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Boric a delegados presidenciales: ¿Dónde está el “espíritu del gobierno” en regiones?

Por La Prensa Austral Domingo 6 de Noviembre del 2022

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Esta semana, la Asociación de Gobernadores y Gobernadoras Regionales de Chile le pidió al Presidente Gabriel Boric cumplir con su promesa de eliminar el cargo de delegado presidencial.

Sólo a días de aquello, la ministra del Interior, Carolina Tohá, citó a La Moneda a los representantes del gobierno en las regiones, encuentro en el cual pudieron, también, analizar la situación política junto al propio Mandatario en el Palacio gubernamental.

En tal contexto, la ministra Tohá replicó a la solicitud de los gobernadores, argumentando que cumplir con el compromiso de eliminar el cargo de delegado presidencial requiere cambiar la figura y hacer una modificación de cómo la institucionalidad garantizará que el gobierno central sea representado en regiones.

Existiendo aún, entonces, la figura de los delegados y sin atisbos de algún cambio inminente, el Presidente Boric sabe que tiene que preocuparse más de la acciones de sus delegados en regiones, pues tiene allí un talón de Aquiles.

De hecho, el mensaje o, mejor dicho, el reproche presidencial fue directo: “en muchas regiones todavía no se siente el espíritu del gobierno como debiera”.

En el encuentro estuvo la delegada presidencial de Magallanes, Luz Bermúdez, quien, junto con sus colegas a lo largo del país, recibió como imperativo ser líder de la voz del gobierno en nuestra zona, con un despliegue comunicacional efectivo y con un gabinete en terreno. 

Lo recriminado por Boric tiene, en buena parte de los casos, total asidero. La percepción es que los problemas de instalación se han repetido en todas las regiones y que ha existido una falencia real en términos de la política y la estrategia comunicacionales. Sin ir más lejos, en Magallanes se optó por cambiar al vocero de gobierno, en el entendido que existía una pésima evaluación de su trabajo. 

A ello, se suma gabinetes indolentes, apoltronados y sin capacidad de liderazgo ni entusiasmo.

El diagnóstico está claro y, sin espacio para la ambigüedad, el mensaje presidencial fue rotundo: el tiempo de la instalación terminó. Ahora queda ver cómo aquello comienza a traducirse en las regiones.