Necrológicas

Un país solidario

Por Marcos Buvinic Domingo 14 de Agosto del 2022

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Este mes de agosto está caracterizado como el mes de la solidaridad, y el 18 de agosto -aniversario de la muerte del Padre Hurtado- conmemoramos el “Día Nacional de la Solidaridad”. Quizás, más de alguien podría pensar que esto es algo que toca sólo a los católicos, pero en 1993, una ley de la República de Chile instituyó esa fecha como el Día Nacional de la Solidaridad para crear conciencia de la necesidad de erradicar todos los tipos de pobreza, garantizar la dignidad humana de todas las personas y proteger nuestro medio ambiente, poniendo al Padre Hurtado como testigo ejemplar de esta actitud que queremos cultivar como país.

Este año, en que estamos convocados para el 4 de septiembre al plebiscito acerca de la nueva constitución, es particularmente importante pensar en la misión de Chile como un país solidario para todos sus habitantes. La solidaridad nos hace presente que, al final, lo nuevo en el país no depende sólo de un documento constitucional, sino que el cambio y lo nuevo comienza por cada persona, comienza por ti y por mí.

A menudo se escucha decir que una de las características que tenemos los chilenos es que somos un pueblo solidario, y que eso se nota cuando hay grandes catástrofes: terremotos, incendios, inundaciones, etc., o cuando hay necesidades especiales de grupos de la población, tal como vivimos, cada año, las Jornadas por la Rehabilitación en Magallanes. Pero, hay que tener en cuenta que la solidaridad no puede ser sólo una acción ante ciertos acontecimientos, o una preocupación transitoria ante personas que viven alguna necesidad particular, o una consigna de algún grupo político, sino que se trata de cultivar la actitud permanente de ponerse verdaderamente en el lugar del otro y actuar en consecuencia.

La solidaridad reúne -en sus diversos matices de significado- lo mejor del espíritu humano y es la base del verdadero humanismo, pues se trata de la capacidad de ponerse en el lugar del otro y actuar eficazmente procurando el bien común, que es el bien de todos y cada uno, particularmente de los que viven con más carencias.

El Padre Hurtado nos presenta a través de su vida lo que significa la solidaridad. Cuando en el 2005 fue declarado santo, fue definido como un “padre de la patria” por el entonces Presidente Ricardo Lagos. Realmente, san Alberto Hurtado es un nuevo “padre de la patria”, porque Chile no es el mismo país antes y después de él, pues le abrió los ojos a la sociedad chilena ante el escándalo de la pobreza y actuó decididamente promoviendo la solidaridad y buscando la justicia social.

A mitad del siglo pasado, en los tiempos del Padre Hurtado, la expresión usada para indicar la solidaridad era el “sentido social”, y él lo definía como “aquella cualidad que nos mueve a interesarnos por los demás, a ayudarlos en sus necesidades, a cuidar de los intereses comunes. Quien tiene sentido social, comprende perfectamente que todas sus acciones repercuten en las demás personas, que les producen alegría o dolor, y comprende, por tanto, el valor solemne del menor de sus actos. La persona con sentido social no espera que se presenten ocasiones extraordinarias para actuar; todas las situaciones son importantes para él, pues repercuten en sus hermanos”.

La solidaridad o el sentido social que privilegia el bien común es, pues, un criterio de la mayor importancia para la decisión que cada uno debe tomar en el plebiscito constitucional del 4 de septiembre, más allá de miradas parciales o las búsquedas de intereses y conveniencias individuales o de ciertos grupos.

También, este mes de la solidaridad es tiempo propicio para acrecentar en cada uno de nosotros la práctica de la solidaridad a través de acciones concretas. Un principio clásico de la pedagogía es que en la virtud se crece a través de la repetición de actos (también así se crece en la maldad y el egoísmo), así que es un tiempo muy apropiado para crecer en la solidaridad realizando acciones solidarias bien concretas. Ciertamente, a cada uno no le faltará ni el modo ni las ocasiones de realizarlas, pero también es oportuno recordar que en la Casa del Samaritano de Punta Arenas están esperando su aporte.