Regreso del Gran Premio de Tierra del Fuego

– Con su relanzamiento, esta competencia ratifica su importancia, no sólo respecto de lo deportivo, sino por su historial y por demostrar que, en la Patagonia, la frontera nunca ha sido un obstáculo, sino un punto de unión y fraternidad chileno-argentina.

Con volcamientos, despistes, rotura de motores y otras fallas mecánicas, se cerró ayer el Gran Premio de Tierra del Fuego.

En su cuadragésima séptima edición, este rally regresó, ratificando su cartel de circuito peligroso, que desafía las habilidades de cada piloto. Impactante fue ver cómo avezados corredores expresaron su emoción por haber participado, una vez más, en esta competencia.

Cada mes de agosto, los binomios y aficionados fueguinos se dan cita en el Gran Premio de Tierra del Fuego, conocido como la Carrera de la Hermandad chileno-argentina. Se trata de la competencia automovilística que se desarrolla en Tierra del Fuego y que, año a año, se ha ido consolidando como la competencia deportiva de mayor envergadura en la gran isla fueguina.

Este verdadero clásico deportivo se había realizado ininterrumpidamente desde 1974, disputándose su primera edición entre el 17 y el 18 de agosto de dicho año. Incluso durante uno de los momentos de mayor tensión entre ambos países, como fue el conflicto por el Beagle en 1978, la competencia nunca se había suspendido. Sin embargo, la pandemia del coronavirus fue implacable y obligó a interrumpir este evento en 2020 y 2021.

Para satisfacción de los pilotos, sus equipos y los fans, el GPH se relanzó este año y ayer culminó tras dos etapas. Así, los corredores que cruzaron la meta, cumplieron con recorrer los más de 800 kilómetros que suman las dos jornadas de la prueba.

Esta edición fue un reencuentro y generó estadísticas que pasarán a la historia, como el logro de Daniel Preto al ganar 8 ediciones, igualando al histórico Jorge Finocchio, quien ya no corre. El argentino, a la vez, cumplió el sábado 40 años participando en este evento y anunció, emocionado, su retiro.

Con su relanzamiento, esta competencia ratifica su importancia, no sólo respecto de lo deportivo, sino por su historial y por demostrar que, en la Patagonia, la frontera nunca ha sido un obstáculo, sino un punto de unión y fraternidad chileno-argentina.