubes que hacen un buen trabajo, como Español, Sokol, que es lo que veo de afuera, que en las inferiores están invirtiendo”, evaluó.
Experiencia en Argentina
Otra cultura deportiva vio en Argentina, cuando dirigió en la Liga Patagónica. “Es otra cultura del deporte. Y aunque tuve la posibilidad de ser árbitro internacional, nunca fue mi meta, porque antiguamente, ser chileno te limitaba; llegabas a un Sudamericano y arbitraba dos o tres partidos y te daban el pasaje de vuelta. Después de dos años, cambió todo, necesitaban chilenos, porque a las finales llegaban brasileños, argentinos, venezolanos y uruguayos, por lo que requerían árbitros neutros. Pero nunca fue mi meta ser árbitro internacional”.
En el fútbol también vivió experiencias inolvidables, como cuando se tituló campeón de la Asociación Punta Arenas con el Prat, con apenas 18 años “y luego perdimos la final regional con Carlos Dittborn en el último minuto, 3 a 3 y perdimos en penales”. Además, en hándbol tuvo una incursión aparte del básquetbol.
Lo más divertido para él fue que su padre, al trabajar en La Prensa Austral, nunca le tomó una fotografía. “Todas las fotos en las que aparecía en el diario me las tomaba José Villarroel, nunca Santiago Aguilar, nunca coincidíamos. Pero conocí todo el proceso, con los químicos, la sala de revelados oscura, luz roja; conocí todo el manejo de la parte fotográfica de La Prensa Austral”.
Reinvención
tras la pandemia
Actualmente, Claudio Aguilar trabaja en un rubro totalmente diferente: “Tengo un taller de frenos, nada que ver con lo que estudié, producto de la pandemia nos reinventamos en mecánica liviana en la comuna de La Reina, en Santiago”.
De vacaciones, llegó junto a sus hijos, les mostró el diario y aprovechó de desempolvar el silbato y dirigir unos partidos. “Me dijeron que fuera al segundo playoff, ya que en el primero se estaban portando mal”. En todo caso, un reencuentro muy grato con el ambiente deportivo regional, como Claudio Soto, Fabián Muñiz, dirigentes “y el mismo público y jugadores de antaño que fueron a saludar al camarín”, expresó agradecido Claudio Aguilar, antes de regresar a Santiago junto a su familia.