Necrológicas

– Patricio Ernesto Calderón Oyarzún

Una familia que celebró un ascenso más dulce que un cuchuflí

Miércoles 9 de Noviembre del 2022

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  • Pato”, como es conocido y apodo con el que bautizó su negocio de fabricación y venta de cuchuflíes, festejó en la plaza y en la Costanera
    el título de la Primera B de su Magallanes querido junto a su esposa, hijos y nietas, todos vestidos con la camiseta albiceleste.

El pasado martes, Magallanes selló su anhelado ascenso a la Primera División del fútbol chileno, tras vencer a Copiapó. Tuvieron que pasar 36 años para que los carabeleros volvieran a instalarse en la Primera A, años en que incluso descendió a Tercera División (en 1993). Un éxito que fue muy celebrado por la familia Martínez-Asencio, que no dudó en recorrer el centro y tomarse fotos en el monumento a Hernando de Magallanes y en las letras de Punta Arenas vestidos con la camiseta albiceleste.

Un amor por el Manojito de Claveles, como también se les conoce, que partió en el corazón de Patricio Martínez Cares, nacido el 9 de febrero de 1971 en la santiaguina comuna de San Bernardo, donde Magallanes hace de local. “Nosotros nos íbamos a bañar a un estanque detrás del estadio Vulco, mi casa quedaba a cuatro cuadras de la maestranza de Chile, que tenía la característica de que tenía todos los ferrocarriles y detrás estaba el Vulco. Cruzando la maestranza hay dos colegios, la Escuela 4 y la Escuela 3, y en la última estudié en la enseñanza básica. Y de vez en cuando nos iban a visitar los jugadores de Magallanes, que nos llevaban helado, porque muy cerca estaba la fábrica de helados Panda. No recuerdo qué jugadores eran, porque yo era muy chico. Sabíamos sí que eran de Magallanes, porque iban con el uniforme y había una vinculación con las Acles de ahora”.

Siempre fue al estadio a ver a Magallanes, de hecho, “me fui a probar un par de veces cuando chico. Es chistoso porque yo llegué a Punta Arenas por el fútbol, como mediocampista y cuando iba, me probaba de arquero. Pero no pasó nada, eran muchos niños los que iban. Y como el Vulco estaba muy cerca del Estadio Municipal de San Bernardo, donde Magallanes ahora juega de local, ahí hay canchas de bicicross, piscinas y otras ramas que te llamaban la atención desde niño”.

Sin embargo, no tiene recuerdos de algún plantel o campaña que recuerde, solamente un jugador que “parece que era brasileño, grandote”, pero ningún nombre, porque “yo iba a mirar nomás, era muy familiar, estaba la Bandita, que ya eran viejos. Todo muy familiar, muchos niños. Magallanes tenía mucha fuerza en esos años”, apunta Martínez, que veía la ida al estadio como una extensión de lo que vivía en el barrio.

El terremoto

El domingo 3 de marzo de 1985, Santiago sufrió un fuerte terremoto, que afectó especialmente la familia de Patricio Martínez, porque “San Bernardo es una comuna antigua y muchas de las construcciones eran de adobe, casas lindas, coloniales. Pero el terremoto trizó nuestra casa y hubo que derrumbarla; estuvimos como seis meses durmiendo en el gallinero. Yo en esos años estudiaba Técnico en Administración en el Liceo Comercial de San Bernardo”, recuerda Martínez, que a los años, en 1989, se vino a vivir a Punta Arenas.

“Mi papá vivía acá, soy de padres separados, y cuando terminé cuarto medio y me crié con mi abuelita, razoné que si ellos me dieron todo, mi papá me debía la enseñanza superior. Hicimos un contacto a través de mi abuelita paterna y como sabía que jugaba a la pelota, tenía unos contactos, se pagaba en ese tiempo y así me vine a jugar a Estrella Austral de la “18”. En ese tiempo conocí a mi esposa, porque el presidente de ese club era su papá. Comencé a estudiar pero no terminé, porque me ‘licencié’ altiro con mi hija, pero me fue bastante bien, porque a través del fútbol trabajé en un banco. Había estudiado Técnico en Administración en Inacap. Como mi suegro tenía algunos movimientos, pudimos postular a una casa y la sacamos muy rápido. Tuvimos siete meses para eso”. Y eso que sus primeros meses fueron complicados, por las diferencias entre Santiago y Punta Arenas.

Otros clubes que defendió fueron Ibáñez, San Felipe (donde fue campeón) y Prat, como mediocampista, aunque en principio fue centrodelantero. Pero a la distancia, continuó atento a la suerte de su añorado Magallanes, sufriendo especialmente, el descenso a Tercera. “Fue una tristeza grande para la familia, porque igual siempre ha tenido una barra incondicional, pero el club se fue debilitando a través del tiempo. Un club con historia, el primer tricampeón de Chile y el primero en ganar un campeonato internacional (1949)”, apunta. Por eso, pese a lo sufrido que fue el ascenso, pudo celebrar y pensar en la vuelta a Primera A, donde enfrentarán en la primera fecha del Campeonato Nacional, a Colo Colo. “Queremos ir a ese partido, viendo pasajes, pero aún no está definida la fecha, y la distancia nos mata, puedes comprar de un día para otro, pero te vuelan la cabeza. Pero estamos trabajando para viajar. Espero que se arme un buen equipo, tienen buen fútbol y las ganas para tener un buen desempeño en Primera A”.

La tradición la mantiene su hijo Daniel que juega en Magallanes, pero a nivel regional, “hicieron una campaña bastante buena, porque jugaron la final con Sokol y llegaron a octavos o cuartos en el Regional, y quedaron eliminados con el Chile. El es mediocampista igual, es más de creación pero lo tiraron de creación”.

El negocio

En el año 2000 comenzaron como familia, su negocio de fabricación y venta de cuchuflíes. “Es una historia interesante, porque si te dijera si crees en la oración, te podría sumergir en una historia poco creíble para algunos, pero es la respuesta de la oración a un amigo, que él empezó con el negocio y yo le “robé” la bendición, seguí perseverando en eso, terminaron mis dos hijos la universidad gracias a los cuchuflíes, mi hijo estudió Minería y Enfermería mi hija Pabla”, puntualizó agradecido.

Como no podía ser de otra manera, el negocio fue bautizado como “Pato’s” como es conocido en las canchas. El negocio partió en su casa, después se trasladaron a unas piezas donde sus suegros, en el barrio 18 de Septiembre y hace cinco años están en su ubicación actual, en Armando Sanhueza 253, entre Angamos y Maipú. 

Producimos unas 1.500 unidades diarias, trabajamos tres personas. Somos autodidactas. Primero trajimos las frutas bañadas en chocolate y ahora tenemos unos 25 sabores y texturas diferentes de cuchuflíes, como uno con coco tostado, otro con quinoa inflada, y otros más tradicionales, con almendras, nuez, coco y sabores como frambuesa, menta, frutilla; hay minicuchuflíes para los coffee. Tenemos como clientes al Hospital, Gendarmería, Centro de Rehabilitación”, destacó Patricio Martínez.

La particularidad del negocio, aparte de sus preparados, es la decoración, donde los patos están presentes en muchas formas. “Todo el mundo me conoce por Pato, y hemos ido por todos lados recopilando patos especiales, que tengan alguna historia. Por ejemplo, hay uno que como de bronce, que encontramos en una feria, tirado. Otro que viene con incrustaciones de cobre, una bombonera, entre otros, que adornan el local”.

El éxito de este emprendimiento llevó a que incluso pudieran acudir como familia al Mundial de Brasil 2014, otra de las alegrías que tienen atesoradas.

Pero si se trata de sueños, que Magallanes juegue en Punta Arenas, ahora como club de Primera A, sería una gran alegría, sobre todo porque recuerdan con cariño cuando los albicelestes vinieron a disputar un encuentro de Copa Chile contra la selección de Punta Arenas, en 2008. “Fue en el Fiscal, fue un poco corazón dividido, porque siempre digo que soy de Magallanes, aunque me guste el Colo igual. Pero a mis hijos les inculqué el cariño por Magallanes. Una vez fuimos a Santiago a un partido de la selección y coincidió que jugaba el club, pero las entradas las vendían online a socios. Fuimos al estadio y no hubo caso, nos hicimos amigos de la portera, que nos indicó a la mamá y esposa de uno de los jugadores. Les dijimos que veníamos de Magallanes a ver a nuestro equipo, y que teníamos el dinero para las entradas, pero no nos dejaban entrar. Llamó y tras 15 minutos nos consiguió entradas de cortesía. Terminamos en camarines, sacándonos fotos con los jugadores y les enviamos después unos cuchuflíes de regalo. Mis nietas también tienen sus camisetas”, destacó finalmente Patricio Martínez, que otro sueño que tiene es que “Pato’s Cuchuflíes” pueda estar en la camiseta de su amado club, para lucirla en los estadios de la Primera División.